Rafael del Barco Carreras
Barcelona 5-05-2012. Ante la “escuela y ambiente barcelonés” recomendaría a Urdangarín y su socio Diego Torres se dejaran de acrobacias y malabarismos con la Prensa y abogados porque con facilidad pueden perder su estafada fortuna… y encima acabar en prisión. Por mucho ESADE que luzcan, y que usaron como charlatanes de feria… les veo a años luz de quienes tanto padecí y me arruinaron.
SEGUNDA PARTE
Banco Garriga Nogués
KIO
Gran Tibidabo
1984-1995
A principios de 1992 se encontraba en Barcelona. A buen seguro otra cacicada. Una campaña de la absoluta necesidad de disponer de jueces “catalanes”, ayudó.
A los pocos meses la paciencia de Don Jesús ante mi negativa a seguir en el economato de la cuarta, donde cuadraban las cuentas a la perfección, me concedió el cambio a la séptima, un rinconcito donde a veinte cafés seguían unas cuantas ventas a los del “geriátrico”, panadería, lavandería, y la séptima, entonces de gente en tercer grado, en la calle durante el día. El anterior traficaba, con el consiguiente desfase en los recuentos, o sea, pudiendo ganar, perdía. Y entre el geriátrico y la primera, de primerizos, sin apenas percibirme, contacté con gente contándome sus desgracias con el Juez Pascual Estevill. Todos de “estafas”. Demasiados de golpe, alguien le ponía las piezas a huevo. Imposible que el azar situara en el 26 todos los casos de importancia financiera, además creados en poco tiempo. En teoría el reparto de denuncias se organiza por turno desde el juzgado de guardia, por riguroso orden. Pero, varios alguiens, saben colocar en el minuto adecuado el caso a dirigir al juez conveniente.
Los primeros meses me extrañó la ausencia de detenidos por asuntos financieros, afirmándome algún compañero y Rucabado, mi abogado, que en la actualidad los jueces decretaban fianza en asuntos económicos, complicado en las reincidencias, o casos de escándalo público, alarma social. Arbitrariedad. Al contestarle que en definitiva yo no era reincidente, mi única condena por “encubrimiento” y no por estafa, y se escudaba en la pendiente desde el 86. Además la fianza, prometida. El tiempo me demostró que lo de los antecedentes y demás monsergas se utiliza con criterios sospechosos de corrupta arbitrariedad. He conocido gente con veinte denuncias por estafa y en todas decretada fianza.
Ni maliciar que mi ex abogado, de entrada en Barcelona, montara su tenderete de detenciones y libertades. Capaz lo era. Sin duda, cuando se amontonaron los detenidos por las facturas de IVA, o caso Indelso, nombre de la empresa emisora, y vendidas a unas 300 empresas. “!Coño con Pascual, se está forrando!”.
Recordé un anuncio, por comentario con un amiguete metido en esa clase de negocios, en la Vanguardia, “tiene usted problemas de IVA, llame al n...”, mezclándose con la descarada publicidad del juez azote de la burguesía. El montaje, clarísimo, y la red de quienes le situaban las piezas ante el punto de mira. ¡Le desbordarían el juzgado!. Barcelona, un inmenso mar de segundas y terceras contabilidades, el dinero negro a sus anchas. De sobras lo sabía yo de cuando monté el Centro de Cálculo de la Agrupación Comercial e Industrial Sociedad Cooperativa llevando unas decenas de contabilidades en nuestros ordenadores. El Banco Vitalicio, Dragados, Prica, Seguros Santa Lucía. Se encararía con gente de refinados consejos de administración. Un ejemplo, Manuel Garí de Arana, cantando a placer del juez, según los periodistas que a dictado de Pascual esparcían sus virtudes y servicio a la Justicia. Del Consejo del Banco Central y de Aguas de Barcelona, aconsejó a su amigo Serena, 1978, que no se relacionara conmigo. En la quiebra de Serena, el Central aparecía por 500 millones, una tercera parte del total. A quien ni citó, Jordi Pujol Ferrusola, administrador de Hitec General Consulting, emisora de facturas en el “affaire”, ¿acuerdo previo con Piqué Vidal?. “Juan, Juan, Planasdemunt, ya está liquidado, por éste, Pujol, díselo claro a Jordi, quiero ser académico de la Academia de Jurisprudencia y Legislación de Cataluña”. Dicho en “barçeloní” sonaría firme y sin paliativo. No sabremos de quien de los dos salió la propuesta, pero que se produjo por algo así, o la suma de muchos algos, seguro.
