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martes, 15 de mayo de 2012

3ª PARTE, CAP. 4 de “BARCELONA, 30 AÑOS DE CORRUPCIÓN”, ed. 2006. LUIS PASCUAL ESTEVILL, JUAN PIQUÉ VIDAL, JORDI PUJOL, 1995-2005

Rafael del Barco Carreras

 Barcelona 15-05-2012. Cuando en el Caso Urdangarín señalo el "ambiente barcelonés" como creador del deportista sin demasiadas luces, me refiero en concreto a artículos como el del capítulo 4 de "Barcelona, 30 años de corrurcion". Quiero creer que Urdangarín ni de lejos intuía, ni nadie le informaría, sobre las cloacas de su refinada Barcelona.

  Y en cuanto al pujolismo, incluso con Piqué Vidal en la penumbra, el pasado de nuevo se vuelve presente:

Cataluña

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Interioridades | La Voz de Barcelona

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  1. Carles Gasòliba sustituye a Narcís Serra en la presidencia del CIDOB
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    Carles Gasòliba sustituye a Narcís Serra en la presidencia del CIDOB - ABC.es - Noticias Agencias.
Fundaciones... cargos... subvenciones... 





TERCERA PARTE
Luis Pascual Estevill
Juan Piqué Vidal
Jordi Pujol
1995-2005



Cap. 4  Equipo acusadores Pascual Estevill. Ideal y Dry Gin. El Ensanche. Droga. Fiscalía Anticorrupción, Carlos Jiménez Villarejo. El fiscal del caso Mariano Rubio, ficha para el Bufete Cuatrecases.  

 
Me sorprendió que aquel joven, abogado en ejercicio, que comía por el año 78 en el Canari de la Garriga, frente al Ritz, con despacho próximo, Jaime Martínez Marí, iniciara el ataque contra Pascual Estevill. Una alegría, le hice del grupito, escribía para El Noticiero, se reía a placer con las ocurrencias de Tito Parés, y se interesaba no solo por sus chanzadas. Después se añadieron los abogados Alberto Sala Reixach, Xavier Arraut, Maite Vila, Jorge Linati, y los Vives de Hinojosa, a pesar de colaboradores y acusados, afianzando el ataque, más la labor de zapa de las instituciones vilipendiadas. Una batería de gran calibre.
Completarían las tres primeras denuncias admitidas por el TSJC con varias archivadas. Se iniciaba el tejer y destejer, la corrupción ideológica y práctica, desde el “no tengo estanterías” de la Jueza Remei Bona a los recursos, pura trampa, como el juego de comisiones rogatorias a Suiza sabiendo de antemano que no se contestarían, o el ir y venir de competencias entre Madrid y Barcelona. El bien y el mal jugarían poco papel durante los próximos diez años. Un largo trabajo de vaciado, de contención y cansancio contra los denunciantes. La filigrana de escrito contra escrito, el terrible juego de palabras e ingenio, donde tu peor enemigo, camuflado en el doble juego, se transforma previo pago o convenio a tu favor. Los profesionales en el fondo de su corazón amaban el Sistema, y no atentarían cuestionando el entramado. No se trataba de fundamentalismo ideológico, la mayoría son críticos con una mecánica permitiendo todos los chanchullos imaginables, pero adictos por supervivencia, conveniencia, y modus vivendi. 
