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domingo, 31 de julio de 2011

ÁLVARO PERNAS Y JOHN ROSILLO O EL "OASIS CATALÁN".

2. PERSONAJES EN LA SENTENCIA DEL CASO HACIENDA DE BARCELONA.



Rafael del Barco Carreras

Barcelona 31-07-2011. En los 90 entre las genialidades del gran charlatán Jordi Pujol, cuando en Madrid el Gobierno Felipe González se ahogaba en corrupciones, sobresalió que bajo su “reinado” Cataluña era un oasis comparado con Madrid. Ahora sabemos por varias sentencias que aquello en lugar de un oasis era un espejismo, creado a base de Prensa y Tele entre propia, pero “pública”, y comprada. Las sentencias nos demuestran, que aunque muy tarde (10, 15, o 20 años) y con sumarios montados desde la Gran Corrupción, existen en Barcelona jueces “decentes”.

Repito que por desgracia yo sabía muy bien entonces, por convivir en la cárcel con los extorsionados del juez Luis Pascual Estevill y Juan Piqué Vidal (mis amorales abogados en el 80) que aquel oasis era un charco de cloaca, que el entorno Pujol concentraba más corruptos y corrupción que el célebre alcalde franquista Porcioles y su amigo y “colega” el presidente de la Diputación Samaranch, e incluso que superaba a los socialistas de Narcís Serra y Pascual Maragall extorsionando con Filesa y Time Export, o a Javier de la Rosa.

De entre los personajes del Oasis la sentencia del caso Hacienda de Barcelona nos fotografía a un muerto ¿asesinado? Rosillo y otro huido Álvaro Pernas, que convencidos de su impunidad por conocedores de la porquería que envolvía a sus “jefes”, para el golfo John los Pujol “dueños de Cataluña”, y para Álvaro, los Aguiar, Huguet, Josep Borrell, y toda la cúpula de Hacienda en Madrid, se permitían toda clase de atropellos hasta entre si mismos. Cataluña, un mundo de furibundas e hipócritas individualidades, que a menudo cohesionados por la “pela” obran como mafiosos sicilianos.

Alvaro Pernas extorsionaba con cifras de 50 millones de pesetas por mimetismo con su amigo el juez Pascual Estevill que estableció ese mínimo de primera entrega, y sabiendo a la perfección por el juez y su amigo Sánchez Carreté (entonces asesor fiscal privado de Pujol) que extorsionaba al propio Jordi Pujol.

Un pulso entre el corrupto Poder madrileño y el “Oasis Catalán”, que flotando entre el dinero de las Olimpíadas, las transferencias de Madrid a la Generalitat, las recalificaciones de terrenos, los cientos de miles de millones de los kuwaitíes (y otros) dilapidados y repartidos por Javier de la Rosa, los socialistas quemando toda institución y presupuestos a su mando, poseían dinero más que sobrado para comprar a “inspectores fiscales” o jueces y cualquier funcionario “dependiente de Madrid” que se cruzara en su camino.

Un tiempo en que entre el “plata o plomo”, por abundante, los corruptos elegían la “plata”, aunque siempre digo, existen intentos de asesinato no aclarados como el tiroteo al abogado Carlos Obregón por “hablar demasiado” y no admitir “plata”. Superó el tiroteo, pero conseguido que lo expulsaran del Colegio de Abogados moriría de infarto cerebral. Consultar “Barcelona, 30 años de corrupción”. Existen más muertes extrañas sin remontarnos a los asesinados el alcalde franquista Viola y el empresario Bultó, cuya versión oficial es una sarta de prevaricaciones acompañadas de torturas a unos inventados autores. Sentencias en Estrasburgo.

Si Álvaro era un energúmeno engreído que poniéndole los cuernos a su mujer con su amante cubana complicó el proceso “Hacienda” acabando en prisión por “levantamiento de bienes”, el noctámbulo Rosillo lo complicaría por matar a un peatón tras salir borracho de una casa de putas, ¡y en Rolls! su habitual automóvil.

Con únicamente estos ingredientes de los personajes secundarios en cualquier país civilizado se hubieran creado unos “Intocables” para acabar con un ambiente entre gansteril y de Gran Corrupción política y funcionarial, cuando además el fiscal jefe vitalicio de Cataluña Carlos Jiménez Villarejo, y nombrado jefe de la recién creada Fiscalía Anticorrupción en Madrid, su sucesor y gran camarada (fiscales franquistas y comunistas del PSUC¿¿??) José María Mena, acumulaban denuncias a docenas, desestimadas las más, y en alguna el denunciante acabaría condenado, caso del secretario particular de Juan Piqué Vidal, Antonio Piñol.


A 15 o 20 años de los delitos, la Sala, continuando la práctica de no decretar prisión tras sentencias recurribles al Supremo, no hace más que desestimar la petición de una Fiscalía Anticorrupción que salvando la intervención de los dos fiscales en este juicio, participó y hasta ayudó a la creación y mantenimiento de ese podrido Oasis Catalán.

Dicen las noticias; “En el caso de Pernas la Audiencia ha reclamado a su letrado que confirme documentalmente en el plazo de dos días en qué lugar se encuentra después de que se haya ausentado a la lectura de la sentencia y la vista sobre las medidas cautelares. Según el abogado, su cliente se encuentra ingresado por una pulmonía en Santo Domingo (República Dominicana).”




Continuará.











Nubarrones de hoy desde mi ventana.



1 comentario:

Ferdinan dijo...

El famoso Oasis Catalán de Pujol ha resultado ser una ciénaga que ha tardado 20 años en demostrarse con esta sentencia. Pero la cienaga se queda pequeña cuando aparece un muerto en extrañas circunstancias que negociaba cantar y amenzaba alcanzar niveles tan sospechados como inalcanzables en condiciones normales.
Historia truculenta del muerto John Rosillo,que ya en el 2007 se publicó lo siguiente:

""El empresario John Rosillo, muerto en Panamá el pasado día 21 de octubre mientras se encontraba fugado de España, intentaba negociar con las autoridades su vuelta a España y estaba dispuesto a narrar operaciones y pelotazos empresariales de la década de los 90 y principios de la actual a cambio de no ir a la cárcel. Sus secretos valían su peso en oro, desde compra-venta de grandes extensiones o negocios urbanísticos en Marbella hasta pagos a conocidos personajes en Suiza a través de intermediarios fiduciarios""

Merece la pena recordarlo para entender bien esta historia de corrupciones y mafias que no dudan en usar el plomo sin preguntar.