Rafael del Barco Carreras
Barcelona 2-04-2012. Reeditando por capítulos, además de
enlazar un año, el 2006, que la velocidad de los acontecimientos convierte en
lejano, pretendo resaltar los posteriores sucesos (juicios, detenciones,
quiebras, elecciones) que dan fe no solo del porqué del título sino de la
peculiaridad del “ambiente barcelonés”.
Citar, por ejemplo, las expropiaciones a los agricultores
por los años 20 del pasado siglo en la Zona Franca de Barcelona, cuando se
contemplan otras en la comarca por el fantástico EUROVEGAS. Recordar las
condenas, y su cumplimiento, de Juan Piqué Vidal y Luis Pascual Estevill o
Javier de la Rosa, cuando Jordi Pujol vocifera a diario sobre las catástrofes
del más allá que sufrirá Cataluña… el recién juicio por el Caso Hacienda de
Barcelona, o la actualidad de Narcís Serra y Catalunya Caixa, obliga tener
presente no ya el 2006, sino 1975, cuando un grupo de facineroso-políticos el
mismo día de la muerte de Franco retiran los saldos de la institución que
administran, el Consorcio de la Zona Franca de Barcelona. Como además
administraban, ellos o sus “camaradas”, casi todos los entes públicos
barceloneses, no es descabellado suponer que se embolsaron otros muchos
millones.
PRIMERA PARTE
Consorcio de la Zona Franca
Piqué Advocats Associats
1975-1984
1
La entidad constituida por la expropiación a agricultores de Hospitalet y del Prat de los mejores terrenos cercanos a Barcelona en el año 26, para la pública función de “puerto franco”, es decir, una zona donde el paso o transformación de mercancías para reexportar o comercializar en el país, libres de impuestos en esa fase y sector, fórmula funcionando en conglomerados industriales o grandes puertos, no actuó nunca de real zona ni puerto franco, y se transformó por obra y gracia del franquismo en la mayor urbanización industrial de España. El ente, propietario de los terrenos, los alquilaba, cedía espacio para el puerto y aeropuerto, o para jugar al golf y disfrute de uno de los clubs más elitistas, el Club de Golf del Prat, donde Antonio de la Rosa le daba asiduamente a la pelotita. Un concentrado de “alta clase”, completado con el Círculo Ecuestre, Círculo del Liceo, o el Tenis Barcelona. De las 1.100 hectáreas expropiadas pertenecen en la actualidad al Consorcio 720. Y no contentos con transgredir la Ley, y el convenio de expropiación, obligando devolver los terrenos al mismo precio de no ser utilizados para el exacto objeto de la expropiación, el engendro que administraría la Zona Franca se convierte en un gran propietario inmobiliario repartiendo sus rentas (por Ley a ingresar a las arcas públicas y municipales) entre sus directivos y estructura, que bajo la batuta de Antonio de la Rosa Vázquez, abogado del Estado con plaza en Hacienda, con el cargo de secretario del comité rector, supera la astronómica nómina de 270 empleados. ¡Para 180 recibos mensuales!. Todos, sin excepción, familiares y amigos, con además amigos y familiares de amigos, que por casualidad corresponden a la flor y nata de los cargos ciudadanos del Régimen y presencia en el Comité Ejecutivo y la Asamblea. Sin olvidar los negocietes privados de venta de áridos de sus playas anexas o el más negro de los tráficos del contrabando. ¡Para eso se despojó a los agricultores!.
Y si hasta, pongamos el 75, muerte del Dictador, el chollo tenía sus límites tradicionales con los usos del Régimen (lo mínimo para el Estado y el grueso para los bolsillos privados), permitiendo a Antonio comprar los mejores coches de la ciudad con un fajo de billetes (o asociarse con un pequeño vendedor de automóviles usados convirtiéndole en grande). Y sin descuidar su otra fuente de financiación, Hacienda, que para un abogado del Estado, corrupto, sería importante. A partir del primer pago a los vendedores de los terrenos de Montornés para construir el complejo CITA, un centro de transporte de mercancías en el Vallés, evitando el paso de camiones por Barcelona y erradicar las agencias y almacenes del Pueblo Nuevo, deviene el mayor desfalco, conocido, de dinero público en la ciudad.
