martes, 1 de noviembre de 2011

Cada español trabaja 146 días al año -casi cinco meses- para financiar el sector público.

Rafael del Barco Carreras

Barcelona 1-11-2011. Si la campaña electoral indigna, a mis amigos que escriben “libres” les inspira excelentes artículos. Si a Antonio Fuentes García los políticos le sugieren el “Tiempos y esclavos modernos”, a Antonio Marín Segovia le atrae Wendy McElroy que en el siglo 16 escribía;

“Parece que los hombres sólo desdeñan la libertad porque, si la deseasen, la tendrían; da la impresión de que rehúsan alcanzar tan preciosa adquisición por ser demasiado fácil de conseguir”.

“… los tiranos cuanto más roban, más exigen, y cuanto más arruinan y destruyen, más obtienen y más servidumbre obtienen.”.


Leerles y adjuntarlos al blog me llena el vacío que provocan todos los medios, y que auguran un mes de noviembre donde día a día los políticos nos indignarán más si cabe. Y si se olvida uno de los titulares, es peor, por lo que de las noticias de relleno se deduce para pasado el 20-N.

Publica LA VANGUARDIA:
"La Generalitat paraliza la desalinizadora de Blanes por su alto coste
Interrumpida la depuración de las aguas que sirven para realimentar el tramo final del río Llobregat
Vida | 01/11/2011 - 00:32h
Inversiones millonarias efectuadas los últimos años para mejorar la calidad del agua (del grifo y de los ríos) están siendo infrautilizadas, debido a los altos costes de mantenimiento.
Antonio Cerrillo
Barcelona"


Y si es grave no depurar las aguas, peor que invirtieran en super instalaciones, mostradas una y otra vez en las teles, sin prever los costes de funcionamiento. Pero metidos en el que todo puede empeorar…

EL PERIODICO; "La OIT advierte de que el paro en España no ha tocado fondo
• Aboga por mejorar las perspectivas de los jóvenes y reforzar las políticas educativas
• España dobla la tasa media de paro en la zona euro"


"UN CENTENAR DE TRABAJADORES, SIN TRABAJO

El aeropuerto de Reus se queda sin vuelos comerciales con la marcha de Ryanair
• Girona también se verá afectado por la reducción a la mitad de las destinaciones de la aerolínea irlandesa"


Sin comentar el inaugurado a bombo y platillo por Montilla y su Tripartito en Lerida, vacío total...

… y el acertado titular de:

VOZPOPULI: "La deuda italiana y la española sucumben
Alemania o la nada: el 'bund' se dispara en pleno derrumbe de los mercados
Juan Laborda | 19:38"


¡ALEMANIA O LA NADA! quizá fuera mejor ¡la nada! por que “peor” es difícil de imaginar.





























DE ANTONIO GARCÍA FUENTES

Tiempos y esclavos modernos


Aunque ya he tocado el tema de “los esclavos modernos” y bajo diferentes puntos; hoy lo reitero de nuevo, puesto que si como se afirma; un trabajador español (o de otros países que incluso pueden aumentar su trabajo esclavo) ha de aportar ciento cuarenta y seis días, anuales y trabajando, sólo para mantener el aparato estatal; eso sencillamente es ser un esclavo; puesto que analicemos cualquier “convenio” de trabajo y veremos que ello equivale a más de la mitad del tiempo laboral y anual de un trabajador; por tanto si la fiscalidad es tan brutal... “el aparato estatal no funciona; es más; ya no funciona ni sobre la base de tanto esclavo trabajando para él”.

Y no se me diga que trabajando (o aportando) tanto esfuerzo (o dinero) al Estado, estamos velando por nosotros mismos; puesto que esa es una gran mentira; y al desastre estatal que ya soportamos me remito; donde empezando por los pensionistas; que la inmensa mayoría cobramos pensiones de miseria (yo mismo y tras ocho años de subidas y la congelación actual cobro 647 euros mensuales y tras haber cotizado “la friolera” de cuarenta anualidades... y aún hay multitudes que cobran menos que yo.
Mientras esto ha llegado a ser efectivo y con el temor de congelación por tiempo indefinido y puede que incluso recortes, puesto que ya no saben que hacer para continuar pagando lo que deben y siguen aumentando una deuda nacional, que ni se sabe cuando se podrá equilibrar... nosotros los ya viejos, desde luego que no lo vamos a ver ese equilibrio y puede que tampoco... “nuestros nietos”.

