Rafael del Barco Carreras
Barcelona 30-4-2016. Los virus, con la desaparición de 
www.lagrancorrupcion.com y www.elconsorcio.com, y mis deficiencias técnicas, me aconsejan recuperar escritos, y como 
LA MODELO y cárceles de Pujol concentran lo peor del corrupto personaje y sus íntimos o socios, vuelvo al 
2007.
Sé que me repito demasiado, pero considero que aquello recuerdos son indispensables para comprender la total 
'corrupción institucionalizada', y además me apetece releerlos máxime entrados en escena los hijos 
GRABRIELA Y JAVIER DE LA ROSA junior, y la tercera generación de los Pujol NURIA PUJOL. 
Si me leen, al igual que toda la familia de Pascual Estevill, o gran parte de los ex o actuales del Bufete Piqué Vidal, si no me perdonan la insistencia, lo entenderán, o eso quiero creer.
ESCRIBÍ EL 9-11-07
Este
 año es noticia, por fin la desmantelan, o eso dicen. Los vecinos ya no 
sufrirán su presencia. Mantendrán la estructura central como monumento y
 recuerdo a su tétrica historia. Pero lo tétrico no es historia, alcanza
 nuestros días, con el beneplácito ciudadano. ¡Que se lo pregunten a 
Xirinachs, que se suicidaría de puro asco, y tanto acallado 
denunciante!. “Asesinos, asesinos…”,  gritaban por los 80 desde los 
balcones a las tres de la madrugada, cuando varios funcionarios 
apaleaban, después de consumir grandes raciones de alcohol, a los 
desgraciados engrilletados a las argollas que entonces colgaban de las 
paredes del semisótano de la QUINTA GALERÍA. El sistema para mantener el
 orden en aquella pocilga. Hasta NUEVE en una celda de nueve metros, con
 jergones encima del pestilente retrete. 2.600 presos, donde 1000 ya 
eran demasiados, con una galería destrozada en los motines de finales de
 los 70, sin comedores, asquerosas y frías duchas a menudo sin agua, y 
la comida pura bazofia, suplida por la exterior si se podía pagar. Igual
 o peor que el “Expreso de medianoche”.
Por desgracia he vivido 
las varias MODELOS de los últimos veinticinco años, y aun no sé cual es 
la peor, si la del 80, la de los  90, ya con la Generalitat, o los 2000.
 Si en una, las torturas, con el argumento de los torturadores de 
aplicar el único SISTEMA viable para mantener el orden con pocos 
carceleros (y afirmo que con placer por su parte), o la otra, donde 
flotan zombis drogados, vigilados por infinidad de funcionarios y 
“técnicos”, cuyos desastres cuando obtienen la libertad o permisos son 
más que evidentes. Cabría estudiar si el violador o asesino reincidente,
 siempre multiplicando su agresividad después de una larga estancia en 
prisión, añade a su inicial desviación biológica o psíquica un plus de 
venganza por el trato y “terapia” recibidos.
Si el primer día aun 
no me había repuesto de la sorpresa de la detención, cuando con mi 
abogado Pascual Estevill celebramos, la noche anterior, con cena en el 
Casino, la negativa del juez de instrucción al procesamiento, al segundo
 tomé conciencia que si el sumario reflejaba la Gran Corrupción de la 
clase política y financiera de Barcelona, a la que añadiría la judicial,
  allí cada palmo no solo era corrupto sino inhumano (con zonas muy 
parecidas a las descritas en los campos de concentración nazis). Ya 
antes de entrar, primera escena kafkiana, el policía “jefe de estafas”, 
Justo Aguilera (actual comisario jefe en Jaén), “para despistar a la 
prensa” nos lleva él SOLO,  a Serena (de Automóviles Serena) y a mí, 
desde los juzgados al “Abrevadero”, excelente restaurante tras el 
“Teatro Victoria”. Mi última comida en libertad, y con un policía que 
los años me informarían de la cuerda de Piqué Vidal. La Policía no 
aplicó con nosotros el habitual  “hábilmente interrogado”, que hacía de 
la Modelo el destino soñado de todo detenido… tenían el guión 
previamente estructurado. No recuerdo interrogatorios pesados, solo los 
asquerosos calabozos de Vía Layetana con olor a orines y de difícil 
distinguir entre la noche y el día. Tres días de pesadilla.
La 
sexta era la “mejor”, para primerizos, gente no conflictiva, o 
trabajando en talleres y “destinos”,  y tres en una celda GRAN 
CONCESIÓN,  si no fuera porque el compañero de  litera bebía no menos de
 treinta cervezas diarias y se pasaba la noche meando, impidiendo 
conciliar el necesario sueño. Al tercer o cuarto día descubrí que la 
única ventaja del lugar era el obligado ajuste al medio olvidando el 
mundo exterior. Pero no se olvida, duele intensamente. Y premisa sin 
excepción, no tomar ni “aspirinas”.  El “aguanta”, o de lo contrario 
“revientas”.
Hacia los cuarenta años con tres hijas menores y 
familia en los negocios (muy lejanos a la millonada denunciada y con 
problemas jurídicos agravados con la detención), si aquello duraba, el 
futuro se mostraba muy negro, ¡y duró TRES AÑOS! (de allí al juicio y 
condenado a los tres años), y con la prensa publicando millones a 
mansalva, que yo no había visto. Otro recuerdo imborrable, la diputada 
socialista ANA BALLETBÓ vociferando en el Congreso de los Diputados que 
los del gran desfalco del último franquismo el CONSORCIO DE LA ZONA 
FRANCA estaban donde debían, LA CÁRCEL. Yo ni había estado nunca en el 
Consorcio ni era franquista ni tenía nada que ver con esos DIEZ MIL 
MILLONES que decían desaparecidos. Y La PRENSA, actor importantísimo en 
el tétrico drama, publicando que Bruna, el delegado del Estado ya 
encarcelado meses antes, vivía en prisión como un marajá. Sin embargo 
leyéndola a diario, entre líneas, completé lo deducido en el sumario, el
 gran engaño que entre los autores y descubridores “Serra y Maragall” se
 fraguó beneficiándose de los millones del BANCO GARRIGA NOGUÉS, o sea, 
Javier de la Rosa. Los cuervos a por su presa. Pero eso ya era el 
pasado,  si pretendía la mínima comodidad, o simplemente huir lo más 
posible de la más sucia de las miserias y convivencia… ¡habría que 
pagar!. La expresión del Director Camacho, “a los del Consorcio no se 
les puede dar DESTINO porque la prensa se me echa encima”,  solo se 
paliaba con las promesas de una libertad con fianza. El segundo y 
tétrico engaño de mis abogados, el primero, que ni me procesarían. Un 
primer año entre el patio, Pascual Estevill y Eduardo Soler Fisas. Y los
 enemigos no estaban en el patio, eran mis abogados. Ni allí ni en 
ningún lugar encontraría a nadie tan amoral como Pascual Estevill, y por
 desgracia tardaría en darme cuenta.
Y si el terror suplía a los 
pocos funcionarios, unos VEINTICINCO por guardia (ahora varios 
centenares para la mitad de individuos), un refinado sistema de 
beneficios mantenía el orden y todo el organigrama interno. Los antiguos
 “cabos de varas” (sin las varas en la ya Democracia), los “kíes” 
dominando el juego y las DROGAS, y un buen número de “destinos” 
(prácticamente la cárcel funcionaba con el trabajo de los presos)  
mantenían el orden en aquella anarquía total. Entre las concesiones, la 
compra de cervezas al precio de “economato”, catorce pesetas, para 
revenderse a cincuenta, y si el cupo por persona eran dos diarias, según
 el “destino” se podían comprar hasta varias cajas con lo que las 
ganancias o las borracheras eran seguras. Primera premisa, pagar por 
TODO, desde un “machaca” a la “red” que te permitiría comer con vino o 
“salir del patio” y alcanzar un buen “destino”. De entrada la prioridad,
 las chinches, el borracho Juan, las depresiones que me juré no 
aparecieran, y comer decentemente. El aguante humano es infinito, con un
 mínimo de voluntad e ingenio.