Fecha 17.11.75, con un volante de régimen interno se paga el primer plazo de pesetas 16.451.700.61 de un total de 258.351.755.75 a Francisca Esteve Triadó, o el mismo día 25.384.706.38 de un total de 387.524.612,63 a Francisca Gambús Ramón... alcanzando entre reales y nombres inventados 2.585.189.130.63 pesetas. Dicho y repetido, y en un caso confesado ante el juez, no recibieron esas astronómicas cifras, disparatadas entonces para terrenos rústicos, pero pagadas por el Consorcio. Fecha clave para Javier de la Rosa Martí, 17-11-75, tres días antes de la muerte del Dictador, adorado por la saga de los De la Rosa, distinguida con cruces al mérito militar y anexos cargos. Puestos a falsear, la fecha, la primera. Los talones se extendieron el mismo día de la muerte de Franco, pero como en una macabra escena de corrompidos asesinos nazis, por respeto al de cuerpo presente capo supremo, se libraron con fecha de tres días antes. Reconstruidas las operaciones de compra de terrenos (aún hoy día se podría preguntar a un famoso corredor de fincas de Granollers y a abogados en Barcelona), nos encontraríamos que se les citaba en Rambla Cataluña, y un abogadillo iniciaba amenazando con un proceso de expropiación, blandiendo el expediente de la Diputación, de tembleque para los propietarios, recordando las de la fatídica autopista vecina.
Tras la amenaza de la “expropiación” se ofrecía elevar el precio de 400.000 o 500.000 pesetas por hectárea de rústico, cotización de entonces, en aras a la rapidez y buena disposición de la Administración. Valor real rústico, 40 millones, y para su recalificación y compensaciones territoriales, argumentaban, se elevaba el importe en contrato recibiendo algo menos. Las leyes sobre el suelo y urbanizaciones del 75 complicaban la urbanización. De ahí a descripciones falsas de casas, cosechas y aperos, o falsificarse la firma del vendedor, y ya de paso inventarse vendedores, los 2.500 millones, proceso lógico. En el mismo listado de vendedores reales, con reinventado contrato, aparecen en papel pautado del ordenador del Consorcio, entregado al juzgado, compras y documentos interiores de pago con nombres falsos. Sería la primera vez, ¿?, y no será la última, Javier de la Rosa Martí repetirá el sistema en cada una de las empresas administradas o dominadas. Y otro milagro administrativo, el Consorcio, Ente Público, durante cinco años no escritura ante notario, y nadie de sus infinitos directivos reclama, y los payeses siembran y cosechan.
Un mordisco paralelo, dos almacenes en la Zona Franca, contabilizados en unos 600 y 700 millones de pesetas. Descubierta la capacidad crediticia del Ente propietario de los terrenos industriales más valiosos de España, encaja el total de los diez mil millones con el gran éxito financiero de un veinteañero, Javier de la Rosa Martí, que despedido de su primer empleo en el Banco Pastor de La Coruña, por unos impagados, aterriza en el Banco Garriga Nogués, filial del Banco Español de Crédito, enchufe paterno, en una etapa mortecina, la gran crisis financiera iniciada en el 73, con el dinero interbancario en el 40 y 50%. Para el primer grupo bancario y empresarial de España tener en plantilla al hijo de Antonio de la Rosa, abogado del Estado, hombre de máxima confianza del Delegado de Hacienda de Barcelona, Eduardo Ossorio Infante (Vocal honorario del Consorcio en el 77), y después del sustituto José María Roig Gironella, único cargo destituido por el escándalo, todo un lujo.
Con el papelito de la Diputación (presidida por Samarach) aprobando el CITA (Centro Integrado de Transportes y Aduanas en el Vallés), la propiedad de los terrenos del Prat, y el pago en negro de 600.000.000, la CAIXA, lidera la emisión de Obligaciones Hipotecarias por 5.000 millones de pesetas. Discutible la fórmula jurídica por lo que de suelo público tuvieran los terrenos expropiados, pero las garantías, el reparto en negro, y los solicitantes lo merecían. Lejos aun cuando la gran entidad de ahorros catalana, con total adhesión popular desde que salvó los ahorros de sus impositores antes, en y después de la Guerra Civil (o eso cuentan ellos), la preside Samaranch, con dirección general de José Vilarasau Salat (ex alto cargo del Régimen, por lo tanto impuesto por Madrid), y sus segundos, Fainé, iniciado en el oficio en Banca Catalana, y Brufau, hombre de Arthur Andersen en España (la auditora desmantelada desde EEUU por connivencia y pactos con las firmas auditadas). Imposible más experiencia en pasteleos, subterfugios, censuras de cuentas corruptas, y mentalidad “especial”. Incorporado a la Caixa, Vilarasau, ofrecerá más crédito al Consorcio.
Alguien señalaría a las docenas de profesionales contratados por el Consorcio de ejecutores materiales y documentales del estropicio. Ahora sabemos que Javier coge las riendas del proyecto para descargar al padre, de camino a los sesenta, con ganas de vivir la “dolce vita”, y jugar al golf. Se crea un grupo instalado en Rambla Cataluña, cerca de la Ramblas, Banco Garriga Nogués, para el día a día de las compras reales y su transformación a 2.500 millones. Y sitúa a su hermano Fernando de la Rosa, recién licenciado en ingeniería, en la Jefatura Técnica del Consorcio, y a su hermana Pilar de secretaria de Dirección, completando la estructura interna afín a la familia.
