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domingo, 8 de abril de 2012

1ª PARTE, CAP. 6 de “BARCELONA, 30 AÑOS DE CORRUPCIÓN”, ed. 2006, Consorcio de la Zona Franca, Piqué Advocats Associats, 1975-1984

Rafael del Barco Carreras

Barcelona  8-04-2012. Y 29 años después en el juicio por el Caso Hacienda de Barcelona surgen operaciones y decenas de miles de millones de pesetas de entonces. Se condenará al político de AP y dueño de IBUSA, Eduardo Bueno Ferrer, y más ironías, Javier de la Rosa, inocente.

Cap.6 - Parés. Hotel Ritz. Charly Max. Eduardo Bueno. Juez
Fernández Oubiña. Bufete Piqué. Abogado Obregón.
Carlos Odena. Jubilación Antonio. Medallas.
Astilleros de Palma. Grupo Z. Grupo Godó. Baret y
Caixa. Pg. 32



PRIMERA PARTE
Consorcio de la Zona Franca
Piqué Advocats Associats
1975-1984


6


El 79 marcaría el punto álgido y la gestación del drama que se avecinaba para el 80. Por mi parte, a mitad de año, los temas financieros tan peliagudos dos años antes retomaban un camino sereno. La compra de Sofhos SA, arrendataria del Hotel Ritz, un año antes, aun con pérdidas, y asociado al cincuenta por ciento con Antonio Parés Neira (personaje de reparto que aparece a menudo en esta historia), con la idea de una entrada en la sociedad de Antonio de la Rosa, que quería el emblemático hotel (rotas las conversaciones por la venta de un cuadro falso por parte de Parés) , se completaba con la compra a Juan Gaspar de HUSA, tras un tanto reñida discusión, de sus acciones de Charly Max, la célebre discoteca de la esquina Bori Fontestá-Beethowen. Firmando unas letras me hacía administrador del célebre entonces local, un excelente negocio, alimentando la aparente golfería del “grupo”. Si redondeaba con los terrenos de Montornés, el futuro aun con los problemas pendientes de las urbanizaciones se mostraba esperanzador.
Mientras, en un entorno de elevado lustre financiero, arrastrando rémoras por la evidente crisis general, desde su despacho de la Ramblas, Javier de la Rosa se definiría como obseso al trabajo. Un joven hiperactivo, rebosando soberbia, clasista y despótico. ¡Piñana eres tonto, gritaba a su secretario!. Y buen adulador imponía la adulación, y moscas a la miel. No le faltaban ofertas, enterradas en más millones de los que un superficial examen técnico financiero aconsejara y definiera lógico. Si aquel 1979 los futuros fiascos de Tierras de Almería SA, o Piscifactoría de Cádiz SA, Ibusa, con Eduardo Bueno Ferrer, o Urbis SA administrada por Sainz de Vicuña, director general de Banesto, Harry Walker SA, o Renta Barna SA, ocupan parte del total del banco, en práctica quiebra las empresas, y por lo tanto el Banco, lejos aun de cuando degeneran en el cáncer total de cien mil millones de pesetas. Crédito tras crédito hasta cifras de imposible entender, con veinte o treinta mil millones en Almería, por el 80, ¡convertiría toda la provincia en una tomatera!. De los 28.000 millones de pasivo, el Banco Garriga Nogués alcanzaría en 1985 los 105.000 millones. Todos enterrados según versión del propio Javier a los periodistas José M. Álvarez y Joaquín Lledó, “Javier de la Rosa, Historia de una Ambición desmedida”, semi hagiografía, que le disgustó, en empresas basura del entorno Banesto, aunque él multiplicara por cinco esa basura.

En cuanto biografías, “J.R. El Tiburón”, de Manel Pérez y Xavier Horcajo, prohibido durante cinco años por uno de tantos jueces “amables”, no basaría en la “desmedida ambición” de la primera biografía editada el evidente inmenso lodazal. Turbias operaciones, irregulares actividades, espionaje privado, que ya en el Banco, obsesión morbosa, lo gravaba todo con puro y duro gansterismo. En las biografías, suaves las referencias a mi persona, legibles, aun sin apartarse de lo contenido en las hemerotecas, fuente de los escritores sobre tan controvertida existencia.