Le encantaba cobrar en especies, su ego se expandía ante el atribulado cedente, como declaró al instructor Antonio Bruguera, el directivo de la Banca March Enrique Piñel. Le pidió un empleo en los servicios jurídicos del banco para su hija Elena. A los pocos días anulaba las medidas cautelares contra el presidente de Carrefour, del Grupo March, Jean-François Pontal, acusado en el caso IVA Indelso.
La desgracia me trasladó a Gerona. A los quince años resucitaban la urbanización Can Fornaca, de Riudarenas. Sorprendido el abogado Franscisco Jufresa, continuador del Bufete Quintero Olivares, por lo que entendía archivado y prescrito. Otra minuta que no esperaba. Según su versión, alguien se interesó por la causa dormida y la Audiencia de Gerona reclamó al juzgado de Caldas. No me atribuí el protagonismo, pensé que los tiros se dirigían contra otro de los procesados, Rigat, con fortuna considerable. Hijo del famoso Rigat de Plaza Cataluña, el gran cabaret de la época del estraperlo, promotor de La Molina y gran hotelero.
El paréntesis de tres meses, en el terrible cuchitril de Gerona, tan horroroso como los primeros ochenta, aunque la comida y la limpieza se toleraran. Las Olimpiadas contribuían al malestar con el entusiasmo general. En la celda, cinco gitanos y guitarra, una locura inaguantable. Con aceptables amigos gitanos en La Modelo, me convertí en racista. La estancia se compensó con un “inocente”. A olvidar las urbanizaciones. Terminada la pesadilla, con repercusiones, donde caí de cuatro patas por descontar letras de urbanizaciones, avaricia a por intereses, y por tanto beneficios para la Caja Cooperativa. El juez de Sabadell, prometida la fianza por dos millones de pesetas, apartado por un expediente disciplinario. Achaqué a Rucabado desaprovechar la “manga ancha” de su señoría prometida la libertad, cuando él era un práctico de los billetes entre escritos. Su sustituta denegó la fianza argumentando los casos pendientes. La “inocencia” del de Gerona, dejaba pendiente el de Madrid, y la jueza no torció su criterio. Los había a cientos con uno y veinte casos en libertad con fianza, siempre ignoraré por qué la jueza se empecinó conmigo. No recuerdo ni el nombre, y la muerte de Rucabado, precedida por desequilibrios de “lógica”, me aisló. Nombré a Jufresa, abogado para la causa de Sabadell, y Jorge Trias Sagnier continuaría con la de Madrid. La “inocencia” en Gerona lo valía, y a continuar en La Modelo hasta el juicio. La mitad de la condena. En definitiva no tenía antecedentes, el encubrimiento en puridad no debiera figurar por inferior a tres años y no tratarse del mismo tipo de delito, aunque hubieran, ocho meses por falsedad, y la denuncia de Madrid sin juzgar. De nuevo la Ley mostraba su lado duro, el de la caprichosa decisión de uno de sus profesionales, que como el Juez Especial del Consorcio tampoco se dignó citarme. Ratificaban la cárcel con absoluto desprecio del justiciable. Ni vistilla ni narices. Culpable sin más. Y si en la Modelo el juzgado n. 26 proporcionaba libertades a pocos días del ingreso y por cantidades multiplicando mi estafa en Sabadell, los fantasmas y la obsesión de discriminado y perseguido no me extrañaba que me asaltaran. No me atrevía ni a contestarme si Pascual o Piqué conectaban con la Jueza de Sabadell.