Los políticos se adhieren a la vida de Javier cuando ya sus cuentas en el extranjero andan repletas, creado lo que la publicidad anunciaba, BGN Internacional, y el Banco Garriga Nogués se expande de unos dos mil millones de pasivo a decenas de miles, y le nombran Vicepresidente con plenos poderes. El dinero le sale por las orejas y una pléyade de desastrosos negocios y negociantes con capacidad de quebrar cualquier empresa se arremolina, y encima se crean y nombran presidenciables a la Generalitat, diputados y, por lo tanto, se financian partidos, o más bien partidas. Y eso son los de la UCD, Unión de Centro Democrático, y AP, Alianza Popular, de Barcelona.
Por los últimos 70, se le encarga limpiar el pozo sin fondo del Banco de Madrid y Banco Catalán de Desarrollo (bancos con sede central en Barcelona), de la familia Franco, para que lo absorba el Banesto (banco de la aristocracia y por lo tanto primero en el ranking), que se tragará unos cientos de miles de millones. Consejeros Samaranch, José Maria Porcioles, José María Martínez-Bordíu (Barón de Gotor), Eustaquio Villanueva Vadillo, José Parra Lázaro (Duque de Tarancón), el asesinado Joaquin Viola Sauret, y de ejecutor el viejo Jaime Castell Lastortas, ¡otro De la Rosa!. En ese laberinto asoma el metepatas de Narcis Serra amenazando a diestro y siniestro por el gran agujero del Consorcio de la Zona Franca apenas tomado el bastón de mando de la Alcaldía.
Montada la aparente huida de España del padre, se suman a la cuadra privada de “políticos” de Javier, los socialistas. Y estos no entran en su currículo de arribistas a beneficiar por imposición de la jerarquía de Banesto, los socialistas se inician imponiendo, “cogido por los cojones” por el Caso Consorcio. Y ganada la Generalitat, a “por la pura pela”, los convergentes de Jordi Pujol, conectando por la íntima relación con el Bufete de Juan Piqué Vidal. De hecho no solamente se conocían por competidores en los terribles años de la peor crisis financiera de Barcelona de las últimas décadas, acabando con la Banca Catalana y con el Banco Garriga, por motivos diferentes, sino con sus colaboradores por la Facultad de Derecho y los barrios de Sarriá, San Gervasio, Pedralbes, y Diagonal. En los dos casos se enriquecieron un puñado de listos barceloneses. En definitiva paga el Estado y los organismos interbancarios creados para paliar las crisis bancarias.
Quebrado el Garriga, 100.000 millones de pesetas, en 1984, se acaba la financiación de la “derecha españolista” en Barcelona (promocionará a Enrique Lacalle, amigo del Partido Popular, de delegado del Estado en el propio Consorcio de la Zona Franca). ¿Lo promocionaba con unos milloncejos por amigo o porqué como ex Teniente de Alcalde del Ayuntamiento en los felices tiempos que el dinero del Consorcio llegaba a las ventanillas del Garriga, y por tanto sabía demasiado?. Y se inicia con la época KIO, la de la “derecha catalanista” y los sobornos o imposiciones de los “socialistas felipistas” directamente en Madrid.
Un De la Rosa, el abuelo, dicen fusilado por los rojos, actuó de letrado en la expropiación y formación del Consorcio, el padre, capitán del ejército de Franco, consolida la gran propiedad, y el hijo la dilapida. El dicho, sobre que la tercera generación de las sagas catalanas malversa el esfuerzo, no cuadra en el traspaso por herencia de prácticos propietarios de una parcela pública. Los De la Rosa, muerto su gran padrino Franco, multiplicarán el provecho prudentemente exprimido por las anteriores generaciones. Impunes. Otros pagarán, mientras llenan sus saldos por el ancho mundo.
Los expropiados pretendieron actuar contra los encausados del Consorcio, dándoles en las narices los jueces con un “no ha lugar” ajustado a una de tantas disposiciones dictatoriales franquistas. Si de los grandes cerebros barceloneses del franquismo se sabe muy poco, los Mateu, Ramón Serrano Suñer, Julio Muñoz Ramonet, Simarro, Porcioles, Galinsoga, Samarach, Castell, exceptuando sus virtudes, inauguraciones y rectitud moral, de los De la Rosa (segunda escala local de mando) sabemos hasta el hartazgo. Tanto que oscurece la labor de quienes desde sus cargos contribuyeron y se enriquecieron. Los De la Rosa intimarán con todos, todos, los altos cargos de la Ciudad de su tiempo, y extensible a gran parte de los presentes. Jamás nadie se negaría ante un segundo de Hacienda.
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