lunes, 28 de mayo de 2012

3ª PARTE, CAP. 17 de “BARCELONA, 30 AÑOS DE CORRUPCIÓN”, ed. 2006. LUIS PASCUAL ESTEVILL, JUAN PIQUÉ VIDAL, JORDI PUJOL, 1995-2005

 Rafael del Barco Carreras

Barcelona 28-05-2012. Si cuando leí en los periódicos la noticia de la "primera" muerte de Antonio de la Rosa al dictado de su hijo Javier, no me convenció el comunicado por venir de quien venía, y por saber el gran interés de Javier para que no fuera detenido su padre, cuando en la cárcel lei su muerte real, ya sabía más de lo necesario sobre el porqué de mis condenas, y ya prescritos sus delitos, siendo imposible reabrir sumarios y condenas, no me importó más allá de una de tantas curiosidades. En definitiva, le conocí poco, y mis desgracias provenían más del hijo que del padre. A menudo he creído que Javier al primero que estafó en su vida fue a su propio padre, aunque Antonio fuera un hipócrita y corrupto toda su vida.

 

El padre de Javier de la Rosa, que se fugó tras una estafa millonaria ...

elpais.com/diario/1997/07/25/economia/869781608_850215.html
25 Jul 1997 – Antonio de la Rosa Vázquez, padre de Javier de la Rosa y prófugo de la ... Antonio de la Rosa Vázquez dio un giro a su vida a la muerte del ...


Hemeroteca de LA VANGUARDIA

 

Edición del viernes, 23 mayo 1997, página 25 Edición del viernes, 23 mayo 1997, página 25

Ed. General
VIERNES, 23MAYO1997 SOCIEDAD LA VANGUARDIA 25 FRANCESC PEIRÓN BARCELONA. - Ya no es un pró fugo de la justicia. Ya han anulado la orden de búsqueda y captura. Las cuentas pendientes de Antonio de la Rosa Vázquez han quedado salda das

 

  Edición del viernes, 30 abril 2004, página 67 Edición del viernes, 30 abril 2004, página 67

LVG Barcelona
, y se compromete a no aplicar políticas de traslados forzosos, así como a subrogarse en los derechos y obligaciones que Atlántico tenía para con sus empleados. – Redacción Entierro de Antonio de la Rosa Vázquez en Barcelona Ayer fue enterrado en Barcelona Antonio

 

 

 

 