Desde el primer momento me pareció 
imposible no caer enfermo, todas las enfermedades infecciosas tenían 
cabida, y apareció la SIDA, que a mi entender pudo incubarse tan bien 
allí como en el África donde situaron su nacimiento. Otra incoherencia, 
culpa de mi obsesión por la ducha diaria, mis pies se llenaron de hongos
 provocándome la única herida o enfermedad de toda mi vida de adulto, y 
desde entonces el Panfungol es la solitaria medicina de mi botiquín. 
Quizá sea un caso especial pero desde las anginas de mis quince años, 
jamás he acudido a más médico que un dentista. Una suerte añadida, 
porque la atención médica, era más bien desatención, y en manos de un 
único y siniestro personaje.
Continuará…
2. LA MODELO. Julio 1980.
Por Rafael del Barco Carreras
Al
 margen que el caso CONSORCIO DE LA ZONA FRANCA generara páginas contra 
los encarcelados,  el Delegado del Estado nombrado en 1977, Bruna de 
Quijano, el comerciante de coches Fernando Serena, y yo, y al mismo 
tiempo los socialistas de “Serra y Maragall”, y otros, aprovecharan el 
enredo para sacarle (supongo al estilo FILESA, extorsión) al Banco 
Garriga Nogués, alias JAVIER DE LA ROSA MARTÍ, hijo del huido 
“secretario” ANTONIO DE LA ROSA VÁZQUEZ, muchos más millones de los 
denunciados, en principio a la prensa 10.000 millones, rebajados en la 
denuncia a 1.200, de las pesetas de entre 1975 a 1979, mi vida en la 
Modelo forjaría otras prioridades. SOBREVIVIR, física y mentalmente.
Los
 recuerdos podrían degenerar el cuadro a describir, por lo demás solo 
escrito por alguna de las víctimas poco o nada escuchadas o leídas, ya 
en denuncias oficiales (todas “aisladas” o archivadas) o escritos más o 
menos enmudecidos, y por ello cuando me refiero a aquella MODELO, cito 
al primer JUEZ DE VIGILANCIA PENITENCIARIA, Javier Gómez de Liaño, en su
 excelente libro “PASOS PERDIDOS, Confesiones en carne viva”. Navidades 
de 1981, “Cuatro meses de trabajo fueron bastantes para descubrir el 
cúmulo de abusos y barbaridades que se perpetraban en la cárcel Modelo  
de Barcelona. Situada en pleno centro de la ciudad, era como un amplio 
escaparate del absurdo”. El libro, editado en 1999, sigue con alguna de 
las espeluznantes escenas, como su visita al PALOMAR, unas celdas 
acolchadas (para locos) en la enfermería. Esas celdas formaban parte, 
con las argollas de la QUINTA, del SISTEMA, y con la ventaja de que los 
gritos no despertaban a los vecinos. Cuenta que años después preguntó al
 secretario del juzgado por los varios sumarios abiertos por homicidios,
 asesinatos, torturas y corrupciones de todo género, con incluidas 
“venta de libertades”, no por SUS DENUNCIAS, sino por las víctimas…NO 
PASÓ ABSOLUTAMENTE NADA, NINGUNA SENTENCIA a considerar, NINGUNA. Si el 
Gobierno Suárez nombró director para pacificar la cárcel, tras los 
motines, al torturador Camacho, no se quedó corto al nombrar PRESIDENTE 
de la AUDIENCIA A ALFONSO HERNÁNDEZ PARDO, dos sátrapas del más refinado
 franquismo.
Primeros de julio de 1980. Alojarse en la planta baja
 de la SEXTA GALERÍA sería a lo que los periodistas se referirían en el 
VIVIR COMO UN MARAJÁ sobre Bruna, y si se comparaba con la CUARTA, DE 
REINCIDENTES, O LA TERCERA (con promedios de 700 individuos), PARA 
EXTRANJEROS, moros, negros y sudamericanos, era una “delicia”. Unos 400 
individuos en unas 90 celdas, con un funcionario que recontaba y poco 
más. La gran ventaja de la sexta, durante el día la mayoría trabajaban y
 los pocos que quedábamos podíamos movernos entre el patio y la celda. 
La SEGUNDA, más pequeña, con varios de la ETA, no estaba mal en cuanto 
al ambiente, y la QUINTA, la de castigos, la de las barbaridades, sin 
olvidar la enfermería que lo mismo servía para aislar algún enchufado 
que para matar a palos a cualquiera, y cuando digo “matar”…es matar. 
Recuerdo que muchos años después cuando ya no existía EL PALOMAR, Don 
Francisco (nombre real de uno de los presuntos torturadores) me contaba 
que al entrar en una de las celdas el “loco” le arrojó a la cara los 
excrementos… y lo puso a caldo ¡claro!.
El susto inicial de que 
poco menos se me comerían se pasó rápidamente. A los “caballistas”, así 
se llamaba entonces a los de “dinero o bolígrafo”, se les respetaba, por
 lo menos en aquella galería donde el resto se jugaba mucho de salirse 
de las normas. Zamora, el cabo, todo un prototipo, chorizo, tuerto y 
ligera cojera, se desvivía para tenernos contentos, claro que 
consumiéndole alguna de las porquerías que servía en su “rutina”, café 
de sucia cazuela, tortillas, o carne que conseguía de la cocina, al 
igual que el machaca Miguel procuraba un jergón sin cuerdas, colchón sin
 meadas, o sábanas limpias. Mi contable mentalidad le atribuyó ganancias
 de unas 200.000 pesetas mensuales, aun manteniendo a tres ayudantes. 
Toda una fortuna, o sea, que el primer responsable del “orden”, y 
chivato oficial, era el más interesado en su mantenimiento. Xiqui y 
Angel (nombre falso), con las drogas y el juego, ganaban más.
Las 
drogas. Si la compra de varios porcentajes de acciones, en efectivo y 
con letras, de Charly Max, negociación en la que me enfrenté al 
retorcido futuro presidente del Barça y  de Husa, Juan Gaspar, que con 
un 7% y la gerencia succionaba los sustanciosos beneficios, me hicieron 
administrador de la célebre entonces discoteca en Barcelona (esquina 
Bori Fontestá-Beethowen), con lleno continuo, y me pusieron ante el 
creciente tráfico de drogas, ahora se mostraban omnipresentes, la 
primera y imperiosa prioridad. Un elemento nuevo que desde el primer 
instante me indicaba su terrible peligrosidad, pero marginándose de su 
circuito y consumo la tranquilidad CASI  absoluta.
Mi primer 
amigo, CHUECA, todo un personaje, una celda para él solo desde que hacía
 unos meses un túnel desde la Avenida Roma pretendía alcanzar el patio 
de la sexta pero se hundió en la calle Provenza (la zona es una 
explanada, antigua riera desde Sarriá al Paralelo rellena con tierras 
del Ensanche, donde infinidad de ratas construían sus madrigueras, 
saltando a la cara de los perforadores), descubriendo su autoría por los
 planos que llevaba encima. Pretendió reeditar el famoso túnel por donde
 escaparon cuarenta y cinco presos. Se proponía poco menos que vaciar la
 cárcel, cobrando peaje. Falsificador, estafador de bancos y casado con 
una italiana (pura mafia decía). Después de una temporada en la QUINTA, 
vivía tranquilo y solo en la planta de la SEXTA. Murió poco después de 
su libertad de un disparo en la cabeza.
