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martes, 26 de julio de 2011

TERRORISMO; IMPONER POR EL TERROR. MIEDO.

Rafael del Barco Carreras

Barcelona 26-07-2011. Hoy Luis abre su www.legitimidad.com con la foto del terrorista noruego, cuyo nombre me niego memorizar, y le sobreimprime “ERC quiere ser como BILDU”.


Cuando de tarde en tarde nos vemos, hablando de lo humano y divino, me cuenta que el terrorismo le es una fijación desde que vecino de HIPERCOR, hace veinte años, vivió aquella masacre muriendo un conocido suyo. Acabo siempre con lo de que la ETA es uno de mis tabús, pero sin callarme que sé muy bien, por los conocidos en la cárcel, que en Cataluña establecieron comandos y alianzas. De eso hace 30 años y mis corruptos enemigos nada tienen que ver aparentemente ¡muy aparente! con ese terrible problema.

Siempre me pregunta si no tengo miedo. Se refiere el miedo que sujeta la lengua, los escritos, tan impreso a fuego y terror en el Pueblo Español. Me confiesa que las amenazas a su familia se lo infundieron. Le pongo literatura a la contestación repitiéndole que he vivido la muerte tan de cerca que mis miedos cambiaron de norte. Sustituí prioridades, y no se despiertan con facilidad.

Tuve pánico cuando repetidas veces conviví con terminales de sida, sumadas las infecciones oportunistas, tuberculosis, hepatitis o herpes. Me escucha absorto cuando le cuento que algún jefe de galería o módulo se compadecía cambiándome de celda, pero no era fácil.

Le insisto con que la muerte puede llegar de un psicópata como el noruego, o algún desalmado oficial de prisiones jugando a diosecillo todopoderoso, actitud más común de lo deseable. Pero sin sentir el miedo por el que me pregunta, y no porque no suponga que entre los corruptos no haya asesinos, sino porque olvido el seguro dato.

La vida me ha concedido los 70 sin enfermedad alguna, ni médicos, como el que me contestó que no podía hacer nada porque la política penitenciaria imponía mezclar sanos con enfermos para que no se traumatizaran ¿¿?? metidos en un geto. Y no tenga miedo, recuerdo que me contestó, que no se transmite si no es por contacto físico o por la sangre y fluidos, añadiendo con gesto heroico que él y el personal sanitario se exponía más, y estaba sano. Yo era bastante prudente cuando captaba que la causa estaba perdida. No le contesté que el individuo dormía encima, y drogándose vomitaba con frecuencia. Eran los tiempos que no tenían zorra idea ni del cómo ni porqué de la plaga. Sin florituras… caían como moscas.

Pasado poco tiempo voluntariamente, para redimir condena, trabajé en la enfermería de Can Brians, repleta de sida. La relatividad de los miedos.

Llegados a este punto Luis me mira fijo, no sabe que contestar ni yo cómo definir el “terror y el miedo”.






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