TERCERA PARTE
Luis Pascual Estevill
Juan Piqué Vidal
Jordi Pujol
1995-2005

17

 
Capítulo aparte mereció la lectura el día 30 de abril del 2004 en La Vanguardia de la muerte de Antonio de la Rosa Vázquez. La segunda muerte, la de verdad. La primera vez que ese periódico le culpaba del desfalco de 1.200 millones, ni mentar la cifra de 10.000, ni menos relacionado con el hijo. 20 años fugado de la Justicia, dice. Noticia escueta, una necrológica sin citar las cruces de guerra, o capitán y falangista de pro, sus cargos en el franquismo, habitual en las esquelas de los forofos del Régimen. La Vanguardia, al igual el Periódico, desmarcados de los De la Rosa, intentando el olvido de las alabanzas al ingeniero en finanzas (una gran operación de ingeniería financiera, propagaban una vez tras otra) equivocando a tantos, y lo peor, culpando a otros de sus fechorías. Sin exagerar en los denuestos, no fuera a recordarle Javier a Godó los favores financieros, y otros trapos sucios de la “gran familia”. No en vano participara en las famosas escuchas en la propia sede social de La Vanguardia con Narcís Serra dominando los recursos secretos y cloacas del Estado. ¿Qué ponzoña, morbo y represión interna les movería con tanto husmear?. “Mal follaos”, diría un castizo. Características y aficiones compartidas con Piqué Vidal. Gente de rarillo aspecto físico si eran, y por tanto con retranca mental.
Los tiempos cambiaban, y los santos a quienes colocar velas para chupar de las enormes dádivas de la Administración, de las que La Vanguardia en la cabecera con Pujol, y empeñados en mantener el ranking con Maragall. De resucitar Franco, colocarían lo de Española, y santas pascuas. Conseguirían continuar en cabeza, y en esa línea se ha de entender la difusión de unos cuantos nombres, Antonio de la Rosa Martí, entre ellos, por consejero especial de la corrupta Generalitat de Pujol, sin presencia ni cometido y con un elevado sueldo. No se insistiría, los había a docenas cobrando por real favor y subterráneos designios del reyezuelo Pujol. Otro tic franquista. Y Fiscalía, sigue de vacaciones. Si el Presidente roba y se lo da a un chorizo, no existe delito.
Los tropiezos en las concesiones penitenciarias exteriorizaban los fallos estructurales de Javier a los diez años de iniciada su guerra judicial, aunque al final se saliera con la suya, agregando a la libertad el goce de sentirse por encima de la Ley por el hecho de tener a Pujol y secuaces “cogidos por los cojones”. Aquel “secuestrado” argumentado por Rafael Ribó ante el Parlament, exculpado por el descalabro de Banca Catalana. Sin embargo, bajo otros poderes en cuestión de horas no pudo solucionar un permiso o salida programada, para acudir al entierro de su padre.
Desde el día 12 de febrero, se hallaba en Madrid, Alcalá-Meco, cerca de su amigo Mario Conde, donde entró voluntario tras la ratificación por el Supremo de la condena a cinco años y medio, pedidos dieciocho por Fiscalía. La entrega podría ser una estrategia a largo plazo, patente en su traslado a la Cataluña de Maragall, pero por el momento le negaban un permiso especial para el entierro. Agravio comparativo si se comparaba con el posterior permiso a Mario Conde de tres días para la boda de su hija con veinte años de condena. Al director lo cesaron por favoritismos con Conde, y una Juez de Vigilancia, expedientada, extrañando que De la Rosa no los cazara al vuelo. Su primera condena por el caso KIO tan “de favor”, cinco años y medio, aumentaba los insultos de la Justicia hacía mí, remachándome que se le juzgaba bajo una prespectiva y leyes diferentes. De otro país, de otras estafas y falsedades, de menos millones. 25 años burlando la Ley, y cinco años y medio. De nuevo la reflexión, por unas decenas de miles de millones cumpliría reales menos que yo por encubrir a su padre. Pero denegada la asistencia al entierro. Bueno, no era así, se la concedieron, pero custodiado, lo que significa, esposado, y se negó al espectáculo. Aún aumentarían los “agravios comparativos” con la rápida concesión del 100.2. Un año escaso, y salida a trabajar, y tan entregado a la labor que paseaba las mañanas por la Diagonal, en José Luis, y por la tarde en su adorado Ideal. A un amigo le quitarían el 100.2 por algo parecido. Trabajo simulado.