Pero lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo (siguen malgastando dinero a troche y moche) es que se ha creado un Estado lleno de parásitos y esos parásitos han acabado con la economía. Enumerar todos los parásitos, es imposible, pero y por ejemplo... van desde ese “jubilado por triquiñuelas” hasta el monstruoso sueldo que hay que pagarles a los ex presidentes de gobierno; los que como cualquier otro cesante; deben vivir del importe de lo que fuere su trabajo antes de entrar en el cargo público... y eso hay que extenderlo al “ejército” de otros que igual que estos, llegan a retiros dorados y por tanto abusivos por demás; mientras el súbdito (que no ciudadano) ha de valérselas por sí mismo y sin amparo de nada ni de nadie. Esto no es sólo un abuso, es un robo de dinero público, por muy legalizado que lo tengan los que lo cobran.

Todo ese abuso sobre el que trabaja y produce, lleva a estas situaciones: “La brecha fiscal no cede. Hasta el extremo de que en 2010 se situó en el 40% del salario bruto de un trabajador. O lo que es lo mismo, cada español trabaja 146 días al año -casi cinco meses- para financiar el sector público. La brecha fiscal se define como la diferencia entre el coste que tiene para el empresario contratar un trabajador y lo que finalmente se lleva éste a casa una vez descontadas las cotizaciones sociales, tanto de empleadores como de trabajadores, a lo que hay que sumar la carga fiscal. Y la conclusión a la que llega la OCDE en su último informe sobre Taxation and Employment es que si la cuña fiscal es alta, se desincentiva la contratación. Y eso es, según, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico lo que está sucediendo en algunos países avanzados, donde la diferencia entre el coste del factor trabajo y el ‘sobre’ que se lleva a casa el trabajador a fin de mes se sitúa como media cerca del 40%.” (El Confidencial 14-10-2011) En igual periódico y en otro apartado afirma lo siguiente: “Hace unos días se conocieron los datos de afiliaciones a la Seguridad Social a 30 de septiembre, siendo el número total de trabajadores afiliados al sistema de 17.255.380. El número de empleos destruidos desde septiembre del pasado año ha sido de 299.390. Esta cifra es superior a la correspondiente a septiembre de 2010, en que el número de afiliados cayó en 237.090 respecto al mismo mes de 2009, lo que indica que la situación del empleo ha vuelto a empeorar otra vez”.

Y esto ocurre en “el mundo rico y desarrollado” (es un decir, puesto que en su capital, cual es Nueva York; “ejércitos de pobres de solemnidad logran comer, gracias a las organizaciones privadas de caridad”)... o sea como en España, que según Cáritas (sólo esta organización católica) ha atendido en un año a dos millones “de pobres”; lo que ya es de mucho más que de bochorno, mientras se tira tanto dinero público en absurdos y cosas peores, sin que los que dicen gobernar tomaran medidas correctoras.

Pero es que si nos pasamos de “este al otro mundo oriental y comunista”... Y si hablamos de China, del milagro chino, de la prosperidad china... “no es tan fiero el dragón como lo pintan”; puesto que en realidad... ¿Cuantos chinos han prosperado en ese inmenso país? Pocos, en relación a la totalidad, puesto que en mayoría viven sin apenas medios y viven, más o menos como vivían con “Mao”; de paso han polucionado el país de forma incontrolada y hay lugares prácticamente inhabitables; y ya están teniendo problemas por cuanto la inflación y el descontrol de todo lo que han logrado conseguir, se vuelve contra ellos... nó, tampoco China y con “su aparente gran poder actual”, va a ser una panacea como para imitar sus formas en el resto del planeta.

