Rafael del Barco Carreras
Barcelona 28-05-2012. Si cuando leí en los periódicos la noticia de la "primera" muerte de Antonio de la Rosa al dictado de su hijo Javier, no me convenció el comunicado por venir de quien venía, y por saber el gran interés de Javier para que no fuera detenido su padre, cuando en la cárcel lei su muerte real, ya sabía más de lo necesario sobre el porqué de mis condenas, y ya prescritos sus delitos, siendo imposible reabrir sumarios y condenas, no me importó más allá de una de tantas curiosidades. En definitiva, le conocí poco, y mis desgracias provenían más del hijo que del padre. A menudo he creído que Javier al primero que estafó en su vida fue a su propio padre, aunque Antonio fuera un hipócrita y corrupto toda su vida.
El padre de Javier de la Rosa, que se fugó tras una estafa millonaria ...
elpais.com/diario/1997/07/25/economia/869781608_850215.html
25 Jul 1997 – Antonio de la Rosa Vázquez, padre de Javier de la Rosa y prófugo de la ... Antonio de la Rosa Vázquez dio un giro a su vida a la muerte del ...Hemeroteca de LA VANGUARDIA
Edición del viernes, 23 mayo 1997, página 25
Ed. GeneralVIERNES, 23MAYO1997 SOCIEDAD LA VANGUARDIA 25 FRANCESC PEIRÓN BARCELONA. - Ya no es un pró fugo de la justicia. Ya han anulado la orden de búsqueda y captura. Las cuentas pendientes de Antonio de la Rosa Vázquez han quedado salda das
Edición del viernes, 30 abril 2004, página 67
LVG Barcelona, y se compromete a no aplicar políticas de traslados forzosos, así como a subrogarse en los derechos y obligaciones que Atlántico tenía para con sus empleados. – Redacción Entierro de Antonio de la Rosa Vázquez en Barcelona Ayer fue enterrado en Barcelona Antonio
TERCERA PARTE
Luis Pascual
Estevill
Juan Piqué Vidal
Jordi Pujol
1995-2005
Capítulo aparte mereció la lectura el
día 30 de abril del 2004 en La Vanguardia de la muerte de Antonio de la Rosa
Vázquez. La segunda muerte, la de verdad. La primera vez que ese periódico le
culpaba del desfalco de 1.200 millones, ni mentar la cifra de 10.000, ni menos
relacionado con el hijo. 20 años fugado de la Justicia, dice. Noticia escueta,
una necrológica sin citar las cruces de guerra, o capitán y falangista de pro,
sus cargos en el franquismo, habitual en las esquelas de los forofos del
Régimen. La Vanguardia, al igual el Periódico, desmarcados de los De la Rosa,
intentando el olvido de las alabanzas al ingeniero en finanzas (una gran
operación de ingeniería financiera, propagaban una vez tras otra) equivocando a
tantos, y lo peor, culpando a otros de sus fechorías. Sin exagerar en los
denuestos, no fuera a recordarle Javier a Godó los favores financieros, y otros
trapos sucios de la “gran familia”. No en vano participara en las famosas
escuchas en la propia sede social de La Vanguardia con Narcís Serra dominando
los recursos secretos y cloacas del Estado. ¿Qué ponzoña, morbo y represión
interna les movería con tanto husmear?. “Mal follaos”, diría un castizo.
Características y aficiones compartidas con Piqué Vidal. Gente de rarillo
aspecto físico si eran, y por tanto con retranca mental.
Los tiempos cambiaban, y los santos a
quienes colocar velas para chupar de las enormes dádivas de la Administración,
de las que La Vanguardia en la cabecera con Pujol, y empeñados en mantener el
ranking con Maragall. De resucitar Franco, colocarían lo de Española, y santas
pascuas. Conseguirían continuar en cabeza, y en esa línea se ha de entender la
difusión de unos cuantos nombres, Antonio de la Rosa Martí, entre ellos, por
consejero especial de la corrupta Generalitat de Pujol, sin presencia ni
cometido y con un elevado sueldo. No se insistiría, los había a docenas cobrando
por real favor y subterráneos designios del reyezuelo Pujol. Otro tic
franquista. Y Fiscalía, sigue de vacaciones. Si el Presidente roba y se lo da a
un chorizo, no existe delito.
Los tropiezos en las concesiones
penitenciarias exteriorizaban los fallos estructurales de Javier a los diez años
de iniciada su guerra judicial, aunque al final se saliera con la suya,
agregando a la libertad el goce de sentirse por encima de la Ley por el hecho de
tener a Pujol y secuaces “cogidos por los cojones”. Aquel “secuestrado”
argumentado por Rafael Ribó ante el Parlament, exculpado por el descalabro de
Banca Catalana. Sin embargo, bajo otros poderes en cuestión de horas no pudo
solucionar un permiso o salida programada, para acudir al entierro de su padre.
Desde el día 12 de febrero, se hallaba
en Madrid, Alcalá-Meco, cerca de su amigo Mario Conde, donde entró voluntario
tras la ratificación por el Supremo de la condena a cinco años y medio, pedidos
dieciocho por Fiscalía. La entrega podría ser una estrategia a largo plazo,
patente en su traslado a la Cataluña de Maragall, pero por el momento le negaban
un permiso especial para el entierro. Agravio comparativo si se comparaba con el
posterior permiso a Mario Conde de tres días para la boda de su hija con veinte
años de condena. Al director lo cesaron por favoritismos con Conde, y una Juez
de Vigilancia, expedientada, extrañando que De la Rosa no los cazara al vuelo.