Por poco acude al entierro. En octubre se hallaba en la prisión de Figueras, y sin Pujol en el mando demostraría que un De la Rosa, es especial. No le faltaría a quien chantajear con peso específico, y si no la “plata”, la compraventa de libertades funciona. Cataluña le convenía ante Madrid. El traslado de Madrid a Barcelona, especial favor. Que se lo pregunten a mi compañero José, un madrileño con domicilio, familia e hijos, condenado a nueve años, y con cuatro pidiendo el traslado. De tarde en tarde se venían en la autocaravana a celebrar un “vis a vis”. Repito, los favores especiales se conceden en cuentagotas y por recónditos merecimientos.
No soy insensible. La muerte hace vibrar sensibilidades y más a los sesenta y cuatro años. Un hombre tan especial en mi vida, mereció muchos recuerdos, sin ahondar en el consabido pensamiento sobre la futilidad de la existencia. Mi padre murió a los ochenta y seis años. Le vi llorar en la Modelo. A los ochenta años ver allí a un hijo, según él, triunfador, debió dolerle, y mucho, si hago traslación, y me ocurriera a mí.
Plutarco no encontraría ningún paralelismo entre las dos vidas, sin embargo, saludable comparar. Él solo había sido cabo, o cabo primero, en la guerra de África, con un tiro en la pierna, y casi sordo por una bomba. Entre guerras, tendero, para en la Civil, hacia sus cuarenta años, servir de sargento de cocina en el Ejército de la República, presentado voluntario huyendo de las patrullas milicianas de la FAI buscándole por burgués, y ¡a la Rabasada!. Un puesto (parada) en la Plaza de la Libertad de Gracia, afiliado a UGT, según documento guardado en casa, y miembro del Casals Republicá de Nostra Señora del Coll. Después, camarero y tabernero en Manresa, escapado de la formación en retirada hacia Francia, y meses por las montañas cercanas. Mi madre trabajaba en la cocina de la Pirelli. Se benefició del aval de mi tío, capitán castrense, o sea, cura, del ejército de Franco (librándose de un seguro campo de concentración o peor por sus filiaciones), y reinició otra vida, acabándola de jubilado de albañil en Barcelona. Indefinible en política, agnóstico. Enmarañado currículum comparado con el de los triunfadores de la masacre. El tío, un Carreras, hermano de mi madre llegó a Ecónomo de la Basílica del Pilar. En mis paseos, por las Ramblas, me detenía ante el Hotel Manila, donde ardieron los primeros Almacenes El Siglo, recordándole. Allí se iniciara de aprendiz a los catorce años. Una larga y sufrida existencia. A los Del Barco no les favoreció la suerte, no sabríamos aprovechar las pocas que la vida depara. La Patria le concedió miseria y sufrimientos, y la corrupción de los vencedores, rentabilizando hasta hoy sus medallas, trituró al hijo concebido a la vuelta de una de sus terribles guerras.
La esquela de Antonio de la Rosa Vázquez, ni me alegraba ni lo contrario. Deseé le detuvieran para esclarecer el Caso Consorcio, y de rebote culpar al hijo, pero demasiados contra mis intenciones y nulo poder. Entre las intimidades, que la versión oficial y la sentencia nos inventó, no figuró la extraña vida de mi padre, no se terció, y ni maldita la gracia, aunque entre los verdaderos íntimos no la ocultara. Las largas guerras de tres años cada una lo adornaban de misterio. Me embobaba ante mi abuela contando la búsqueda durante días del cadáver de otro hijo entre miles de muertos en Monte Arruit o Xauén. Me cayó bien “el viejo”. Epíteto, ahora, recordándole. Ni un duro ni una bofetada, y ni siquiera un requiebro, solo cariño, y el sonido de su laúd con su preferida “Soldado de Nápoles que vas a la guerra” seguida de varias tonadillas de zarzuela. Se le podrían achacar deficiencias, ¡y a quien no!, pero entre mis satisfacciones en la vida, observarle lo más feliz posible leyendo sus novelas del Oeste, junto a su loro, hasta el final. Ahora le achaco quedarse corto en tantas de las batallitas reales, y de su música. Quizá pasados los cincuenta la dureza de su vida mermara su humor. “Ha fumado demasiado”, decía el médico. Demasiado, y hojas de parra, colillas, picadura, Ideales, o kifi en la guerra de África. Un hombre sano al que los alquitranados pulmones dejaron de funcionar. El Juli, en Nuestra Señora del Coll. Mis amigos, le recuerdan. De él salí andarín, faltándome su tipo atlético, en eso salí a mi madre, bajita y rechoncha, a lo “maño”. ¡Y Victor Saura, pidiéndome una foto con Franco!. Nosotros sabíamos de su existencia por la radio, el Nodo, y sus desfiles en la Diagonal.

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