El caso terminaría con dos en el banquillo, Pascual Estevill y Piqué Vidal, escaso banquillo, dibujado en la expresión del Fiscal Jefe Mena, “caso aislado”. Sin similitud en magnitud y truculencia con Penalva y Lavernia, los dos jueces condenados años atrás, primer caso de prevaricación y soborno, contratados al salir de la cárcel por el Bufete Piqué Vidal. No entendí su necesidad de empleo, solo la finca con tentadero donde remataban sus juergas valía una millonada. Otra lucha entre profesionales dinamitando el monopolio judicial en suspensiones de pago y quiebras (carroña para buitres), sector muy rentable en el ambiente judicial barcelonés. Lo tuvieron fácil, los usos franquistas de total impunidad aportó más pruebas de las necesarias, ni se preocuparon por Andorra, el dinero y la golfería les rezumaba. Piqué aplicaba a rajatabla las normas sobre dinero negro, de siempre. En los bancos nacionales el movimiento legal, contabilizado y declarado (aunque los mermados precios en las escrituras de sus compraventas inmobiliarias hubieran dado pie para un proceso por fiscal, frente cubierto), pero Pascual disfrutaba en su lucha contra corriente, y le arrastró. Quizá un complejo de Edipo contra quien en definitiva le creó Juez. Fiscalía en lugar de felicitarse por solo tratarse de un “caso aislado”, dará un verdadero recital de cómo se aísla un escándalo de una magnitud moral dramática. Y se aíslan y marginan los innumerables y multimillonarios delitos de los extorsionados, la cúpula empresarial y financiera de Barcelona. Aislados todos. Se hace un paquete de los delitos que llegan al juicio y se les condena a siete a Piqué, como a mí por unos medianos pagarés a unos bancos, y nueve a Pascual, cuando a mi me pedían doce por encubrir a De la Rosa. Resultado final, toda una vida de ganster oficial sin repercusión penal carcelaria. 
Imprescindible la presencia de Adolfo Fernández Oubiña, aun en entredicho en la Judicatura, abarcaba por experiencia el arco judicial. Conocedor de vicios y virtudes. Descarado, aparcaba su coche ante, lo mismo Diagonal 612, que en Aribau Mallorca, la coctelería Ideal, donde De la Rosa interrumpía sus cócteles para seguido de sus guardaespaldas despotricar por teléfono en la acera. El jubilado juez comía en la terraza de al lado rodeado de fornidos y jóvenes amigos. Sujetaría las bridas de los purasangre metidos en el rocambolesco juego de defenderse atacando pero sin desear el hundimiento del contrario, antes colega de rapiñas. Un valor reconocido, a pesar de su revolcón en el Supremo con pérdida de la Presidencia de una Sala. Supo nadar y guardar la ropa, hasta la jubilación. Otra muestra de la inmensa corrupción judicial o de la ineficacia y perversión. Su presencia en el Bufete no se limitaría a la carroña de los quebrados por usura, marcaría la dirección de los frentes judiciales contra el titular, y de suponer rentabilizaría su presencia, ganar dinero. El principal cliente, De la Rosa, no aportaba ni petrodólares ni minutas, prefería otros bufetes, y Pujol huía de unas compañías capaces de dinamitar su fogosidad catalanista, por lo que el enjambre de sociedades creadas en los primeros setenta para fagocitar activos y en los ochenta hacer desaparecer las enormes diferencias de precio de compra y venta de las empresas a vender a KIO, o viceversa, y las compraventas de edificios para la Generalitat, se dedicarían a facilitar el inmenso trasiego de dinero blanco o negro de la ciudad. Los billetes tienen el mismo color.
 