Y si yo en el interior 
buscaba mi acomodo y hasta emborronaba cuartillas, leía o jugaba con mis
 compañeros, cartas y frontón, a la par que atosigaba a preguntas a 
BRUNA, nunca aclaradas, mi mujer demostraba su gran actividad exterior, 
consiguiendo a los pocos días entrevistarse conmigo en el locutorio de 
“Jueces”. Todo un logro ya que en los locutorios generales (sin cabinas)
 era imposible por el griterío mantener una conversación. Y los logros 
no vendrían por los “amigos” que del ambiente “oficial” nunca tuvimos, y
 los otros desaparecieron o perjudicaron, sino por el BAR LA MODELO, la 
Tina, donde servían las varias docenas de comidas que se pasaban a 
diario al interior de la cárcel. Comenzó picando piedra, o sea, a 
invitar, pagar comidas, o pasarse horas esperando no sabía qué… por lo 
pronto comida decente, aunque cara, y la prensa…
Continuará…ver 
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3. LA MODELO. 1980.
Por Rafael del Barco Carreras
Mi
 profesión y negocios, comparados con lo caído  encima, eran una 
insignificante turbulencia. De ser, para un reducido grupo de conocidos,
 el Del Barco de la Caja General de Crédito, una pequeña Sociedad 
Cooperativa de Crédito, a convertirme gracias a la PRENSA en el del 
CONSORCIO DE LA ZONA FRANCA. Y de unos problemas jurídicos por dos 
grandes urbanizaciones, provocados por una serie de situaciones, como la
 fusión con CAJA IBERICA, que a la vez se fusionó con el BANCO CENTRAL, 
provocándome problemas de financiación, sin relación alguna con los De 
la Rosa y su Consorcio hasta muy entrado su “desfalco”, me convertí para
 la prensa en toda una serie de “profesiones” y personalidad. La más 
graciosa, “directivo” del Consorcio, aunque la de “secretario” de 
Antonio de la Rosa almacenaba más malicia. Releyendo ahora los recortes 
de prensa me pregunto como en tan poco espacio de tiempo pudieron lanzar
 tantos inventos, incluso contradicciones, y sin que ningún periodista o
 medio se interesara por la verdad, ¡con lo fácil que hubiera sido 
preguntarme a mi, a mis empleados, familia, conocidos, registro 
mercantil, incluso agencias de informes!. El Grupo Z (El Periódico e 
Interviú) lideraba la campaña. Y entre los “directivos del Consorcio en 
prisión”, dictado por Pascual Maragall, nombrado delegado del 
Ayuntamiento en el Consorcio, doble sueldo, aparecía a toda página la 
publicidad del BANCO GARRIGA NOGUÉS, o BGN INTERNACIONAL, pero NUNCA en 
ningún medio se citó a JAVIER DE LA ROSA, a pesar que mis declaraciones y
 escritos al JUZGADO no solo centraban el Banco y Javier como 
“colaborador necesario” sino hasta “autor necesario”, convirtiendo los 
talones con beneficiario falso en EFECTIVO disponible.
Pero si la 
prensa enturbiaba mi relativa tranquilidad en la SEXTA, mis abogados, 
Soler Fisas y Pascual Estevill,  me excitaban con su frase favorita 
“esto es un tema político”. Mentalizándome además con que la policía de 
Justo Aguilera me convertía en el “cerebro” pues por mi reconocida 
capacidad profesional, según ellos, era más capaz que Antonio de la 
Rosa, situado en su informe a un nivel de alta “macroeconomía” frente a 
mi “microeconomía”.  Y barajando la posibilidad de una FIANZA 
justificaban su visita, y preparaban exprimir a mí y al caso. Sin 
embargo, yo atento a la llamada del altavoz. Una tortura lo del altavoz 
por si tus abogados traen buenas noticias. Y así tres años, hasta el 
juicio.
Alentar esperanzas es fácil para sinvergüenzas de la 
catadura de Pascual Estevill, máxime a un terminal, y el ambiente 
contribuía. Si la crisis del 73, la muerte de Franco, y las turbulencias
 de todo tipo, crearon quiebras a mansalva, y por lo tanto estafas, allí
 apenas si nos encontramos en principio una decena por temas de 
“bolígrafo”, alentando la idea de la “FIANZA”, y TODOS los conocidos 
durante TRES AÑOS la consiguieron, exceptuando los del CONSORCIO. La 
creencia popular de que con dinero no se entraba en prisión, se 
convertía en cierta. Sin antecedentes penales, la “fianza” era lo 
habitual. Tan poca gente, por dinero, que aún se hablaba de Vilá Reyes, 
el de MATESA, a quien la prensa nos comparó. En sus antípodas de “clase 
social” el último de los ajusticiados por garrote vil,  Puig Antich (de 
los dos hacía unos seis años),  que con los  motines y fugas, formaban 
las fábulas del lugar. 
CHUECA, el del túnel, vecino de celda, me 
insistía. “Os pondrán fianza, pero con ese De la Rosa, lo tenéis mal…yo 
viví unas letras avaladas por el Banco Garriga Nogués colocadas a 
inversores, y hasta a bancos suizos, apareciendo duplicadas…y el Banco 
por teléfono confirmaba tanto verdaderas como falsas…varios cientos de 
millones”. Me sonaba a lo de los terrenos falsos, con Pascual Estevill  
asegurándome tener localizados al equipo de abogados, en Rambla 
Cataluña, que gestionaron toda la operación de terrenos de Montornés, 
verdaderos, falsos, y falseando también con precios desorbitados los 
contratos de las compras reales. Con el tiempo esas y otras pruebas no 
se siguieron y hasta desaparecieron. 
Y Serena y Bruna 
insistiéndome que no cargara las tintas contra Javier, que el autor era 
el huido padre. La primera de las diferencias con mis dos compañeros de 
causa. “Rafael, estoy de acuerdo que el desfalco es mucho mayor, pero 
Javier no intervino…y tus acusaciones nos complicarán la vida”. ¡Ya lo 
creo que me la complicaron!. “Pero Fernando, te declaras “administrador”
 de Antonio, y Justo Aguilera informa que tus ventas de coches no son 
más que “blanqueo”, y por las cifras en el sumario ni tú significabas 
nada en las cantidades barajadas por los De la Rosa, ni mucho menos 
necesitaban esas ventas de cincuenta automóviles para blanquear…tienen 
ese Internacional BGN anunciado con total desvergüenza”. “No debí bajar 
de mi pueblo…”. Y si Serena se sentía culpable por el hecho de abandonar
 su pueblo, Campo, en el Alto Aragón, e iniciar una nueva vida en 
Barcelona, en principio conduciendo camiones, Bruna, sin responder a 
ninguna de mis preguntas sobre el CONSORCIO, le daba vueltas a la doble 
vida de Antonio, su amigo de toda la vida. “Déjate de orgías, yo nunca 
participé en ninguna de esas orgías…ni Serena, supongo, eso es un 
invento, una cortina de humo”. “Pero Serena le presentaba chicas…”. “¿Y 
eso le convierte en culpable?”. “Y tú estuviste con Antonio en París y 
ese crucero”. “Sospecho una más de las trampas…y allí nada de orgías, yo
 fui por trabajo…y él montó unas escenas de viejo verde y putero…seguro 
premeditadas para que pareciera lo que no era, y ¿quien las lanza contra
 mí?...él mismo…o sea, Javier, su hijo…y la fábula de que pervertimos a 
su padre”. “Pues era un hombre de misa diaria”. “¿Qué me estás 
diciendo…que los de misa diaria no llevan doble vida?”.
Al juez de
 instrucción Miranda de Dios, DEL OPUS, “le impresiona lo de 
discotequeros y las orgías”. Yo entonces ignoraba que le impresionó más 
el PISO que le proporcionó PIQUÉ VIDAL, abogado de los De la Rosa, 
cercanos también al OPUS. Veinte años después cuando un periodista 
preguntó al juez por esos pisos contestó que Piqué Vidal (ya se le 
conocía por el hombre del maletín) era entonces un profesional 
honorabilísimo y que en su juzgado nunca supo de asuntos de su Bufete, 
rasgándose las vestiduras porque alguien pudiera dudar de sus cuarenta 
años entregados a la Justicia.
Conversaciones del infinito patio. 
