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miércoles, 25 de abril de 2012

1ª PARTE, CAP. 23 de “BARCELONA, 30 AÑOS DE CORRUPCIÓN”, ed. 2006, Consorcio de la Zona Franca, Piqué Advocats Associats, 1975-1984

Rafael del Barco Carreras

Barcelona 25-04-2012. Confesar que me equivoqué intentando solucionar la quiebra de mis negocios tras tres años de cárcel, no quita ni pone pasados 30 años, pero así fue. Como algún íntimo me repetía, si en lugar de inútilmente  involucrar a Javier de la Rosa, me hubiera callado y aguantado, quizá me hubiera alcanzado una brizna de su éxito en los próximos diez años.

 Lo único seguro, que he sufrido más cárcel que él y cualquiera de los varios componentes de sus multimillonarias estafas y desfalcos, sin ni de lejos las evidentes ganancias que todos ellos lucieron… y lucen.  


23 Carrera Piqué Vidal. Madrid. Banco Hispano
Americano. Solares y Patrimonios SA.
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PRIMERA PARTE
Consorcio de la Zona Franca
Piqué Advocats Associats
1975-1984

23

En los sesenta, Piqué Vidal, licenciado en Derecho en 1958, de familia no tan modesta como él propagaba (una tienda de ultramarinos en el Poble Sec que dio para tres hijos con dos carreras), no pasaba de ser un penalista del triste lumpen de la ciudad. Poco quehacer tenía un abogado sino pedir clemencia por el desgraciado caído en las garras de la policía franquista, donde el “hábilmente interrogado”, “molido a palos”, era la norma. Entre el prepotente fiscal, y los soberanos jueces poca defensa cabía. Los casos se resolvían en la instrucción, y los “delincuentes” pasaban su condena como “preventivos”. Aprendió pronto que el abogado debía tener más peso en la estructura judicial que florilegios verbales. Aprovecha, y eleva el nivel social de sus clientes pasando años de profesor adjunto en la Universidad, y pasa de repartir tristes sobornos de unos miles de pesetas entre las hojas del obligado escrito, a ser el “hombre del maletín” con clientes de la clase empresarial. El siguiente paso traspasar su base y conocimientos judiciales a las actividades financieras. El negocio de las quiebras, o mejor, el aprovechamiento de los bienes “residuales” o de los inculpados. Indiscutible habilidad y actividad frenética, y en los primeros 80 suma un importantísimo patrimonio camuflado en docenas de sociedades, y un bufete donde los efectivos directos no bajaban de cien letrados, y cuatro plantas en propiedad del edificio en la Avenida Diagonal n. 612, en cientos de sus escrituras del Generalísimo Franco. Así pues, el orgullo del éxito plenamente justificado. El modo, la forma, la ética y la moral, no tanto.

Si el Consorcio de la Zona Franca, dispara el Banco Garriga Nogués y a su director, Javier de la Rosa, también cuantifica a Juan Piqué Vidal, que aun contando con una docena de abogados y dos socios, Ramón Pou Serradell y Juan Manuel Rosy, había fundado el Instituto de Especialidades Jurídicas, sin demasiadas pretensiones, según cuenta su ex secretario, y ya relacionado con el “mandamás” de Banca Catalana. Los primeros setenta. Una lástima la reseña biográfica de Piñol, demostrando con su silencio, al no contar particularidades del Caso Consorcio, la prudencia de Piqué sin la mínima confidencia a quien le serviría durante dieciséis años. Consideraría que sabía demasiado y en el 94 95 inicia el derribo, el “mobing”, de su secretario.

Tampoco cuenta, por no vividas, verdaderas penalidades financieras a mediados de los setenta solucionadas a través de los enjuagues con Javier de la Rosa. Aun con lagunas y deficiencias nos relata la acumulación de propiedades de los últimos setenta y ochenta, la transformación, entonces, del “Instituto” en “PIQUÉ ADVOCATS ASSOCIATS”, donde su omnímoda presencia lo abarca y manda todo, con acosos sexuales a las secretarias, cambiándolas con frecuencia.