Su primera condena por el caso KIO tan “de favor”, cinco años y medio, aumentaba
los insultos de la Justicia hacía mí, remachándome que se le juzgaba bajo una
prespectiva y leyes diferentes. De otro país, de otras estafas y falsedades, de
menos millones. 25 años burlando la Ley, y cinco años y medio. De nuevo la
reflexión, por unas decenas de miles de millones cumpliría reales menos que yo
por encubrir a su padre. Pero denegada la asistencia al entierro. Bueno, no era
así, se la concedieron, pero custodiado, lo que significa, esposado, y se negó
al espectáculo. Aún aumentarían los “agravios comparativos” con la rápida
concesión del 100.2. Un año escaso, y salida a trabajar, y tan entregado a la
labor que paseaba las mañanas por la Diagonal, en José Luis, y por la tarde en
su adorado Ideal. A un amigo le quitarían el 100.2 por algo parecido. Trabajo
simulado.
Por poco acude al entierro. En octubre
se hallaba en la prisión de Figueras, y sin Pujol en el mando demostraría que un
De la Rosa, es especial. No le faltaría a quien chantajear con peso específico,
y si no la “plata”, la compraventa de libertades funciona. Cataluña le convenía
ante Madrid. El traslado de Madrid a Barcelona, especial favor. Que se lo
pregunten a mi compañero José, un madrileño con domicilio, familia e hijos,
condenado a nueve años, y con cuatro pidiendo el traslado. De tarde en tarde se
venían en la autocaravana a celebrar un “vis a vis”. Repito, los favores
especiales se conceden en cuentagotas y por recónditos merecimientos.
No soy insensible. La muerte hace
vibrar sensibilidades y más a los sesenta y cuatro años. Un hombre tan especial
en mi vida, mereció muchos recuerdos, sin ahondar en el consabido pensamiento
sobre la futilidad de la existencia. Mi padre murió a los ochenta y seis años.
Le vi llorar en la Modelo. A los ochenta años ver allí a un hijo, según él,
triunfador, debió dolerle, y mucho, si hago traslación, y me ocurriera a mí.
Plutarco no encontraría ningún
paralelismo entre las dos vidas, sin embargo, saludable comparar. Él solo había
sido cabo, o cabo primero, en la guerra de África, con un tiro en la pierna, y
casi sordo por una bomba. Entre guerras, tendero, para en la Civil, hacia sus
cuarenta años, servir de sargento de cocina en el Ejército de la República,
presentado voluntario huyendo de las patrullas milicianas de la FAI buscándole
por burgués, y ¡a la Rabasada!. Un puesto (parada) en la Plaza de la Libertad de
Gracia, afiliado a UGT, según documento guardado en casa, y miembro del Casals
Republicá de Nostra Señora del Coll. Después, camarero y tabernero en Manresa,
escapado de la formación en retirada hacia Francia, y meses por las montañas
cercanas. Mi madre trabajaba en la cocina de la Pirelli. Se benefició del aval
de mi tío, capitán castrense, o sea, cura, del ejército de Franco (librándose de
un seguro campo de concentración o peor por sus filiaciones), y reinició otra
vida, acabándola de jubilado de albañil en Barcelona. Indefinible en política,
agnóstico. Enmarañado currículum comparado con el de los triunfadores de la
masacre. El tío, un Carreras, hermano de mi madre llegó a Ecónomo de la Basílica
del Pilar. En mis paseos, por las Ramblas, me detenía ante el Hotel Manila,
donde ardieron los primeros Almacenes El Siglo, recordándole. Allí se iniciara
de aprendiz a los catorce años. Una larga y sufrida existencia. A los Del Barco
no les favoreció la suerte, no sabríamos aprovechar las pocas que la vida
depara. La Patria le concedió miseria y sufrimientos, y la corrupción de los
vencedores, rentabilizando hasta hoy sus medallas, trituró al hijo concebido a
la vuelta de una de sus terribles guerras.
La esquela de Antonio de la Rosa
Vázquez, ni me alegraba ni lo contrario. Deseé le detuvieran para esclarecer el
Caso Consorcio, y de rebote culpar al hijo, pero demasiados contra mis
intenciones y nulo poder. Entre las intimidades, que la versión oficial y la
sentencia nos inventó, no figuró la extraña vida de mi padre, no se terció, y ni
maldita la gracia, aunque entre los verdaderos íntimos no la ocultara. Las
largas guerras de tres años cada una lo adornaban de misterio. Me embobaba ante
mi abuela contando la búsqueda durante días del cadáver de otro hijo entre miles
de muertos en Monte Arruit o Xauén. Me cayó bien “el viejo”. Epíteto, ahora,
recordándole. Ni un duro ni una bofetada, y ni siquiera un requiebro, solo
cariño, y el sonido de su laúd con su preferida “Soldado de Nápoles que vas a la
guerra” seguida de varias tonadillas de zarzuela. Se le podrían achacar
deficiencias, ¡y a quien no!, pero entre mis satisfacciones en la vida,
observarle lo más feliz posible leyendo sus novelas del Oeste, junto a su loro,
hasta el final. Ahora le achaco quedarse corto en tantas de las batallitas
reales, y de su música. Quizá pasados los cincuenta la dureza de su vida mermara
su humor. “Ha fumado demasiado”, decía el médico. Demasiado, y hojas de parra,
colillas, picadura, Ideales, o kifi en la guerra de África. Un hombre sano al
que los alquitranados pulmones dejaron de funcionar. El Juli, en Nuestra Señora
del Coll. Mis amigos, le recuerdan. De él salí andarín, faltándome su tipo
atlético, en eso salí a mi madre, bajita y rechoncha, a lo “maño”. ¡Y Victor
Saura, pidiéndome una foto con Franco!. Nosotros sabíamos de su existencia por
la radio, el Nodo, y sus desfiles en la Diagonal.
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