Entre el Ideal y Dry Martini (durante años con un negocio de masajes-putas en el principal del inmueble) se extiende el mapa de la Barcelona del golfeo y la droga. El poder y carisma de juez disfruta del derecho de pernada sobre la mujer en busca de soluciones a sus problemas legales, al estilo de la policía en la prostitución del franquismo, y de pretenderlo se haría con un harén gratis. Años atrás tenía una propietaria de un estanco que hasta denunciaba a quien ordenara. Desde el Barrio Chino de marines americanos y ex legionarios con su kifi, el Paralelo y sus políticos de zarzuela, o el Rigat, Bolero, Río, de los estraperlistas, al Ensanche metido entre Colombia, Galicia y toda Europa, existe la misma diferencia que del Molino, Apolo y Victoria a las Crónicas Marcianas. Las putas, un simple relleno, decorado y buen complemento, o agentes de ventas. El ir y venir de individuos entrando y saliendo de los locales no tiene nada que ver con aquella riada de hombres abarcando toda la calle Escudillers, Robadors, San Ramón, Tapias, o el Chino entero, el sábado por la noche, día de cobro. “Sábado sabadete, camisa limpia y polvete”. Ahora la cita o búsqueda del contacto, y por extensión el contacto judicial, tan incardinado en el juego de la droga. El kilo de cocaína a cinco millones de pesetas al mayor, según corte, incluía, desde las doscientas mil de inicio en América, el coste de miles de sumarios y su gente en la cárcel, aunque la mayoría acabaran tristemente olvidados, y la puta miseria les condujera de nuevo al trapicheo. 
España, lo descubrieron rápido los colombianos, tenía un dúctil modo de manipulación de la justicia donde por el momento entre “la plata y el plomo”, sin duda “la plata”. Tardarían en entender que el pago en negro a su abogado no garantizaba el inmediato arreglo. Sin embargo Barcelona funcionaba mejor que Colombia donde los muertos sobrepasaban toda lógica. 
Los suaves atardeceres de tertulia entre profesionales de la judicatura o el derecho en el Derbi de los setenta, el Gotarda de Infanta Carlota, Petit París, la Puñalada, se rompieron como la unidad total de criterios o acción del franquismo. Exceptuando la presencia del histriónico De la Rosa y su séquito de seudofinancieros, estafadores, funcionarios, periodistas y abogados, los demás no aguantarían una mínima encuesta de en que consumían su tiempo libre. Negociaban.
Al atardecer y noche, el barrio cambiaba de decorado, la mayoría de sus aburguesados y viejos vecinos desaparecían para entre una juventud, no excesiva, pues la del botellón prefería los cascos antiguos de Gracia, Rabal, Barceloneta y Borne, aparecían sudamericanos, turcos y gente del Este, siempre de la mano de españoles. Si en los viejos mublés se liquidaron cuentas del estraperlo y las concesiones políticas, en las relucientes saunas y clubes con habitaciones, se encuentran muertos de difícil filiación con sobredosis o tiroteados. Pasarían años para que la prensa, y más la televisión, admitieran que la droga constituía una plaga nacional, y no solo porque muriera de sobredosis una Ordóñez, o un ex futbolista destrozara la habitación del hotel, o Maradona señalando a Barcelona como cuna de su adicción, sino por los escandalosos casos de libertad a manifiestos mafiosos traficantes cogidos en “flagrante delito” o reclamados por la Interpol o la Dea, y la suma de cientos de miles de millones, evidenciados por los miles de quilos intervenidos, confirmando su presencia en todo el entramado oficial. 
No se trataba de guardia civiles parando el cazo en las fronteras, ni siquiera coroneles cubriendo yates y barcos, policías a por el botín de narcos pequeños o grandes, o de simples cobradores de colombianos, publicado en enero del 2005 sobre un policía asesinado, las cifras en cientos de miles de millones, billones, y no corren sin la colaboración y ganancia de miles de funcionarios y políticos. Y si en el centro de Barcelona se negocia con la cocaína, y mayoristas de heroína en Aribau, en los barrios los gitanos pierden su hegemonía en el hachís a manos de los marroquíes enlazando las costas y autopistas catalanas con Europa, fuente de no pocos enfrentamientos llamados “raciales”. Con razón el comisario Justo Aguilera le comenta a un amigo abogado que Barcelona “se complica”, y cambia de destino. Comisario Jefe en Jaén. 
El nuevo río de oro, creciendo sin parar desde los últimos 70, minimiza los petrodólares kuwaitíes transformando a De la Rosa en una reliquia del Ensanche. Toda expansión económica insuflada con capital fresco, atrae a foráneos y a los propios que antes lo exportaron, y surgen cientos de extrañas sociedades, nacidas en Holanda, Luxemburgo y los demás paraísos, se legalizan en España y compran en el Paseo de Gracia, construyen hoteles, y rellenan los huecos del saturado Ensanche. La gran banca y las cajas con presencia en “todo el mundo”, ayudan con operaciones parecidas al aval prestado a De la Rosa por el Banco Popular. El círculo está cerrado, España, y Barcelona en concreto, la “basa d´oli” del Honorable Pujol. De la calle Tuset del 60 con la “Gauche Divine” en alarde de exclusividad intelectual imponiendo la coca de novedad y distinción, al gran narcotráfico escondido entre el fariseismo propio de la más antigua de las colonias fenicias. Y si la corrupción es tabú, y admitido que cualquier venta produzca dos contratos, la escritura pública (oficial) y el contrato privado (en negro), la droga, treinta años multiplicando inmensas fortunas y dramáticas muertes, ignorada, silenciada, se calla hasta reventar el vaso. 