“Se ha de ampliar  la denuncia en los diez mil millones… o si no, tu 
propia defensa debería incidir en esos doscientos millones de talones 
con beneficiario falso ingresados o pagados por el Banco Garriga, antes 
de que tú fueras nombrado Delegado del Estado”. “Estamos en ello, pero 
Antonio pudo engañar a su hijo como lo hizo conmigo…”. “O viceversa…el 
hijo engañar al padre, o los dos a una…o solo el hijo, puesto que el 
padre poco pasaba por el Consorcio”. Y si los encarcelados opinaban así,
 Rafael Jiménez de Parga, abogado del Ayuntamiento (ahora acusado por 
las extorsiones y chantajes con Pascual Estevill y Piqué Vidal), 
incluiría su frase de “El Sr. Del Barco lo que pretende es magnificar el
 caso para conseguir su libertad con fianza”.
Y mi mujer conseguía
 más día a día. Según la guardia, las visitas por el locutorio de jueces
 se alargaban. Un bálsamo unos cuantos besitos entre las rejas sin 
cristales de separación. Tardaríamos en conseguir un “visavis”, nada se 
regalaba de inmediato, aunque aquellos “visavis” ni parecidos a los de 
años después con celda, duchas y condones. Una sala con varias familias,
 unos asquerosos urinarios, o un armario donde cabía una pareja, pero 
con libro de familia y cada cuatro o seis meses. En principio, soñando 
con la fianza, o ante la vejación del denominado “vis a vis”, ni se 
planteaba.
En la misma cabina Pascual y Soler Fisas me convencían 
que mis letras por la venta de la discoteca Charly Max, con contrato 
denunciado, 52 millones (de los que yo tenía 30 en letras), y por tanto 
podrían embargar, se las cediera justificando MINUTAS, y él me 
devolvería el dinero. Maldita solución. Otra incógnita, el juzgado no 
embargó las letras (a pesar de citar la operación en la sentencia), pero
 Pascual tampoco devolvió el dinero. Y para remate, el único amigo, mi 
socio del HOTEL RITZ, Antonio Parés Neira me visitaba alabando el buen 
hacer del ya abogado común, a la par que se guardaba, y desaparecería, 
una documentación reflejando nuestros intentos de venta de los terrenos 
del Consorcio en Montornés (actual Circuito de Cataluña), demostrando mi
 ignorancia sobre su falsedad.
El frontón se convirtió en el 
desfogue de cada día. Unas duras pelotas con núcleo de miga de pan e 
hilo de varios calcetines que se “colgaban” a cubos entre los muros, 
obligando a pagarlas nuevas y usadas. Camacho, un joven atracador, Koldo
 de la ETA, y “Cuello de Toro”, un sesentón delincuente de toda la vida,
 elevaban el nivel de juego a cotas de entusiasmo público.
La 
tranquilidad de la SEXTA no solo la alteraba las noticias exteriores,  
las interiores amenazaban  tormentas. La Tercera y la Cuarta no se 
resignaban. Si las razias, palizas y traslados acabaron con los motines 
de los últimos 70, las condiciones habían empeorado. La masificación y 
los preventivos, sin límite en el tiempo para el juicio, aumentaban. Y 
la política del durísimo y corrupto director CAMACHO encendía los 
ánimos. Cada día aparecían rudimentarias armas, y no tan rudimentarias, 
como una pistola del veintidós.
Y por primera vez, un par de 
semanas, saltó en mi entorno la muerte, a unas celdas de la mía. Un 
desgraciado aporreando la puerta durante la noche. El infarto llegó 
antes que los “enfermeros” (presos con bata sucia). Las habría a 
decenas. Los de guardia en el Centro, la garita desde donde se veía y 
oían las galerías, andarían ocupados, borrachos, en las sacas nocturnas 
por incidentes ocurridos durante el día, y chivados por los conductos 
habituales, aplicando los oportunos correctivos en el sótano de la 
Quinta. ¿Eh, jefe de Centro Pastor, y de Servicios Don Fernando?.  A 
Pastor le encanta contar a la prensa y televisión la ejecución de Puig 
Antich, pero nunca contará las muchas ejecuciones “ilegales” de sus 
demasiados años de servicio. De carcelero con gorra y porra, a Jefe de 
Servicios, y oficinas hasta la jubilación.
Continuará…ver 
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4. LA MODELO. 1980.
Por Rafael del Barco Carreras
Y
 se perdía en recurso la LIBERTAD CON FIANZA.  Pascual Maragall, 
Delegado del Ayuntamiento en el CONSORCIO, no soltaría la segunda de sus
 grandes oportunidades en la vida, la primera, formar parte del equipo 
de Gobierno del Ayuntamiento con NARSIS SERRA. De funcionario con 
PORCIOLES, a regidor, la política activa. El “pastel”, la ilusión de 
todo burguesillo catalán de San Gervasio. El Consorcio de la Zona 
Franca, arruinado por el desfalco de Antonio de la Rosa, un limón con 
mucho jugo. A su primer éxito mediático junto a su amigo Narcís Serra, 
detener a los AUTORES (la última gran corrupción franquista, ellos 
limpiarían el País) añadiría  dinero a grandes dosis, ajeno a los más o 
menos rígidos presupuestos del Ayuntamiento y con las arcas vacías 
(según insistía el Alcalde Serra), primero al Banco Garriga Nogués, 
Javier de la Rosa (tras ellos el mayor Banco del País, BANCO ESPAÑOL DE 
CRÉDITO, sin olvidar que la CAIXA, y su Caja B, dinero negro, se citaba 
en el Sumario), y al mismo tiempo al Gobierno Suárez, culpable del 
desaguisado, pero además con sus partidarios en Barcelona metidos y en 
torno al Noticiero Universal (donde el Banco Garriga Nogués perdió 2.000
 millones). Se entendió de inmediato con el hombre nombrado por Suárez, a
 las órdenes directas de su cuñado Aurelio Delgado, Carlos Güell de 
Senmenat.  Los del CONSORCIO debían seguir en prisión y lo pretendido 
por Del Barco, ampliar la denuncia a los 10.000 millones defraudados, no
 solo no interesaba, se bombardearía. Neutralizar a su abogado, Pascual 
Estevill, a través de su amigo de Universidad, Piqué Vidal, de los De la
 Rosa (los dos impartían clases como auxiliares) pan comido. Además 
Pascual era el abogado del Noticiero de los de UCD.  Los íntimos sabían 
no solo lo de la amistad sino la amoralidad de los dos personajes. Y 
Pascual al dictado del metepatas Del Barco amenazaba con incluso una 
posible detención de Javier de la Rosa Martí, el hijo del fugado 
Antonio, la fuente de sus financiaciones. El gran HIJO PRÓDIGO, y nunca 
mejor dicho LO DE “HIJO” y “PRÓDIGO”, repartió sin freno a todo Poder 
que amenazara DENUNCIARLE o detener a su padre (lo que evidentemente le 
arrastraría), entonces y durante QUINCE años, hasta que el Juez Fernando
 Pérez  Máiquez, (también inquilino de Piqué Vidal) prescribiera sin 
necesidad de detener (sustanciar el delito, reza la jurisprudencia), o 
la presencia del padre Antonio, su responsabilidad penal.
Retener a
 los del CONSORCIO tres años preventivos les supuso a “Serra y Maragall”
 el aval del Gobierno Suárez cubriendo todas las deudas (la mayoría de 
la CAIXA), UNOS 10.000 MILLONES, más 2.500 millones en efectivo por la 
venta  de unas hectáreas AL PUERTO, ¡eso para el Consorcio!, y PARA EL 
PARTIDO Y SUS SOCIALISTAS, que se sepa, al BANCO GARRIGA NOGUÉS, o sea, a
 Javier de la Rosa, talones como el de 60 MILLONES al senador socialista
 JOSÉ BATLÉS, avales por miles de millones, según declaró a la prensa 
muchos años más tarde MAGDALENA ALVÁREZ, para comprar la prensa del 
MOVIMIENTO  y una tontería de crédito para el CONSORCIO de 396 millones 
con fecha 26-3-83, un mes antes del juicio y mi libertad. Lo documentado
 y publicado. ¡Cuidado!, esas cifras sobrepasaban el presupuesto anual 
del AYUNTAMIENTO DE BARCELONA.
