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miércoles, 18 de abril de 2012

1ª PARTE, CAP. 16 de “BARCELONA, 30 AÑOS DE CORRUPCIÓN”, ed. 2006, Consorcio de la Zona Franca, Piqué Advocats Associats, 1975-1984

Rafael del Barco Carreras

Barcelona 18-04-2012. El capítulo 16 se diría escrito en la actualidad. Las cajas de ahorros, sus quiebras y fusiones. Pero como siempre digo, las actuales cifras dejan aquellas en ridículo. 

 


Cap.16 Banco Garriga. Crecimiento y beneficios. Bueno, pag.80
Estevill y Javier. Banco de Madrid. Familia Franco.
Castell.




PRIMERA PARTE
Consorcio de la Zona Franca
Piqué Advocats Associats
1975-1984


16

 
Al parecer, en la Rambla de Canaletas, central del Banco Garriga Nogués, los beneficios y expansión en unos años en que España enterraba, quebrados, no menos de cincuenta bancos, tan fulgurantes como sus páginas de publicidad en La Vanguardia. Javier de la Rosa, solucionado el incordio de Del Barco, escalaba las estrellas. Comparando, cifras modestas, 28.300 millones de pasivo, acreedores por cuentas corrientes, ahorro y plazos, anunciando 420 millones de beneficios. La mitad del movimiento se manejaba por créditos directos a una serie de empresas donde firmaba su vecino Eduardo Bueno Ferrer, promocionándose para Honorable con el eslogan “bueno para Cataluña” y su Generalitat. De tener en cuenta que el Banco Garriga redescontaba, o sea, endosaba sus créditos documentados en letras al Banco Español de Crédito, las cifras muy superiores.

Bueno Ferrer era recomendado especial y socio del Director General de Banesto, José M. Sainz de Vicuña, que fuera director en Barcelona, aunque ya por vecindad y negocios directos, Ibusa, Tierras de Almería, y decenas de sociedades, los tratos íntimos y exclusivos con Javier. Sorpresas del futuro enterarme que Pascual Estevill no precisaba la intermediación de Piqué Vidal para sentarse ante Javier, puesto que la intimidad con Bueno venía del principio, de cuando los dos se encontraron y trabajaron en las empresas del yerno de Porcioles, salidos de la pura miseria, Pascual cabrero, y Bueno de la inclusa (o eso contó Pascual con las dudas que semejante autor merece). Por los 80, Bueno preparándose por la Alianza Popular de Fraga a la toma de la Generalitat, y el otro a diputado por Tarragona por la UCD, Unión de Centro Democrático, de Adolfo Suárez. ¡Que pareja!. Desde sus inicios descubrirían en sus “jefes” que la política es la fuente de toda riqueza. La escuela del Alcalde Porcioles y su estela de recalificaciones (para su yerno y amigos) merece el estudio que nunca tuvo repasando los asquerosos barrios periféricos. Y a su vera se inició el propio Maragall. Una Notaría, la Alcaldía, y un bufete, y a ganar dinero sin freno, con Franco o sin.

Todo un panorama ante Javier. Por un lado, su “asociación” con Bueno. En pura teoría bancaria, ¿quién manda en el banco, el ejecutivo que lo maneja o quien le debe una cifra exagerada para su capacidad?. En su huida hacia adelante o hinchando la pirámide, si el firmante se niega, se hunde el Banco, y seguro se hunden las empresas, inmenso pozo de pérdidas, de cortarse las inyecciones de dinero. Y por otro, los políticos, el Noticiero Universal, y los socialistas pidiendo para su expansión en el Sur, y en lo local. Y en el Siero actuaba Pascual de letrado con el consejero del Banco Garriga Nogués, conociéndole demasiado bien, Lorenzo Rosal Bertrand.

Que Pascual se vendiera, ni tenían duda Piqué Vidal, ni menos Javier. Su amigo Rosal, y por amigo consejero del Garriga, le contaría la reciente y aún coleando historia de Estevill en Textiles Bertrand Serra, y los chanchullos descubiertos en su contabilidad por un personaje que en el futuro sería clave en el hundimiento del gran vocal del Poder Judicial, el economista, Enrique Marugán Giró.

Un sinvergüenza el abogado que apretaba escribiendo lo dictado por mí pero consciente de a quien serviría. En total, lo revelado lo veía hasta un ciego, y más, economistas como Narcis Serra (especialista en inmobiliario y urbanismo en el Consulting con Miquel Roca). ¡Una maravilla poner en un brete al banquero!. Apretarlo, si, pero sin quebrarlo. Su entrega paliaría la actuación en Textiles Bertrand Serra. Sin embargo entre semejantes buitres no se olvida nada y la historia surgió quince años después de propia voz de Marugán denunciándole en Barcelona y en el Tribunal Supremo por prevaricación, soborno y estafa. Marugán, sin lugar a dudas, el hombre que acabó con Luis Pascual Estevill. Otra historia.