Si el Caso Banca Catalana ya en el 83 le convertía en conocidísimo coordinador de la defensa del popularísimo Pujol, elevando sus minutas (cinco millones en efectivo de entrada y días para tomar la resolución de aceptar un caso), la condena de los tres encarcelados, suponía en el ámbito de entendidos que el más brillante sol de la abogacía y dueño absoluto de voluntades en la Judicatura era Juan Piqué Vidal. Los De la Rosa y su real entorno, salvados. El padre, tan fresco, solucionando el entuerto del yate a su vuelta de París, o sea paseándose por Barcelona, y aun declarando Francisco Viudes, Astilleros Viudes, que había vendido dos veces, la segunda a un árabe, no soltó palabra ni del padre ni hijo. La lección bien aprendida. En los interrogatorios quedó claro que debía ciento cincuenta millones al proceso, y tras la contestación de haber “suspendido pagos”, y anuladas más citaciones, Viudes se salió de rositas. Imposible creer que los De la Rosa y Piqué le permitieran venderse el yate. Unas vidas con muchos yates. Y lo de Javier, una filigrana, un perfecto mecano, encima víctima paterna y de sus pervertidores Del Barco y Serena.

Cola en el Bufete. Piqué se convirtió en el “solucionador”. El hombre que se iniciara con los consabidos sobornos de pacotilla entre el escrito, ascendido al “hombre del maletín” por los setenta, abandonaría esas vulgaridades para “pactar” a toda altura. Igualado a Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco, “desterrado al virreinato de Cataluña” más por sus escándalos de faldas en el Madrid de la posguerra que por sus amistades hitlerianas, que recusó y nombró un Tribunal a su gusto por no ajustarse a su voluntad en el famoso caso de la “Barcelona Tracción”, entregando a los March, como botín de guerra y pago, la FECSA.
Me tocó la lotería. El Emperador bajaría el dedo perdonándome la vida. Y a Madrid, a estrujarme el cerebro para solucionar el desastre creado con mis tres años de prisión. Y un recochineo por mi parte. A los cuatro días que la casualidad, en un avión, me tropieza con un ejecutivo medio del Banco Hispano Americano, antiguo asiduo del Charly Max, abro cuenta en el banco a nombre de Solares y Padrimonios SA, administrador único, figurando Antonio de la Rosa Vázquez, presidente de la Asamblea de Accionistas. Un presidente en supuesta “busca y captura” y un administrador recién salido de la cárcel, y el banquero, convencido que los 1.200 millones del muy sabido Caso Consorcio andan por mis bolsillos, me abre las puertas del Banco. Pensé que la apertura no serviría para nada, que el Banco Hispano Americano, el mejor organizado informáticamente de los bancos, donde a tiempo real se conectaba Madrid con Barcelona o toda España, repetiría lo que antaño el Banco Popular Español, cancelar la cuenta, o el Santander unos días atrás en Barcelona al visitarles para pedirles un extracto de la cuenta de Styl Group SA, los muebles. Se iniciaban mis próximos tres años, recordando a Chueca y sus aventuras bancarias con carnés falsos, y los teléfonos de contacto para la documentación. A un escaso mes me pagaban el primer talón por ventanilla, con la tarjeta de crédito, a cambio de unos “papelitos” “letras” con cargo a cuentas abiertas por mí con nombres falsos. La familia seguiría comiendo, mis tres tiendas de muebles abiertas, y Madrid ofrecía mil oportunidades. Entre ellas apunté al inmenso patrimonio de la RUMASA en proceso de “privatización” después de la expropiación, pero no se vendía nada a “desconocidos”. Un despacho en el Barrio de Salamanca, a un tiro piedra de mi querido Banco Hispano Americano, acreedor del Consorcio en más de mil millones.

En uno de los viajes a Barcelona, removiendo archivos, encuentro tres libretas de la CAIXA, Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros, a nombre de sociedades donde mis poderes intactos. Inversiones Verdi, Promotora de Inmuebles Daniel, Olivia o Borja, nombre de los hijos de mis ex socios, provenientes de retenciones al conceder una hipoteca. La discusión, con varias visitas, y una al Banco de España, se centraba en la adjudicación de pisos por 400 mil pesetas, el total de la hipoteca, por impagos de los compradores. “Me devuelven pisos por el saldo... cargando los intereses...”. “Eso no se puede hacer”. “Y quedarse esos saldos como tenían asumido... tampoco... según el Banco de España han de pagar, o deberé reclamar”. Carta notarial. Mal tema una reclamación judicial al salir de prisión, y ¡contra la Caixa! Última frase del jefe de la asesoría jurídica (tengo el nombre y día anotado en alguno de los miles de folios), “págale, es un gangster de los del Consorcio de la Zona Franca”. Un par o tres millones, ayudarían lo suyo.


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