Al tiempo Pascual lidiaba tres pesados toros a la vez. El caso Indelso IVA, una copia de los Seguros Sociales de los ochenta, con trescientas grandes empresas. El de los pagarés, una financiera, con Jordi Planasdemunt, Director General de Política Financiera de la Generalitat, Salvador Forcadell de las famosas Fincas Forcadell, de Plaza Universidad, y varios. Otro caso interesante, Macosa, enmerdando a Alfonso Escámez del Banco Central, luchando contra el Juez en dos frentes, complicados con el IVA los ejecutivos del Banco Vitalicio de España, compañía de seguros del grupo, sita en el emblemático edificio de Gran Vía Paseo de Gracia, y ¡ojo al dato!, el cuñado del Rey de consejero. Se superponían esos casos, y más fabricándose. Por si fuera poca embestida, la burguesía catalana y la Generalitat, se atrevía con el Palacio de la Zarzuela (sin materializar la amenaza), y los centros de decisión financiera madrileños.
Transparente. Pascual utilizaba su fuerza, la táctica en el Consorcio, arremeter con lo descubierto por mí, y lanzando mandobles a diestro y siniestro, pactar el soborno, chantaje, o extorsión.
No actuaba solo, alguien o varios le colocaban a tiro las selectas piezas. Descubrí a Piqué Vidal en las primeras conversaciones. Evidente con Bertran de Queralt, de la familia Güell, y por los tatarabuelos, abuelos, y padres, de toda la alta burguesía catalana. La abuela Güell, su abuelo de los famosos “Bertran y Musitu” de la Lliga, y el padre Bertran Güell procurador en las Cortes de Franco en el 52. “Acude a Octavio Pérez Victoria, atemperará a Pascual, te costará menos que Piqué Vidal”. Se hablaba de trescientos millones, en Suiza. Su mirada se detenía entre frases, pensando. Sabedor que un abogado allegado a Piqué Vidal presentó el panorama al Juez, señalando la parte débil de la trama, Manuel Tramullas, el retirado en Almería, administrador de la sociedad Serptex. Bertand no firmó nada, canalizaba dinero negro de sus negocios, invirtiéndolo en bolsa a través de cuentas falsas proporcionadas por varios directores de banco. Milagrosamente no encarceló a José María Xercavins, director regional del Banco Español de Crédito de Mario Conde, y máximo ejecutivo del Banc Catalá de Credit, continuación limpia o disfrazada del Banco Garriga Nogués. ¿Al oír lo de las cuentas falsas no le susurraría al juez las viejas historias del Consorcio, Noticiero, y De la Rosa?. Bertrán salió a los siete días, después de visitarlo el ya anciano Pérez Victoria, abogado de Bruna en el Consorcio, acompañado por su hijo. En mis conversaciones no le conté la admiración de mi padre por su palacete en el Puxet, de San Gervasio, orgulloso de ser el “albañil” preferido de la Casa.
Bertran se mantendría en que no sobornó al Juez. A estas alturas eso no se lo cree nadie, ni menos yo, aunque rebajados los 300 millones. La ley convertía la extorsión en soborno, y penado a ambas partes. !Muy inteligentes los legisladores!. En España jamás se sobornó, y nunca un juez extorsionó. ¡Maravilloso país!. Se cambiaría la Ley para maquillar actuaciones, y poder complacer a los poderosos extorsionados sin caerles encima lo del soborno. De todas maneras nadie se denunciaría asimismo por sobornar a un juez. Y si en los juzgados el grito de “el 26 cobra” audible, en la cárcel, en la primera, leídas en los periódicos las escabechinas de Pascual y sus soluciones, la comidilla del cuanto le costaría a unos y a otros. Decenas de casos, ¿y la fiscalía?, sorda o sobornada.
No respetaban ni a la Generalitat de su benefactor Pujol, o ¿extorsionado a la vez?. Piqué y Pascual de nuevo tomaban cuerpo. ¡Y un solo cuerpo!, aunque de abogados componedores los había más. Normal, los profesionales reorientaban sus casos hacia donde soplaran favorables los vientos, y el mejor viento, el soborno. Si en las continuos artículos, reportajes y tertulias sobre De la Rosa, Piqué no aparecía, en los esporádicos titulares sobre el “Juez azote de la burguesía”, tampoco se mencionaba al abogado “látigo”. Ni existía.