Yo, con piso en el barrio desde los setenta, cuando si se olvidaban las llaves se palmeaba al sereno y en el silencio de la noche se oía el arrastre de su palo, sin la prudencia debida a la “busca y captura” acudía a las excelentes paellas de mi mujer, y los veía con los negros automóviles ocupando el chaflán del Ideal. Parte de mis alocadas imprudencias, si yo veía, me veían a mí, y si el delito, más impune que denunciado en el barrio, en mi caso, funcionaron las llamadas a la policía. 
El fracaso en la venta del castillo, un aviso, o el intento en la distribuidora con mi novela “Los cuadros del Museo Von Turner”. Demasiadas presencias incordiando. Las amenazas del “Club de los Mentirosos” a los distribuidores surtieron su efecto. Además de jugarme la libertad, no vendería a través de empresas con suficiente presencia, ni financiando o imprimiendo la edición. Y me reclamaban unas miles de pesetas por devoluciones. 
Al tiempo, los Pascual y De la Rosa, por el momento se libraba Piqué Vidal, se debatían entre el enjambre de papeles que nos vacían los bolsillos a menos de traspasar la frontera de la legalidad convirtiéndose en un prófugo. Ellos saben que es posible, pero intentarán agotar todas sus posibilidades que son muchas. Antonio de la Rosa demuestra se puede vivir y disfrutar más allá de la Ley, siempre con la anuencia de dinero y corruptos en nómina. Un freno, el grave inconveniente de comprometidas situaciones jurídicas en Nueva York, Londres y Suiza, o sea, todo el planeta. Eso les retiene, se torea mejor con la corrupción en España que en los juzgados por esos mundos, donde además se aparece colgando de un puente en Londres, como el banquero italiano Calvi. 
Pujol retoca su “gobierno” limpiando el polvo. Cullell, Prenafeta y Maciá Alavedra, no tardarán en mostrarse por televisión en los refinados suquets del Ampurdán, y Miguel Roca situaría su bufete en la elite y ranking de la profesión, superando los efectivos de Piqué Vidal, pero lejos de los de Cuatrecasas (el patriarca Pedro Cuatrecasas Sabata, que en una ocasión cogió a De la Rosa por la solapa por su inversión en Bamsa, cuentan), y los jueces pieza clave en el Caso Consorcio presiden sus doradas salas. En la fiscalía, el segundo pasa a primero, normal en el funcionariado, elevado Carlos Jiménez Villarejo a Fiscal Anticorrupción. 
La creación de Anticorrupción por el Gobierno de Felipe González se entiende para centrar en una oficina madrileña la porquería de gran olor. La disparidad de criterios de cientos de funcionarios fiscales enredó denuncias y querellas donde se ahogaban tantos compañeros socialistas que mejor centrar la corrupción en un mando, y si Jiménez Villarejo “de izquierdas” demostró su gran hacer en Barcelona cumpliendo su cometido, obedecer a su superior el Fiscal General del Estado, nombramiento del exclusivo dedo de la Jefatura del Gobierno, pues eso, el más apto. ¿O sería porque la Fiscalía de Barcelona funcionaba mejor que la Guardia Civil a la voz del mando, y Barcelona una “basa d´oli?. En Madrid, se detiene al director de la Guardia Civil, Gobernador del Banco de España, y ministros, y confirmando a Pujol, en Barcelona ningún Consellé, ni Delegado de Hacienda, ni menos cargos de la Guardia Civil o Policía. La corrupción se limitará a tener entre rejas, y corrompiendo, a Estevill y Javier. 
Una mota de polvo en la gran montaña, el fiscal del caso Mariano Rubio, deja la fiscalía y ficha por el gran Bufete Cuatrecasas. Diagonal Paseo de Gracia. Un bufete que intentó comprar el edificio del Deutche Bank, pero no pudieron con los inversores andorranos (unos 10.000 millones). Un mar tranquilo el Mediterráneo comparado con la adusta meseta. La fiscalía de Barcelona funcionaba a la perfección, nada que alegar por el nuevo Gobierno de Aznar, seguían obedientes, aunque patalearon ante la Ley arrebatándoles el derecho de por vida del cargo, Vitalicio. La sagrada propiedad de la plaza funcionarial, tan fundamental decían para la libertad y servicio a la Justicia. ¿Cómo se les ocurriría a los americanos o suizos elecciones para el cargo de fiscal?. Aquí elegidos a dedo y a perpetuidad, removibles por ascenso al Supremo o al Olimpo de los Dioses. Ni el Rey lo tenía tan seguro. Toda la normativa rezuma Dictadura. La Dictadura del Funcionariado.

 

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