Pero desde el primer instante de su incorporación al Banco Garriga Nogués, pasado un breve periodo en el Banco Urquijo, 1973, precisamente el Urquijo, en enero de 1974, y siguiendo los pasos de su fracaso en el Pastor, se le encuentra en reuniones y negocios con Juan Piqué Vidal, y quien será magistrado en el caso Consorcio, Fernández Oubiña. El Opus unido a la “manga ancha”. De esas reuniones saldrían operaciones para el Banco, y la ruina de muchos empresarios. Y Antonio en otro de los compartimentos de su doble o triple vida anda en esos tratos, de sombra de su disparatado hijo. La Compañía de Desarrollo y Financiación SA, domiciliada en Diagonal 612, Bufete Piqué Vidal. O Supermercados Seis SA, Mercados Económicos SA, Distribuidora Coloniale SA, Arola SA, Carpe S.L., y la significativa Comercial Distribuidora Andorrana de Alimentación SA, con domicilio en Andorra, y decenas, a la larga con infinitas deudas impagadas, y ningún activo. La financiera, usura en grado superlativo, consistía en prestar dinero firmándose letras (un documento casi sustituido hoy en día por el pagaré), y descontadas en un banco a un precio menor dejaban beneficios. Un bufete, un empleado de banca con poder para descontar, y un juez para las inevitables reclamaciones, denuncias y contradenuncias por la ruina del cliente, amenazar con la cárcel o usarla, obligando a firmar los bienes residuo para la “financiera” en contra de otros acreedores, cerraba el círculo. A Odena le costó el patrimonio familiar y la cárcel, firmando garantías la madre. Y si los impagados se los traga el Banco, los beneficios para la financiera inconmensurables. Antonio, en corto paseo, de sus largas estancias en las tiendas de Serena, revolviendo coches y novias, al Bufete Piqué Vidal en la misma Diagonal donde se robaban fortunas y consolidaban desfalcos.

Desde el 77, nombrado Javier Vicepresidente ejecutivo, la ambición y su capacidad dialéctica se desbordan sin límite y prudencia. Un ascenso, y añadidas “las financieras”, convertían al empleado de banca, una vida de escasez, en un “financiero”. Y si ya antes del 77 podía “descontar” en el Banco, desde concedido el poder de abonar remesas a los clientes el negocio es “bufá y fe ampollas”, hasta que nadie paga y el castillo de naipes se derrumba. En cifras modestas me sucedió con la cooperativa de crédito, salida de apenas la nada, o para ser exactos de una pequeña financiera, con banquero de medio pelo para sus “descuentos”.
Pero el 79, la primera piedra en el camino. Su padre se jubila presionado por Narsís Serra, con fiesta de despedida y bandeja de plata con la firma de todo el Comité ejecutivo (el homenaje, repetición contada por Javier de su dimisión en el 73 del Banco Pastor, para buscar más amplios horizontes, cuento que repetirá). Un meteoro, Director de oficina, Director General, y Vicepresidente Ejecutivo. Los millones del Consorcio, las relaciones del padre, los extratipos, su arrojo y total entrega a la causa de “enriquecerse”, y una retorcida conciencia le permite asistir a misa por la mañana y pasarse por la entrepierna la mínima moral, forjan su futuro. La jubilación paterna un hito en su huida hacia delante.

Recuerdo la bandeja de plata en una estantería del despacho de Fernando Serena, de donde ya antes me sorprendió una botella de Jony Walker, vaciada en apenas una hora antes de comer, y ni yo ni Serena bebíamos. Tras la jubilación, me decía, la reciente elección de Serra para la Alcaldía. Ese “rojo” sentado a su mesa en una de tantas celebraciones, y Antonio se levantó indignado con un “yo no como con rojos”. Iniciándose el verano del 79 ni de lejos pensé que esa jubilación afectara mi vida. Uno de tantos cargos de Antonio, pensé, de esos para cobrar la asignación de secretario o consejero, o atrapar al vuelo algún negocio, como los terrenos. Y la llamada transición a la Democracia renovaba mucho cargo franquista. Ni ocurrírseme que uno solo de sus ejecutivos, y en ese caso ni eso era, secretario del comité rector, dispusiera del total patrimonio, saldos y grandes realizaciones inmobiliarias. Me inquieté cuando metida la ciudad en vacaciones mi amigo Serena me llama al despachito de mis tiendas de muebles contándome que Antonio se ha ido de España por unas graves irregularidades en el Consorcio. Por lo visto la huida afectaba al vendedor de coches. Seguía sin ser consciente de repercusión alguna. Una sorpresa las “Medalla de Campaña, tres Cruces Rojas del Mérito Militar y dos cruces de Guerra”, o su participación en las sociedades Astilleros de Palma SA o Costeros de Levante SA, y menos su relación con el entorno de Piqué Vidal. ¿Porqué mi intervención en la compra y construcción de dos yates?.