Tras un cambio de celda, dormía al lado de una de las víctimas de Pascual, Juan Ignasi Pujadas, de Dinamic, por pagarés, decían falsos, sería simples impagados, por presentada la legal suspensión de pagos. En la celda contigua Bertrán de Queralt, y en la planta Juan Bassols, padre e hijo, y al mismo tiempo en el geriátrico Planasdemunt, Forcadell, y Tramullas, el vejete disfrutando su retiro en Almería involucrado en el caso Bertran. O los del Grupo Financiero Cor. Decenas los librados de la cárcel, y varios los encarcelados que no conocí como Manuel Carreras, de Bankers, o Antonio Sagnier, consejero de Privat Bank. A figurarse lo que sucedería con Francisco Esteve Corbella que le confiesa y declara al juez que posee 2.000 millones para solucionar el entuerto. Lo encarcela, y suelta rápido. O les asaltaba en el pasillo del juzgado el señalado por una publicación hijo de Pascual, proponiendo la solución, cobro inmediato o cárcel, o se traficaba la libertad o prisión en los bufetes de los abogados “delegados”, Piqué, Vives, y alguno no denunciado. Mi atalaya, entre el economato del geriátrico, donde me pasaba el día, y la primera galería, la noche y las horas libres, perfecta para una visión de conjunto.
El 8 de noviembre de 1993 el juez interrogaba a Manuel Romillo, consejero delegado de Dragados y Construcciones SA, pieza especial del grupo Banco Central. Que yo sepa no entró. ¿Y me preguntaba, y la Fiscalía?. En mis casos, los abogados no paraban con las nefastas “oposiciones” del fiscal. Cuentan los cronistas que la fiscal Belén Suárez pidió el traslado cansada de llorar los desafueros del Juez, ¿¿??. ¿Y su sustituto Javier Balagué, en las fotografías un paso atrás del Juez Estrella?, ¿cegado por el resplandor?. ¡Y Jiménez Villarejo, Fiscal Jefe, colgándose la medalla de acabar con tamaño sinvergüenza!. Falso. ¿Un fiscal Estrella?. Cuatro años de recolecta que no terminaría por la intervención de fiscalía sino por la emperrada actuación de alguien con unos días en Carabanchel, Madrid. Enrique Marugán Giró. Un dato curioso del caso Marugán, el auto de prisión donde se les acusa de “blanqueo de capitales”, fondos evadidos procedentes de unos activos desaparecidos, dice; “... se verificaba a través de llamadas telefónicas procedentes del despacho de Abogados de Barcelona, y en esta ciudad, dirigido por el Letrado Juan Piqué Vidal”. ¿Un toque a su socio sobre quién mandaba?, o anuncio en papel oficial de su posición y soberbia. Él no admitía socios, subordinados acaso. El aviso escrito corrió entre profesionales. Pudiera ser una treta, Piqué se enfurecería por una grabación en su despacho, y la cuota de la libertad por las nubes. Con semejantes elementos muy posible.
Mi ex abogado goza las mieles de la popularidad, poniéndome la carne de gallina. A finales del 93 el juez Pascual del 26, a tenor de la prensa, un juez estrella dedicado por completo a luchar contra la corrupción generalizada del empresariado barcelonés. Si tiraba de las listas de Hacienda cedidas por sus propios socios de la Delegación, no bastaría la Modelo, y sus bancos suizos rebosarían de pesetas o su contravalor en dólares. Una de sus primeras declaraciones, al descubierto, cogido, alguien, sin él enterarse, había ingresado en una cuenta a su nombre en la Banca Darier & Cia., 25 millones, sin duda para acusarle. Y ese alguien era el abogado de la empresa Nutrexpa, Juan Velayos Balcells, y el caso provenía del año en Tarrasa. Una vez acusado se estrenaba desbarrando. El negocio de las extorsiones se inició al día siguiente de caer del caballo por vocación. Con seguridad Piqué dirigiría a su juzgado algún caso sustancioso y de tanteo, después a Barcelona. El tan cacareado sistema garantista español no garantizaba ante la actuación mafiosa de letrados y jueces.
Barcelona
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