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martes, 11 de marzo de 2008

TORRES KIO

LAS TORRES KIO

Y CAMBIO 16

Rafael del Barco Carreras

Si estos dos últimos meses me he divertido escribiendo sobre Gran Tibidabo, una vez criticada la sentencia, enlazo de nuevo con los Alberto. No tienen nada que ver conmigo pero su Odisea roza en mucho mi tragedia. Tres años de cárcel no se olvidan, y menos a cuenta de unos gansters al estilo español, es decir, “de lo oficial”, los únicos existentes de siempre en la Sociedad Española. El “delito”, al “gran delito”, el rentable, era o es un monopolio, oligopolio o cártel tan controlado como el Petroleo, la Electricidad, o las Finanzas. El organigrama siempre el mismo, en la cúspide un Poder, funcionario o político, coordinado con bufetes, gestorías o consultings, y de base, los soldaditos que a menudo ni saben para quien trabajan, o quién les estrujará. Existe la variante de que el segundo escalón domine al primero. Los sobornos crean dependencia material y moral, y el terrible miedo, terror, del sobornado que le hará depender de por vida del sobornador. Desde la prostitución al blanqueo y narcotráfico, o la obtención de cualquier beneficio, permiso o simple arbitrariedad funcionarial y política. Todos los “grandes y medianos casos” encajan en tan simple definición, los demás son siempre de desgraciados marginales que apenas subsisten y en su gran mayoría chivatos, confidentes y carne de cañón.

Los 80 y 90 traspasaron en mucho el suave invento de la Prensa, la “Cultura del Pelotazo”. Creer que entre esa jauría podía encontrar a Antonio de la Rosa Vázquez, para que se repitiera el juicio, me demuestra ahora que algo falla en mi cerebro. Seguía sin valorar la enorme diferencia entre la realidad y lo que el común de los mortales creemos, es decir, que un mínimo de Ley y Honestidad rigen la Sociedad. Un mundo hipócrita. Una denuncia para detener a un fugitivo de la Justicia devino en otro peligroso enredo, o como le sucedió después en 1996 al secretario de Juan Piqué Vidal, que denunciar en Fiscalía a su jefe le costó una condena de año y medio. ¡Denunciar al máximo extorsionador de la Ciudad se transformó en una condena por “extorsión”!.

Comprobado, visto y sufrido que a pesar del descalabro o vaciado del Banco Garriga y Nogués, De la Rosa y Piqué Vidal se recompusieron contraatacando, y si antes corrompían sin más, con maletines e ingresos en Suiza, entonces, 1988, no solo tenían anclajes seguros en Fiscalía, Policía y Magistratura, además de la Prensa, y total en Política (y aquí cabe la pregunta si ellos eran los capos, aunque en su caso los hubo varios, según el momento y negocio entre manos), sino que con dinero kuwaití, montaron un ejército oficial, la empresa de seguridad privada, Chek In, con mandos salidos de la Policía, un asesino de los Gal, Francisco Álvarez (con los años compañero de celda de Luis Pascual Estevill), a sueldos de capitán general, sino sus propias oficinas de prensa, con Federico Gallo y Alfredo Fraile, e investigación, con el Guardia Civil, Sebastián Martínez Ferreté. O sea, después de varios sustos, desaparecí. Además debía subsistir. Yo no tenía ni un duro de aquel gran enredo financiero aunque algún banquerillo creyera que sí.

Y me sorprende la presencia en Madrid, mi refugio, de los personajes clave de mis desgracias. Javier de la Rosa montó en el Hotel Villamagna su gran desembarco en la Capital (200.000 pesetas diarias del 87-88). Si los últimos doce o trece años en Barcelona, entre desfalcos, estafas y quiebras, consiguiera que los personajes clave de la Ciudad comieran de su mano, y él de las suyas, ahora con los petrodólares kuwaitíes de KIO, en Madrid, lo intentaba, y por los rumores, lo conseguía. Ya tenía una buena red de cobertura con los franquistas, amigos de su padre, del viejo Banesto, a pesar de lo del Banco Garriga, o precisamente por eso, sin olvidar sus trabajos para el Banco de Madrid de los Franco. Ahora comprar a los “nuevos”, los socialistas, pan comido. Máxime si en su cúpula anda el retorcido Narcís Serra, gran amigo o dependiente, como Javier, de Samaranch. Pero “todo” no le saldría tan “redondo”, pues solo él pagaría, aunque poca, y demasiados años después, prisión.

Y a lo que iba, al poco tiempo, los anuncios de las Torres KIO en Cambio 16, con series de fotografías desde que se iniciaran las obras, no solo me advertían de que el peligro andaba cerca, sino que se había afianzado en la Capital. Además la broma tenía más vertientes, precisamente Cambio 16, 18-11-79 n. 415, fuera la primera publicación que inspirada por el periodista barcelonés, José Martí Gómez, de La Vanguardia, se inventara lo de que “unos financieros de dudosa reputación pervirtieron al santo varón Antonio de la Rosa”. A tenor de lo sucedido en Barcelona, no me cupo duda, o las Torres se caerían, o se fabricaba otra gran serie de quiebras y estafas.

Nunca había hablado con el “gran genio de las finanzas” aunque al parecer con demasiados de sus satélites o informadores, y me propuse, leer en www.lagrancorrupcion.com, embestir de frente con la ilusión de que el estruendo, esta vez, sería de alcance internacional. Otra frustración.


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