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jueves, 25 de febrero de 2010

INSPECTORES DE HACIENDA, !QUÉ TROPA!

XLIII. JUICIO A LA CORRUPCIÓN EN LA DELEGACIÓN DE HACIENDA DE BARCELONA.

Rafael del Barco Carreras

Sesiones 23 y 24-2-10. Las periciales a Núñez y Navarro cuestionan a los peritos, por equivocaciones o excesiva y partidista puntualización. Pretender teóricas cuadraturas conduce a extrañas conclusiones.
Solo un loco se atrevería a insultar a quienes inspiran el más reverendo de los terrores, y yo debo estarlo. ¡Una inspección fiscal! Pero aquella Agencia Tributaria creada por Josep Borrell, ¡con organigrama!, insisto, no era más que “una merienda de blancos” repartiéndose las moscas caídas en la red según su tamaño. Mi entender sobre el “en Madrid se sabía” de Josep Borrell es que si De la Rosa era una pieza de y para sus “jefes” (indispensables por las magnitudes del gran financiero o estafador) de él para abajo, delegados y demasiados inspectores, se repartían las moscas según magnitud, sin teorías ni cuadraturas, a bulto.
Y si con los “clientes” iban a voleo, acusando a los ex inspectores lanzan florituras causa de las filias y fobias en cualquier burocracia, y más impregnada de políticos y “política”. Ya el propio montaje del sumario es pura prevaricación. No solo por la extraña selección de empresarios, sino porque en las actas y expedientes en los que se basa la acusación se reflejan firmas de los inspectores acusados… y de otros… no acusados, para los que las deficiencias se mostrarían tan claras como se muestran para los actuales peritos, algunos… compañeros entonces de los acusados.
En la sesión del 23 el abogado del acusado inspector Roger Bergua, que creara el manual de inspección, nos agotó atacando a los peritos, transformándolos en testigos, o acusados. La presidente se empleó a fondo para que sus preguntas se limitaran al peritaje, pero varios errores periciales y el porqué deducían sospechosas actuaciones y supuestas culpabilidades en unos casos, y en otros con la misma documentación y firmas, no, desencadenaba preguntas y auto respuestas. Prada, Blesa, Ojeda, Magriñá, nombres que actuaron con los acusados Bergua o Abella en las mismas inspecciones o que confeccionaron el mismo tipo de documentación. Las carpetas vacías generando actas se prodigaban. La documentación requisada a Núñez y Navarro se convertía en favorable para los acusados, que firmaron lo mismo que otros compañeros inspectores. Por el gran número de inspecciones diría que la inspección de Hacienda de Barcelona se cebó con el grupo. En un país semidecente José Luis Núñez se querellaría contra el Estado por mantener semejantes “servicios”.
La dirección del abogado de Núñez y Navarro, Cristóbal Martell, tomó un rocambolesco pero bien definido camino para demostrar que la extraña operativa de compraventas entre empresas del grupo no tenía la finalidad expuesta por el peritaje, es decir, evadir impuestos, pues el coste de cada operación podía significar entre notaría, transmisiones e IVA, tanto o más. Se enzarzó que si se acusaba a su defendido de negocio anómalo o simulado, por no existir traslado de dominio, se deberían anular esas compraventas pero nunca acusar por impago de impuestos. Justificó el galimatías contable con “reinversiones”, “encajes de tesorería”, “técnicas y techo de financiación”, “capacidad de endeudamiento”, y que los propios bancos consideraban en conjunto la garantía del grupo.
Pensé que soltaría “dinero negro”, recurso del Delegado de Hacienda Ernesto Aguiar admitiendo, por prescrito, haber ganado en bolsa lo ingresado en Suiza, sin tributar por las ganancias, siguiendo el guión que en su día, 1999, montaran para exculpar a Josep Borrell, y ahora en el juicio negando la acusación de soborno a su socio José María Huguet. Dinero negro en teoría garantizado con los pagarés emitidos. Unos asientos contables reflejando la venta, beneficios e intereses (un 14% en los años 90 no era disparatado), de cada promoción, que se anulaban con cargo a SETEINSA una vez vendidos los pisos a reales compradores o alquilándose parte del inmueble, real ganancia del grupo. Unos mandaban su dinero a Suiza y otros construían en España. Me extraña que ni Hacienda ni Fiscalía incidieran en este concepto.
La consigna entre los inspectores de “POCOS MEDIOS” cerró demasiadas preguntas. Me pregunto que medios pretenderá un inspector fiscal que los tiene todos frente al abatido inspeccionado. Tienen tantos que demostrado en los chantajes de Luis Pascual Estevill y Juan Piqué Vidal, no es necesario ni montar un expediente. “Tanto para Hacienda, y te entrego un acta de liquidación sin necesidad de contabilidades y justificantes…y tanto para el inspector”, o juez en el caso de Pascual Estivill, argumentarían abogados y asesores fiscales ante sus aterrorizados clientes, incluyendo su minuta en negro. Estafa añadida, esas actas se podían recurrir o servir como prueba en un juicio penal, matiz invalorable para el engañado, chantajeado y aterrorizado empresario.

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