Un verano tórrido en la Modelo. 
Calor e impotencia. “Pero, ¿qué dice Miranda de Dios?, nuestros escritos
 son claros…”. Y Eduardo Soler Fisas respondía con su frase favorita “es
 un tema político”. Y yo aguantando el espectáculo de una paliza de 
muerte al secuestrador de una anciana y una niña, a la que además violó,
 mató y enterró. A gusto  hubiera participado, pero la violencia no 
fluye en quien no la contempla ni en su subconsciente. Al poco, la 
historia se repite, un chico, tirando a subnormal, había estrangulado a 
su sobrina de nueve años mientras la violaba. El funcionario, señor 
Navarro, en el primer signo oficial de “confianza”, lo destina a mi 
celda porque “soy buena persona”. No se libró. Un distintivo carcelario,
 el de las palizas a los violadores, y de muerte, con niños, que el 
futuro diluiría absorbido por la DROGA (legal e ilegal). En cuanto a mí,
 ningún signo peligroso. Comíamos, de la Tina (Bar Modelo), en una mesa 
de cajas de plástico de verdulería, sentados en los camastros y más 
cajas,  Chueca, Serena, y alguno más. Jugaba a frontón con Camacho, 
Cuello de Toro o Koldo, tiraba unos dados con el Xiqui, o le pedía un 
refresco a Ulises, el fantasma de las obras del Ensanche, que delinquía 
rompiendo escaparates para que lo encarcelaran.
Pero el verano y 
su relativa paz se calentarían en septiembre a los dos meses de entrar 
en prisión. Perdido el recurso pidiendo la libertad con fianza, a los 
ataques de la prensa ordinaria, menos La Vanguardia (Godó buen amigo y 
vecino de De la Rosa) que no publicaba ni bien ni mal (la publicidad a 
toda página del BANCO GARRIGA NOGUÉS exigía el silencio), se añadió una 
revista de gran formato editada por un ex socio de Antonio Asensio y 
fundador de INTERVIÚ, José Ilario Font, con una serie de artículos al 
dictado de Serra y Guell de Senmenat, o sea de Pascual Maragall. La 
versión del Ayuntamiento con casi sentencia firme. EL JUICIO PARALELO. 
Yo era un testaferro, tan nombrado en cada artículo que mi nombre se 
convertía en principal. Después de la campaña del Periódico sobre “mis 
urbanizaciones”, la puntilla a nivel mediático. Ni una referencia a 
Javier ni a mis declaraciones en el juzgado. Por suerte duró seis 
semanas, después desapareció la revista, EL MAGAZIN. Siempre he supuesto
 que la financiación provendría del Banco Garriga. Un toque de clarín de
 lo que se avecinaba. Si el panorama en el Ayuntamiento, yo ya lo tenía 
claro, me asombraría de lo que eran capaces los jueces, las voces de los
 encarcelados por  los asesinatos de Viola, Bultó y La Escala sobre su 
inocencia se oían por toda la prisión a pesar de no estar en la Sexta. 
La suerte de no ser torturado como ellos, no excluía que se fabricaba 
unos culpables y sin necesidad de torturas. Y si  mis abogados seguían 
incordiando con los escritos que yo les inspiraba, aun no tenía razón 
para sospechas, cabía la esperanza, ante los indicios abrumadores, que 
el juez se decidiera citar y requerir pruebas.
La sombra de los 
motines no desaparecía. Los nombres, el “Julián” (trasladado de prisión,
 y en una de sus salidas a un hospital se cayó por la ventana al 
intentar escaparse, versión oficial, la otra, que lo mataron a palos), 
los Cuenca, con los adolescentes Vaquilla y el Torete de emblema, los 
Ugal, y algún Jodorovich, amenazaban con resucitar la COPEL (asociación 
de presos en lucha). Kíes, gitanos y quinkis,  que la droga aun no había
 anulado pero les permitía considerables ganancias. Gente de la 
marginación tan profunda que solo veinticinco años después es difícil 
concebir que la Ciudad alimentara esos caldos de cultivo, y todos 
muertos “jóvenes”. Los conocí en mi niñez, los de las barracas del 
Carmelo. Junto a sus chabolas, barro y miseria, existía una ciudad donde
 los coches y buen vivir se veían al alcance de la mano, y del choriceo 
de subsistencia pasaron al atraco bancario, las armas, y con cuatro 
esnifadas los dueños del mundo. El machismo y la dureza a límites de 
autolesionarse hasta su cuerpo parecer salido de primitivos rituales. El
 tipo de delincuencia “franquista”, escapada o intentando escaparse del 
total dominio de una policía brutal y corrompida, y emulando a Alan 
Delón o Jon Travolta. Y si como se demuestra alterando el espacio mínimo
 vital llenando de individuos, ratones, una caja, alcanzas además de la 
locura la agresividad más salvaje, en una de tantas celdas de nueve se 
viola hasta la muerte a un recién ingresado, un pringao adolescente, 
destrozándole el ano y vientre con el palo de la escoba, confirmando que
 el único freno es la violencia al mismo nivel. Oigo las habituales  
palizas de la quinta, yo, todos, y todos los vecinos de las calles 
Rosellón y Provenza.
Nunca hubiera imaginado que en mi ciudad, más
 allá de las películas, la realidad no solo alcanzara una crudeza tan 
extrema, sino que liquidando el “franquismo” se forjara otro mundo, el 
de la DROGA. Aquella delincuencia del Somorrostro, La Mina y Can Tunis 
indiscutiblemente sería eliminada. Circulaban ya por allí algún apellido
 de la rancia y en parte arruinada burguesía derivado a la cocaína. Dos 
mundos tan distintos que era imposible que se pusieran de acuerdo para 
grandes reivindicaciones sociales. Solo separaban la Sexta de la Tercera
 y Cuarta dos débiles cancelas, y el terrible Centro, la gran garita de 
guardia, pero nunca tuve la seguridad de que si estallaba un motín 
aquellos pocos guardias nos protegieran del odio contra los enchufados, 
caballistas y chivatos en que nos catalogaban. Limitado pero sucedió, 
unos cuantos de la cuarta entraron en la segunda, a por droga, y 
apuñalaron al primero que se les puso por medio, el capitán de un 
carguero griego detenido por contrabando.
A unos pasos de la Sexta
 la existencia se complicaba, otro mundo, con la misa, el cine 
dominical, apuntarse al médico, o los esporádicos cruces a los 
locutorios, intercambiando contactos y negocios. Las drogas y hasta el 
sexo muy activos. El cine se comparaba con el Diana de la calle las 
Tapias y la lavandería, una verdadera casa de putas.
Hipotéticos 
peligros aparte, a los tres meses de tranquila Sexta, el sumario se 
movía. Pascual Estevill o Eduardo se mostraban eufóricos, el juez 
Miranda de Dios, admitía nuestras demandas. Se citarían, paulatinamente a
 los principales vendedores de terrenos, funcionarios del propio 
Consorcio, y todos los necesarios para esclarecer nuestros postulados, 
incluido  a JAVIER DE LA ROSA MARTÍ. Los primeros a un mes vista. Me 
parecía una eternidad, aun no había calibrado que un mes en los juzgados
 es una unidad de tiempo mínima. Volverían a pedir la libertad con 
fianza, seguros que de las declaraciones quedaría patente que ni Serena 
ni yo teníamos nada que ver,  y  que nuestras cifras y negocios con 
Antonio de la Rosa eran una insignificancia dentro del conjunto del 
desfalco.
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5. LA MODELO. Fin de 1980 y entrando en 1981.