En el 81, Javier inmerso en sus poderes absolutos otorgados en 1977, superadas las reticencias de Pablo Garnica Mansi, sumun en el Banesto, invitado un verano a su finca en Noja, Santander, y cerrado el sumario, el futuro diáfano, a amasar fortunas. Cuentan las extrañas biografías que sustituyó la fotografía de Franco en la cabecera de su despacho por la de Garnica Mansi. Para el “pelota” treintañero, en un banco de quince mil empleados, en definitiva iniciado de director de apenas nada en las Ramblas, suponía una dignificación total. La deferencia la ampliaría en sus infinitas comunicaciones telefónicas con consejeros y directivos del Banco. La intriga telefónica, una de sus capacidades. La tesis difundida por Javier de que Banesto comprendió que los hijos no debían pagar por los pecados paternos, consolidada, aunque el viejo patriarca supiera que el crecimiento del Banco Garriga provenía del efectivo inyectado por el Consorcio y sus créditos con la Caixa, y que los edificios del Consorcio los construyera, a medias, la Constructora Agroman SA, del grupo Banesto, y que encima se reciclaban créditos incobrables del grupo, además de amparar a su hijo metido en pozos sin fondo con escándalo en reducidos círculos madrileños. Unas decenas de miles de millones engordando los cientos de miles de millones de la absorción del Banco de Madrid, y Banco Catalán de Desarrollo de la familia política de Franco, los Gotor y Villaverde, y el insondable Banco Coca. Total, el coste de todas las cacerías y fulaneos del entorno del Pardo. ¡Y aun hay seudohistoriadores afirmando la decencia de Franco!. En ese grupo financiero, y no era el único de “sus grupos” se esfumaron varios cientos de miles de millones absorbidos por el Banesto. Se metía mano en los presupuestos y en la banca. Quizá más fácil en la banca. Se firmaba un crédito a una sociedad, y en billetes a casa o a Suiza. Entonces no existía ni el freno de pago en efectivo por ventanilla. Para no trasegar los billetes, siempre peligroso, Jaime Castell tenía en Suiza y en Perpiñán su propio Banque Catalá d´Embolupament, ¿o también propiedad de la familia Franco?, en definitiva el dinero provenía del Banco de Madrid y sus muchos enredos empresariales, todos fallidos (caso Interlorce SA). Un personaje que desde Manresa conquista el entorno de Franco, nombrando a su consuegro presidente del Banco de Madrid, un engendro orillando para la “familia” la Ley Larraz o “statu quo” bancario. ¡Qué no sabría Garnica Mansi, con el Banesto, banco del Régimen!.

¡Vete con Dios, le diría!. Garnica seguiría anunciando beneficios, y en el Banco Español de Crédito ampliarían capital para que su grupo de amiguetes del Consejo acudieran a la ampliación a la par para al siguiente día vender en bolsa a cinco veces lo pagado, y felices. La legislación de cubrir pasivo con un ocho por ciento de capital propio convertían las sumas al balance, absorción de pura basura, en un chollazo para la cúpula dirigente y allegados. Un nubarrón si ganaban los socialistas, el castillo de naipes podría rodar por los suelos, ¡pero adelante!, poco significaba aquel genio manejando unas decenas de miles de millones cuando el banco se escoraba con no menos de podrido medio billón de pesetas de los dos billones que sumaba su balance. Continuarían encabezando el ranking nacional de bancos, el primero de los siete grandes nacionales, el cártel bancario. Reconducido el sumario, cerrado, culpados los responsables, asunto concluido. No es de extrañar que le agradara el muchacho, hasta tuvo la osadía de iniciar una tímida correspondencia y publicidad en catalán, una lengua ajena, emulando y contrarrestando a la Banca Catalana.

Las 378 empresas industriales del “grupo Banesto”, en totales cruces accionariales con consejeros del banco, traerían de cabeza a cualquier dirigente, pero manteniendo buenas relaciones y sociedades con consejeros del Comité Ejecutivo del Banco de España, Ministerio de Hacienda y el entorno del Pardo, las ventanillas del banco abastecidas y el futuro seguro. La imprenta de los billetes garantizaba la potencia del Banco Español de Crédito, en sus ventanillas no faltaría el efectivo.

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