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miércoles, 4 de abril de 2012

1ª PARTE, CAP. 3 de “BARCELONA, 30 AÑOS DE CORRUPCIÓN”, ed. 2006, Consorcio de la Zona Franca, Piqué Advocats Associats, 1975-1984

Edición por capítulos.


Rafael del Barco Carreras

Barcelona 4-04-2012. Treinta y cuatro años después aun me sorprende que una semana absurda, la invitación un tanto forzada a un yate, se convirtiera para la Prensa en unas orgías que jamás ocurrieron. Ni entonces ni ahora entiendo la invitación, a no ser que pretendieran fabricar una intimidad inexistente.

Tras aquella semana la figura de Antonio de la Rosa se difuminó para mí hasta desaparecer. Las futuras actuaciones de Javier de la Rosa, lanzando la prensa y escándalos contra socios y oponentes, por ejemplo los primos Alberto, maridos de las Koplovich, confirmarían mis iniciales sospechas de haber sido engañado y utilizado.  

Cuando alguien me pregunta por los muy célebres De la Rosa, debo anteponer que únicamente conocí al padre Antonio, y muy poco tiempo, intentando consolidar una escasa relación de negocios. Uno más de mis varios socios… fin de una época bruscamente interrumpida, en que formé parte de unas 50 sociedades con diferentes actividades, preferentemente inmobiliarias.    


PRIMERA PARTE

Consorcio de la Zona Franca

Piqué Advocats Associats

1975-1984

 

 

3


Como en la mili, los momentos agradables, el crucero por la Costa Azul, encubren la repugnancia de celebrarle las gracias a quien proporciona negocios y dinero, y con aquel “viejo”, algo más joven que yo ahora, las sombras ganaban a las luces.

Quizá la única verdad del último año fuera el “encoñamiento” con una madura francesa, según comentarios simple prostituta. Supuse presentada por Serena, entusiasmada con regalos, pero de fornicar nada. Pícara la profesional, por intuición o aleccionada. “Si te abres de piernas demasiado rápido pierde interés”. La muy zorra se lo toreaba con lo de superar un matrimonio frustrado. Contradictoria actitud de quien descubrí por un subrayado en La Vanguardia que contrataba prostitutas por teléfono.

El colmo de la absurda personalidad de Antonio se presentó bailando en el Sporting de Montecarlo. Contento me susurra en la mesa; “Rafael, me ha dicho... je t´aimé Antoine...”. La frase no se tradujo en cama, cerrando la francesa su camarote. Un follón. Ella y la amiga de compañía se fueron con gran enfado por su dignidad ofendida, y las siguientes cuarenta y ocho horas Antonio tras varios paseos en solitario por la Avenida de los Ingleses llenó su camarote de prostitutas. Por lo visto los hijos supieron del lance paterno, porque donde solo ocurrió otra de sus ridiculeces, se convirtió en serie de orgías. Me ha pasado la vida jurando por activa y pasiva que yo no participé. Ni orgías, ni su gran afición al golf, ni amigos, ni familia, ni ambiente social, ni juego, del que publicarían se pasaba en el Casino de Le Boulou gran parte de su dorado retiro cerca de Cadaqués, la estancia veraniega de Javier. A la prensa le encanta el sexo con las finanzas y estafas, y todos, todos, citándome añaden aun hoy la coletilla. Así acabaría la relación con quien llena una parte de un año de mi vida profesional con muy dispares encargos. De comprar dos yates a montar las tiendas para la francesa y la hija Pilar, secretaria de dirección del Consorcio.

La del “Je t´aimé Antoine”, declaró en el juicio sobre la intimidad entre los tres, y que le engañábamos. Preguntada por los regalos, unos cien millones del 78, sobrepasando mi “facturación”, desaparecido Antonio, alegó muchos gastos, y se fundieron. A otra, citada por el juzgado, le regaló una torre, un coche, dinero con el que montó un “sex show”, y una esmeralda de varios millones comprada a un célebre joyero de Barcelona, y tasado para la reventa, una invisible raya, convertía en chatarra. De varias, ni las conocí. En los últimos tres años se había gastado en “amigas” unos quinientos millones. 52 coches vendidos por Serena, gran parte utilizados unos miles de kilómetros y revendidos por nuevos, otros pararon en familiares y amigas, un mercedes al oculista, sirvieron a la policía “sobornada” para montar la teoría del blanqueo, ¡como si los De la Rosa necesitaran tan complejo sistema para llevarse a Andorra, u otros paraísos fiscales, los miles de millones robados! Y Andorra, como la CAIXA, abunda en toda esta historia.

