II. ERRORES JUDICIALES
Rafael del Barco Carreras
Al leer a uno de mis habituales detractores, de los que se dedican al insulto cuando leen mis tan indiscutibles verdades que a pesar de que yo no sea creíble, un delincuente, nadie desmiente argumentando, ni menos denunciándome (y si mis denuncias no las aceptan, sé que los corruptos ayudarán a las de cualquiera contra mí), que me aprovecho de la muerte de la pequeña Mari Luz para arrimar el ascua a mi sardina, mi conciencia no puede menos que contraerse (y aquí se lanzarán a insultos por lo de conciencia). He visto casi matar, o matar, porque nunca supe de su recuperación, a varios pederastas violadores, cuando la cárcel era “de hombres y para hombres” (eslogan machista) y no dormía sumida en drogas legales e ilegales, y recuerdo que me obligaron por “buena persona” a convivir con un subnormal que estranguló a su sobrina de ocho años mientras la violaba, pues así creían los funcionarios que salvaría el pellejo, revelándome, y lo aislaron. Quien haya vivido la cárcel tanto tiempo y tan intensamente como yo, pensando a cada minuto en su propia familia y lo que significaban seres como aquellos, no puede menos que concluir que Ley de la Selva es la justa. Un pederasta violador y asesino se merece aquella muerte. Así pues, esas barbaridades me afectan más si cabe que al resto de los mortales. Pero si ese sentimiento debe paliarse con la simple “civilización y cultura”, si la Justicia debe sustituir la caliente venganza, a esa JUSTICIA se le debe exigir un mínimo de DECENCIA. Y el disparate español ha alcanzado tanta desvergüenza que si se ha de utilizar la BARBARIDAD de la MUERTE DE LA PEQUEÑA MARI LUZ, cuanto menos, extraeremos de ese triste caso una LECCIÓN.
Y lo malo que esa lección no irá más allá de alguna inhabilitación temporal, ¡veremos!, o de segundo rango, y muchos programas de Tele que a lo sumo utilizarán el caso para extender más morbo que reformas judiciales. No es que intuya, es que sé que nada cambiará, el ambiente está tan podrido que nadie se siente culpable. Y si mi Juez de Vigilancia Penitenciaria, Josep Lluis Albiñana Olmos, o José Luis Albiñana Olmos, primer presidente socialista de la incipiente Generalitat Valenciana, asciende a Magistrado de Sala a pesar de la gravedad de las violaciones y asesinatos de su época de VIGILANCIA (en Hospitalet y Nou Barris de los que nadie se acuerda), sin el mínimo atisbo de remordimiento, extensible a la generalidad de los servidores de la Justicia, así seguirá. Eso los “decentes”… a los demasiados corruptos por acción u omisión la conciencia les importa una m…
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