Rafael del Barco Carreras
Esperanzado
 con las citaciones para demostrar el gran desfalco, iniciado en cuanto a
 los terrenos (había más) en 1975, día de la muerte de Franco, por 
10.000 MILLONES. Mi objetivo, expuesto en los escritos de Pascual 
Estevill, probar que mi incidencia en la vida y negocios de Antonio de 
la Rosa se reducía a unas legales operaciones, insignificantes en las 
cifras por él manejadas, y dentro de mis actividades financieras y 
mercantiles, durante 1978 y 79 (antes, ni relación ni conocer a  los De 
la Rosa), sumando 80 MILLONES, pagados con talones de su cuenta en el 
Banco Urquijo, ingresados en mis legales sociedades, y que en la fallida
 operación de compra de los terrenos de Montornés, sin  mediar dinero, 
el único engañado, yo, pues el Consorcio poseía sus terrenos y yo había 
perdido el tiempo y dinero en muchas gestiones. Pero y además demostrar 
que la versión del Ayuntamiento de mi participación para comprando esos 
terrenos con un contrato privado, donde se cambiaron los datos 
verdaderos por falsos, se dirigía a esconder el desfalco una vez 
pagados, era un burdo invento, pues ni pagados esos terrenos se escondía
 y cerraba nada, apenas un CINCO POR CIENTO. Para más abundancia, 
certificando el eje en que giraba el tema, el director de la agencia del
 Urquijo, Luis Hernández Martín, había sido compañero de trabajo,  y 
socio del hijo Javier en otro breve empleo en el Banco Pastor, años 1972
 al 74. Los negocios entre ambos le costaron al joven Javier su primer 
trabajo en banca, un enchufe en el entorno de la Condesa de FENOSA, 
presidente del Pastor. Y si el Banco Garriga Nogués no aportó las 
cuentas pedidas por el Juzgado, el Urquijo lo hizo rápida y con todo 
lujo de detalles. Con el tiempo supe que el empleado del Urquijo Pons 
cobró por una noche de intenso trabajo 25.000 pesetas, respetable pago. 
  
Pero iniciadas las citaciones se nombra un juez especial, José 
Álvarez Martínez, y apenas nombrado, cierra toda posibilidad el día 
5-12-80, a los cinco meses de acusado y encarcelado, despachándose en un
 auto con una “verdad verdadera” que eleva la versión de los 
denunciantes a “verdad” sin necesidad de pruebas, y sin vergüenza, 
argumentando su negativa de más pruebas y cancelando las citaciones en 
curso, DICTA, “que la situación de los juzgados no permiten la práctica 
en el sumario de otras y más diligencias”, y admite la citación de 
Javier de la Rosa Martí por  “…y dada la indiscutible relación ya 
directa o indirecta de dicho testigo…”, que declarará UNA ÚNICA VEZ el 
día 11-01-81, SALIENDO TRIUNFANTE. Había endosado el muerto a los 
PERVERTIDORES DE SU PADRE.
Un JUEZ ESPECIAL que no hizo NADA, y ni
 menos CITARME. CERRÓ EL SUMARIO, ¡para eso lo nombraron!. UN JUEZ 
ESPECIAL QUE NO ESCUCHARÁ, AHORRÁNDOSE MIRARLE A LOS OJOS, A ALGUIEN QUE
 ESTARÁ TRES AÑOS EN LA CÁRCEL. Los jueces de la horca o los dominicos 
de la Inquisición presenciaban torturas y ejecuciones para gozar de su 
inmenso Poder (con excitación sexual incluida), pero a aquellos del 
franquismo la podredumbre del Poder de siglos anuló sutilezas, ¡ni se 
acercaban a La Modelo!.
Las citaciones a Hernández del Urquijo, 
empleados y cargos del Garriga y del Consorcio, de mi socio Parés, mis 
empleados y hasta un notario, Font Boix, para esclarecer mis muchos 
negocios y sociedades, o las declaraciones de dos de los vendedores 
reales de que ellos no habían cobrado, ni mucho menos, las cantidades 
reflejadas en los contratos adjuntados al sumario, repletos de 
falsedades como construcciones y cosechas (no eran los originales), mis 
denuncias y observaciones sobre el exageradísimo valor que el Consorcio 
declaraba en edificios, parking o naves industriales, o sea, de los 
1.200 millones denunciados a los 10.000, quedarían sepultadas por el 
sumario y mis años de cárcel. 
1981 alteraba mis prioridades. 
Primero trabajar, un “destino”, después arrancarle a Pascual Estevill, 
lo más y antes posible el dinero por las cobradas letras de la venta de 
la discoteca Charly Max, y por último vender lo vendible de mis muchas 
sociedades, algún piso o terreno de difícil venta. Los poderes 
concedidos a familia y empleados ayudarían, pero complicando el futuro. 
Quince años de trabajo, por la borda. Las tres tiendas de muebles con 
demasiada plantilla perdían mucho dinero,  otro desastre. Y sin olvidar 
las urbanizaciones, que paralizadas, añadirían disgustos y más gastos 
judiciales. Recuerdo un comprador de un piso que consiguió entrar en los
 locutorios generales para exigir, entre el griterío, le firmara la 
escritura pública. Otra demanda CIVIL. Internet pasados treinta años 
refleja alguna de esas reclamaciones. Mis muchas promociones, a pesar de
 la campaña del PERIÓDICO publicando la afluencia masiva a los juzgados,
 acabaron con un solo juicio en 1992 donde se me declaró INOCENTE.
La
 prensa se olvidaría de LOS DEL CONSORCIO. Perdida toda esperanza, solo 
cabía “salir del patio”,  superar al Director Camacho con su “nada de 
destino porque la prensa se me echa encima”. Y lo dicho, eso solo se 
conseguía “con dinero”. Por suerte las cifras del lugar, la corrupción 
de la casa, eran moderadas, por allí aun no pasaban los grandes magnates
 de las finanzas o la droga que el futuro le depararía, y por tanto si 
los precios de visitas por “jueces” o entrar paquetes con soltura se 
limitaban a invitaciones en el Bar Modelo, o que la propia Tina 
intercediera con sus amistades, un “trabajo” no costaría demasiado. Pero
 a los ocho meses, mi mujer ya había sobrepasado a la Tina y conseguido 
amistades propias. La Gran Pilar Pato, uno de los puntales de la Cárcel,
 la jefa del Departamento Especial. LA LETRADO JEFE, FIRMABA. La 
concesión de los GRADOS,  el destino de los desgraciados una vez 
condenados. Un poder inmenso, aunque con escuálidos clientes. A los 
pocos que con algo de capital llegaban a la cárcel, una vez condenados, 
tras años, ya no les quedaba ni dinero ni a menudo familia. Rafael 
tendrás un destino “entre cancelas”. Lo inimaginable, el sueño de 
cualquier preso que no prefiriera los retribuidos talleres, cocina o 
panadería. Un pueblo de 2.600 individuos necesitaba de unos trescientos 
“destinos” y varios cientos en talleres “según trabajo”.
Composición
 de lugar. Los grandes enchufes. Primero, el patio exterior, 
inalcanzable, oficinas exteriores, para los condenados de mucha 
“confianza” y con cortas condenas, pero como todas las normas, con 
excepciones. Segundo, entre la primera y segunda cancela, unos pocos 
para los locutorios generales, la sala del imposible griterío. Tercero, 
entre la segunda y tercera cancela, la puerta al infierno, con, en la 
planta el economato central, almacén de suministros,  “cocinilla de 
funcionarios”,  gabinete de fotos y fichaje, y en el piso superior, 
locutorio de “jueces” y ruedas de reconocimiento, visavis y los 
despachos de Pilar Pato. Debería empezar por la  primera cancela, desde 
dentro la tercera,  aunque mi compañero de causa, Serena, después de una
 corta estancia en un chiringuito interior llamado “auxiliaría”, 
ficheros de galerías y celdas, traspasaría las cancelas y directo al 
patio exterior, costándole algún automóvil. Bruna, se buscaría la vida 
en Madrid, Hospital Penitenciario, donde extrañamente le destinaron por 
unos desarreglos intestinales.