Ignoro cuanto de lo ocurrido en el Consorcio conocía con exactitud Antonio, asimismo un misterio el importe de basura que los directivos de Banesto abocaron al Garriga Nogués, y cuanto se puede atribuir a las formas y dinámica que Javier imprimía a las circunstancias caídas en sus manos. Que él distribuía el pastel, no cabe duda, y tanto el padre y hermanos, los directivos de Banesto, con hijos incluidos, encantadísimos en el 79 con el mayor genio de las finanzas dado por Barcelona en los últimos decenios.
Su primera embestida a la calculada marcha paterna fue de victimismo, y al tiempo reuniones maratonianas con Piqué Vidal para reducir el impacto. A mano los pretendidos íntimos y socios, y el padre informando e inventando detalladamente. Las cifras frente a Banesto, le avalaban, o eso parecía, y salió fortalecido de la fingida y atolondrada actuación paterna. Su padre se había vuelto loco, aprovechado por dos golfos para engañarle. Los financieros de dudosa reputación.

Y aunque el ámbito de maniobra y la potencia financiera, escasos a comparar por los 80 con KIO, había base y millones suficientes para convencer y corromper. La prensa barcelonesa callada, superando el susto en Tele Exprés en el 77, a base de créditos y publicidad del Banco. Tantos, que el propietario Sebastián Augé calló al periodista José M. Huertas Clavería con un lacónico: “¿De quién es el talón de tu final de mes?”, “Del Banco Garriga”, “Pues eso”. Por el estilo Antonio Asensio, dueño absoluto del llamado Grupo Z, Intervíu y El Periódico, ni palabra, su propia existencia aún dentro del éxito editorial, escándalos y porno, dependía del banquero, y el “Grupo Godó”, otro tanto, y vecinos. Muy acertada y conveniente la versión de afectado hijo. La guerra mediática se iniciaría en la revista madrileña Cambio 16, con lo de San Antonio y los financieros de dudosa reputación.

El día, 18 de noviembre de 1979, tomé conciencia del problema. Lo solucionado en dos entrevistas con un abogado del Consorcio, un jovencito llamado Casanova, de la cuerda de los De la Rosa, no parecía encajar en la historia que a mis espaldas se tejía. Se anulaba la promesa de compra de los terrenos de Montornés por unos 600 millones. La no recalificación anulaba el compromiso. Involucrados tres ayuntamientos, Granollers, Montmeló y Parets, imposible en aquel entonces ponerlos de acuerdo, y puesto que la promesa y precio incluían su inevitable recalificación, pacto reflejado, y sin mediar arras, se entendía sin efecto el contrato. Una pena. Aun huido Antonio, y por lo tanto la financiación del Banco Garriga, se escapaba una estupenda oportunidad. Y puesto que mi amigo y socio Parés, poseía las cartas de un grupo árabe interesándose por la inversión, se podría intentar. El Ritz en sus manos resucitaba de un largo deterioro y letargo, y él removía cielo y tierra en busca de la oportunidad de un pelotazo. Su nula capacidad financiera le alejaba de las inversiones suficientes para reflotar el edificio, y los sueños se le acumulaban. Un castillo de ilusiones con carcomido andamiaje.

Lo de los dudosos financieros me intranquilizaba, y Serena ni se daba por aludido. El año terminaría con cierta zozobra pero sin nada concreto. El Charly Max superaría su record de recaudación en la fiesta de final de año, y pasaría esos días esquiando con la familia en el hotel y pistas de Cerler, Huesca. La huida de Antonio se enmarcaba en las varias experiencias entre socios, empresarios, clientes, amigos y enemigos. Por entonces las huidas, tan comunes, que apenas se comentaban. Recuerdo al abogado Rucabado Verdaguer aconsejar a sus clientes quebrados, en principio, siempre a Andorra. Si la cosa empeoraba a Brasil o Méjico sin extradición. Abundaban los huidos por quiebras o estafas, estilo Pedro Baret, aspirante a la presidencia del Barsa, que estafó ochocientos millones a la Caixa y otros, ofreciéndoles el 21% si ingresaban en la agencia Tuset del Banco Central, y en connivencia con el director los cheques paraban en sus bolsillos, entregándose una libreta de imposición. Ahora debería explicar desde su retiro en Sitges como consiguió un cheque por 500 millones del 79 de la Caixa, presidida por su amigo Narciso de Carreras, y director general Vilarasau, e ingresarlo en una agencia ajena a los ingresos interbancarios, y a quién prometió en negro la diferencia entre lo legal y el 21% (ampliando con el cómo se ahorró cumplir condena). Muntadas Prim, Manuel Rosel, Trias, Torras, o Sebastián Augé, tras la quiebra de “Tele Exprés”, el de la noticia sobre el Consorcio en el 77, y tantos sin celebridad. La mayoría regresaban a Barcelona una vez tanteado y pagado el juzgado.


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