Afianzando la idea de las varias sendas por donde caminaba entonces Antonio existe una denuncia del año 91 del abogado Carlos Obregón, archivada, donde se describen reuniones en el Bufete Piqué Vidal, participando el juez Adolfo Fernández Oubiña, y los policías Justo Aguilera y su segundo Carlos Esteban Martín, al poco contratado por el bufete, describiéndose viajes a Andorra con maletas de billetes. Un detalle sin intervención en esos viajes, el ex secretario Antonio Piñol cuenta como uno de los especiales clientes del Bufete a Nemesi Marqués Ostes, vicario de la Diócesis de la Seu d´Urgel y secretario personal del obispo Juan Martí Alanís, coprincipe de Andorra. El pequeño Principado, un barrio de Barcelona en el Pirineo, tan íntimo que se hablan dos catalanes, el barceloní y el leridano, con predominio social del primero.
La viuda del vilipendiado Carlos Obregón, letrado de oficio del denunciante Carlos Ódena Savall (víctima del Sistema que se merece una biografía), la abogado Adela Vázquez Lluch, escribirá al Triangle, n.745 del 19-11-05, que la tramitación de la denuncia se recurrió al Supremo que obligó al TSJC a cursarla. Vistilla, y archivada. “Terrorismo mafioso”, utiliza.

La relación de Antonio con su alcahueto y socio, catalogado de buen donjuan, y de acuerdo con las teorías sexuales, poco activo, debía entenderse de muy especial. Yo definiría a Serena de inconsciente tapadera. Una migaja en lo robado por padre e hijo. La relatividad de las cifras minimiza los simples millones, pero bien manejados impactan, y de eso se trataba.

El yate, Artemisa, verano del 78, gran lujo y 40 metros de eslora, con siete tripulantes, tres millones por semana, tenía más trampas que la doble vida de Antonio. No solo se ocupó por la familia cuando nos fuimos, primero la francesa y su amiga (relaciones públicas del Restaurante Jardineto), y dos días después Ana y yo, sino que poco menos toda la clase alta de Barcelona lo sabía. Cinco propietarios, sus grandes amigos los Juncadella y Mariano Calviño de Sabucedo y Gras (secretario y de primer nivel del Movimiento, alférez en la guerra civil, presidente de Aguas de Barcelona, consejero de Fibracolor, y del Banco Español de Crédito, quizá el primer padrino de Javier, aparte de su padre), quien en el 83 se le encuentra en el yate tras una explosión costándole la vida a una “señorita”, e indiscutibles sabedores los Godó, el padre del actual, dueños de La Vanguardia, cuya goleta de tres palos se hallaba amarrada a pocos metros, y De la Rosa lo saludaba dejándome en segundo plano. Con razón Serena excusó su presencia. Al representante de Ferrari y ya célebre vendedor de los mejores automóviles de Barcelona le picaba la nariz sobre su socio. La operación, terrenos del Consorcio en Montornés, desató sus nervios. Pasados cinco años de sociedad, desde abierta la tienda en Diagonal Casanovas, de repente el Consorcio existía, resucitando la polémica por la noticia en el diario Tele Exprés sobre la excesiva deuda del Ente, solventada entre llamadas padre e hijo. A mí aquello de los terrenos desechados para el proyecto CITA, me interesaba, y mucho. Con los De la Rosa y su influencia quizá pudiera enderezar mis negocios de urbanizaciones, y por tanto todos los problemas. Me quedé en la mano con un papel mojado y envenenado, y por unos meses un descuento bancario en el Banco Garriga y Nogués, que debía financiar la operación de recalificarse los terrenos.

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