Un trabajo, pasando la primera 
cancela a las ocho de la mañana tras el primer recuento y  regresando a 
última hora del día cerradas  las celdas, significaba huir del gran 
peligro interior. Un sueño que tras casi un año se me hacía 
inalcanzable. Máxime cuando la tensión  amenazaba estallar. En la propia
 y pacífica Sexta, las autolesiones con gritos y llenando de sangre toda
 la galería, duras peleas, y algún muerto, como el del que por toda 
excusa alegó que la víctima le miraba mal, se sucedían con demasiada 
frecuencia.
Soñando con un trabajo tras las cancelas, el pequeño 
grupo de amiguetes se había ampliado. Por fin gente de “bolígrafo”. Los 
Baret, el famoso presidenciable del Barça, Pedro y Pedrito, padre, hijo y
 un director de agencia del Banco Central, con su extraña estafa a la 
Caixa, Banco y otros (ciertos ingresos por la tarde no fueron a las 
cuentas normales sino a sus bolsillos, unos 800 millones). Un Trías de 
la célebre familia, y su historia mejicana casándose con una sobrina 
ahijada del presidente y nombrado presidente del monopolio de Petróleos 
hasta que se descubrió su bigamia y los talones impagados en España. 
Juan Palomeras Bigas, el del Banco de Navarra, cliente de Juan Piqué 
Vidal (ya por los 70 80 no se dedicaba a los delincuentes de aluvión de 
sus primeros años de carrera)  y mío, pues una de sus sociedades, y 
hasta el Banco, inició la contabilidad en mi centro de cálculo, un 
Sistema Tres de IBM, por los años 74, que además volveríamos a vernos en
 el 2003 cumpliendo condena, él por blanqueo a unos turcos de la heroína
 a través de una ONG,  y yo por las letras a los bancos en 1983-86, y 
con toda la malicia del mundo intentando sonsacarle sobre su admirado y 
hasta divino Juan. Para más distracción se nos añadieron los 
secuestradores de QUINI, unos surrealistas soñando pasar del paro 
crónico de entonces a millonarios. Una chapuza de película italiana, y 
además simpáticos. Nada que ver con los secuestros de la ETA a quien 
quisieron imitar. El secuestro, el delito más complejo, sentenciaba 
Chueca.
Y a  pocos metros, en la enfermería, iniciaba su 
desastrosa vida de cárcel en cárcel, hasta su muerte en una de ellas, 
Carlos Odena Savall, con una quiebra manejada por Piqué Vidal y el juez 
Fernández Oubiña por 12.000 millones, y que ningún medio en Barcelona 
publicaría. En su primera entrada tuvo más suerte que yo, porque, como  
TODOS los “casos económicos”, a los cuatro meses salió con FIANZA. Vidas
 paralelas, sin  el mínimo contacto, con la diferencia que murió en la 
cárcel en el 2000, no sin  antes denunciar las prácticas de sus verdugos
 y beneficiados a través de su abogado de oficio, Carlos Obregón, al que
 le costaría, esa y otras defensas contra el GRUPO, tiros, palizas, 
incendios, y hasta la vida por infarto cerebral. ¡Una pena no conocerle 
entonces!. Se inicia con la suspensión de pagos, en 1981, de su sociedad
 Mercados Económicos SA,  presentada en los Juzgados  de los magistrados
 Joaquín García Labernia y Carlos Penalva de la Vega. Los dos primeros 
jueces condenados en la Historia de España, y con solo repasar sus 
cuentas en los bancos españoles (no se molestaban ni en ir a Andorra), y
 tras su prisión también contratados (o asociados por intereses comunes)
 por el Bufete Piqué Vidal, que a través de una sociedad domiciliada en 
el propio Bufete, Compañía de Desarrollo y Financiación SA, absorberá  
la mayor parte del activo del Grupo Odena. Denuncia archivada en 1991, a
 pesar de que el SUPREMO ordenara su instrucción. Otra de las tantas 
víctimas del Bufete.
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6. LA MODELO. 1981.
Rafael del Barco Carreras 
Pasó
 el tormentoso 23-F. Durante unas horas se soñó con reformas del Código 
Penal, o los indultos generales prohibidos por la Constitución, 
frecuentes en el franquismo, vaciando cárceles. Era imposible que la 
situación empeorara, y muchos vitorearon a los sublevados. Increíble que
 se vitoreara a la Guardia Civil, los “picoletos”. En una especie de 
Síndrome de Estocolmo quienes recordaban muy bien la extrema dureza de 
las cárceles o el sistema policial franquista clamaban por su vuelta. 
Con seguridad lo que pretendían muchos de los altos funcionarios, un 
problema más para justificar la vuelta a un Régimen dictatorial militar.
 La presión al máximo, la violencia franquista seguía, y ninguna de sus 
ventajas. A tener en cuenta que tan solo cinco años antes, en la 
DICTABLANDA del último Franquismo, había 600 presos, el soñado UNO por 
celda, máximo DOS, y se pasó a 2.600, de tres, el mínimo, los 
privilegiados, a nueve o diez el resto. Y ese franquismo  homologándose 
en apariencia con las modernas y progresistas teorías de la reinserción,
 legisló sobre estudios sicológicos, grados penitenciarios, permisos, y 
hasta duplicando las redenciones con ordinarias para los que trabajaban,
 y extraordinarias para quienes no tuvieran trabajo. En la práctica se 
cumplían condenas ilimitadas en años en apenas días, o nada. Un nido de 
arbitrariedad y corrupción. Nacieron las JUNTAS DE TRATAMIENTO, donde en
 principio el CAPELLAN (con la Iglesia hemos topado, ¡y menuda topada!),
 sus informes y criterio, Don Pablo en la Modelo, dominaban donde 
después sería la LETRADO JEFE, Doña Pilar Pato, firmando Director, 
Administrador, Médico, Maestro y un Jefe de Servicios. Todo refrendado 
por la Dirección General de Instituciones Penitenciarias en Madrid. Un 
acotado mundo de, por, y PARA FUNCIONARIOS. Y hacía tres años de los 
MOTINES, la más cruel represión que se recuerda entre los presos vivos. 
Si ahora, tantos años después, afirmo que no creí que el golpe de Estado
 triunfara, se me puede tachar de oportunista, pero así fue. El 
progresismo socialista a un año de las elecciones no formaba parte de la
 cultura del lugar. Por entonces una de las fugas, de seis, pistola en 
mano, simplemente por la PUERTA PRINCIPAL, atravesando las cancelas, 
empeoró la situación. Represión y palizas a destajo.
El “destino”,
 trabajo, no pudo llegar en mejor momento. Salir de la galería e 
incorporarme al Economato Central. Pura distinción. Un enchufe en toda 
regla, y conseguido sin más que mi mujer merodeando con la Tina y su 
amiga Pilar Pato. El coste lo valía. Conocería a los funcionarios y 
directivos. Hasta el momento la más larga de las conversaciones cuando 
el señor Navarro decidió que mi celda era segura para un violador, o el 
médico Baguñá me recomendara un expediente con alguna enfermedad que 
intercediera ante el juez de instrucción, amigo suyo, y según él  
dispuesto a una libertad con fianza, quizá la causa del nombramiento de 
un juez especial. Unos amigos del Clínico, decía, le recomendaron su 
intervención, y era verdad, unas amigas de mi mujer, que no perdía 
disparo.
Si el primer visavís después de meses de calentones a 
través de las rejas del “locutorio de jueces”, aunque de pie en un 
mohoso urinario, significó un renacer, el enchufe aseguraba la mejor de 
las posibles vidas en aquel gran manicomio, casa de los horrores, campo 
de concentración y sala de torturas incluida. Son más o menos las 
palabras del primer juez de vigilancia penitenciaria, Gómez de Liaño, al
 que recordaré varias veces en estos relatos sobre La Modelo.  El amor 
no solo ayudó a superar desastres, creó sueños dentro del peor de los 
mundos imaginables, y dio sentido a la lucha por la existencia y la 
vida. Ella, tras veinticinco años, se niega a leer estos escritos, quizá
 suertes y desgracias al límite  provocan dolores insuperables. Mi 
padre, jubilado de albañil, metido en los 80, con dos guerras, la de 
África del 21, tres años (tres hermanos y uno muerto participaron), y la
 Civil otros tres, en el bando perdedor, no superó ni aquella sala ni 
saberme en aquel lugar. Evidentemente, los Del Barco, no tenían suerte.
Sustituiría
 a Juan, un abogado condenado por desacato, y mis funciones, trabajo 
administrativo a las órdenes de Don Daniel, jefe de Suministros y 
Economatos, contador público, decía, y sus funcionarios, Don Mariano y 
Don Jesús, un buen hombre que aún está en el 2007 en Suministros, y 
además despachar a los pocos funcionarios de compras o tomando café. 
Desde el primer día clasifiqué el trabajo de pura esclavitud, pero 
procediendo de donde venía, ningún remilgo. Doce horas diarias a tope, y
 aumentando según Don Daniel valoraba que mi capacidad burocrática se 
hallaba a su altura. Completa administración y contabilidad, con 
infinidad de plantillas, formularios, listados, cuadres y controles de 
los economatos en el interior, y hasta libros oficiales, sin olvidar los
 intensivos y extensivos para Madrid. Mi experiencia de diez años en el 
Banco Comercial Transatlántico, banco alemán, y siete años de banquero 
“sui generis” en la Cooperativa de Crédito,  daban sus frutos. Total, 
terminé “haciéndolo” todo, y hasta con un ayudante para despachar,  al 
que por desgracia al poco decretaron fianza, y puesto que el jefe 
opinaba que cuantos menos mejor, seguiría solo. Adiós al ayudante, un 
profesor de los hijos de Don Daniel, en arquitectura técnica, 
involucrado, a mi entender sin culpa, en la quiebra de la Caja de la 
Vivienda, tema conocido por mí de años atrás por vocal durante cinco 
años de la recién constituida Unión Nacional de Cooperativas de Crédito.
 Un hueso, el jefe, pero sin duda complacido con mi trabajo, y aunque 
nunca me supuso más ventaja que el “destino” en si mismo, tampoco 
ninguna desventaja (por el momento). Un departamento donde en la 
actualidad trabajan SIETE FUNCIONARIOS con sus ordenadores y mil presos 
menos en la Modelo.
Primera sorpresa, las facturas y recibos 
firmados en blanco por los proveedores. Después de exhaustivo cuadre 
entre albaranes, partes del almacén de suministros, notas firmadas por 
cocina, y una extensa plantilla presupuestaria a tenor de  228 pesetas 
día por individuo, de un armario con puerta corredera tipo años veinte, 
salían las facturas y recibos firmados en blanco que yo debía rellenar 
cuadrando con el conjunto contable. Un traje a medida. Y a Madrid, cada 
dos meses, confeccionado TODO con la misma máquina de escribir. La cara 
debió traicionarme porque Don Daniel justificó el atípico procedimiento 
con la imposibilidad de cuadrar tanto movimiento, “Claro, claro, sería 
imposible”.  Me planteé que si todas las cárceles del País aplicaban esa
 ciencia contable, ¡menuda la contabilidad nacional!. Recordé mi año en 
las oficinas del Batallón Madrid XXXI en el Castillo de Figueras donde 
existía una Caja B por la venta de “sobras” repartida “muy legalmente” 
entre los mandos. Sería verdad la fábula interna que la dirección y 
administración alimentaba una gran granja de cerdos a cargo de los 
presupuestos. Con granja o sin, los altos mandos vivían muy por encima 
de sus tristes sueldos oficiales, por lo pronto los que conocí tenían su
 “torre”, segunda residencia. Un negocio adicional los presos 
presupuestados y cobrados que no comían del asqueroso “rancho” y se 
alimentaban del Bar Modelo, los paquetes familiares, o la llamada 
“rutina” de los  cabos de galería, vendiendo lo robado en la cocina a 
través de sus contactos.
Si los números cuadraban, a las muchas 
columnas de la alimentación se añadían unas muy simpáticas con los 
hidratos de carbono, calorías, proteínas y otras zarandajas de cada 
alimento, y ahí, a la corta, me despaché con inventos alterando incluso 
pasadas cifras de referencia. A ojeo, cantidades y sumas. Mi único 
callado grito de rebeldía. Si alguien comprobara en los archivos 
madrileños o en la propia Modelo las facturas falsas confeccionadas con 
la misma máquina o esas columnas justificando la absoluta bondad técnica
 de los alimentos, certificaría mi sorpresa. O preguntando actualmente a
 Don Jesús, o al administrador el “Cojones”, jubilado en la Jefatura de 
 “Asistentes Sociales” en Vía Layetana, ¿?,  pues Don Daniel y Don 
Mariano, ya han fallecido.
Pero si el trabajo me ahogaba todos los
 días de la semana y todas las horas del día, mi mujer me sorprendía 
continuamente. Según días y guardias, asomaba la cabeza en la cancela, y
 olvidando la comida de la Tina, traía la propia o recién comprada en la
 plaza, iniciándose una relación de amistad con el cocinero de la 
“cocinilla” de funcionarios, que durante los dos próximos años sería el 
“club social” entre “cancelas”, Un club formado por dos presos de 
Suministros, un “manitas” para todo (que por suerte alternaba sus 
chapuzas despachando en el economato), el ayudante del fichero de fotos y
 huellas, con un funcionario poeta, un ordenanza para el funcionario de 
la cancela, dos para el Departamento Especial de Doña Pilar Pato, 
pasillo de “Jueces”, y sala de visavís. Un club donde reinó la más 
posible de las concordias, sin recordar tropiezos. Un muy aceptable 
convivir  a pesar de abarcar  heterogéneos “palos” de la delincuencia. 
Drogas, falsificación de moneda, atracadores, hasta algún asesino, y por
 suerte ningún violador, que siendo los más modosos y cumplidores del 
orden interno, despertaban siempre la inquina del resto de los presos. 
Amén de los pocos funcionarios que comían en la “cocinilla” y los muchos
 de paso por el eje principal de la cárcel.
A continuación, 
sorpresas desagradables. Me citan a “jueces”, en la cabina para 
juzgados, y una joven funcionaria del Juzgado n. 4 inicia un 
interrogatorio y entre otras preguntas debo asignar bienes para 
embargar. “Señorita, primero aquí dice, ante mi, el juez…después ¿no 
cree que necesito a mi abogado para cualquier citación ante un juez, que
 además no está?”. “No quiere usted declarar…allá usted”. En un segundo 
pensé que mi situación ante ese juez especial, al que nunca vería, ya no
 podía ser peor,  y en mi ignorancia creí que ante la negativa 
intervendría mi abogado Pascual Estevill. Si hasta aquel día la 
corrupción asomaba en el sumario, desde entonces intervino lo kafkiano. 
Me enteré que lo de “Ante mí…” era tan normal como el propio locutorio 
de “jueces” donde nunca vi un juez. Se me ocurrió otro estúpido 
pensamiento, ¿esta gente sabe que hace tres años se aprobó la 
CONSTITUCIÓN?. Jueces especiales, torturas, aquella cárcel, ninguna 
garantía judicial, negación de pruebas para demostrar mi inocencia, la 
amenaza por no declarar, la sombra del desacato, LA ARBITRARIEDAD POR 
TANTO CORRUPCIÓN TOTAL, formaban las virtudes de cualquier DICTADURA 
FASCISTA. Tras cinco años de muerto Franco, al dictador le sustituyeron 
sus funcionarios, y sin freno.
Faltaba por ver. El peso de la 
DROGA en el dinero circulante, el extraño descuadre entre recuentos 
interiores y número de presos según las oficinas de Administración, las 
entradas diarias de detenidos…las salidas al Clínico…las huelgas y 
motines… extraños traslados a manicomios, “terceros grados”, nuevas 
amistades…  y  Pilar Pato…
CONTINUARÁ...