Y todo esto es sólo “en lo material”... si hablamos de la crisis o recesión moral o “inmaterial”; mejor dejarlo estar por hoy... que cada cual lo valore según sepa.

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)




Y desde Valencia ANTONIO MARÍN SEGOVIA:


“Parece que los hombres sólo desdeñan la libertad porque, si la deseasen, la tendrían; da la impresión de que rehúsan alcanzar tan preciosa adquisición por ser demasiado fácil de conseguir”.

“… los tiranos cuanto más roban, más exigen, y cuanto más arruinan y destruyen, más obtienen y más servidumbre obtienen.”.

” … no sólo hemos nacido con la libertad, sino también con la pasión de defenderla”.

” Tomad la resolución de no servir y seréis libres. No os pido que le empujéis y le hagáis tambalear, sino sólo que no le sostengáis. Entonces veríais como un gran coloso, al que se le ha roto su base, se derrumba por su propio peso y se destruye.”

” En verdad, el tirano nunca ama ni es amado. La amistad es una palabra sagrada, algo santo. Sólo existe entre personas de bien. Nace de una mutua estima y se mantiene mucho más por la honestidad que por las ventajas obtenidas con ella. Un amigo está seguro de otro porque conoce su integridad y tiene como garantía su buen natural, su lealtad, su constancia. Donde hay crueldad, deslealtad e injusticia no puede haber amistad. Si se juntan los malvados, lo que se forma es un complot, no una sociedad. No se aman, pero se temen. No son amigos, sino cómplices”.

Discurso de la servidumbre voluntaria
Étienne de La Boétie



Étienne de La Boétie: El poder, la obediencia y la resistencia

Escrito por Wendy McElroy para The Future of Freedom Fundation. Traducido por Gabriel Gasave para El Instituto Independiente
Un ensayo del siglo 16 intitulado Discourse of Voluntary Servitude del jurista francés Étienne de La Boétie (1530–1563) discurre acerca de una cuestión que obsesiona a aquellos que aman la libertad: ¿Por qué los individuos obedecen leyes que son injustas?
El Discourse ofrece una perspectiva. El mismo examina la psicología de aquellos que obedecen, la de aquellos que imparten las ordenes, y la de aquellos que se resisten a ellas. La Boétie estaba en particular, interesado en dilucidar porqué obedece la gente. Se preguntaba, “Si un tirano es un solo hombre y sus súbditos son muchos, ¿por qué consienten ellos su propia esclavitud?”
La Boétie no consideraba que el estado gobernase principalmente a través de la fuerza. En principio, había muchos más esclavos que agentes del estado: incluso si un pequeño porcentaje del populacho se negaba a obedecer una ley, esa ley se volvía inaplicable. Además, la mayoría de los individuos obedecían sin que fuesen obligados a hacerlo. La Boétie desarrolló una explicación alternativa a la que denominó la “servidumbre voluntaria.”
La Boétie adquirió su prestigio sobre la base de un breve ensayo en el que sostenía que la tiranía es “derrotada de manera automática” cuando los individuos se rehúsan a consentir su propia esclavitud. Su argumento ha llevado a que muchos concluyeran que la resistencia no-violenta y la desobediencia civil son las mejores estrategias con las cuales oponerse al poder estatal.
Antecedentes de La Boétie
El Discourse circuló en un principio en Francia de manera privada (alrededor del año 1553) con el telón de fondo de la guerra exterior y del conflicto interno. Las naciones-estado europeas—gobiernos que reclamaban vastas facultades dentro de territorios definidos—estaban en su apogeo. Los monarcas absolutos colisionaban unos con otros y con sus propios ciudadanos a los cuales les exigían dinero y obediencia. El siglo 16 dio nacimiento a la tiranía que eventualmente conduciría a la Revolución Francesa.
La Boétie se encontraba bien posicionado para observar a la sociedad a su alrededor, la cual estaba gobernada por el Rey Francisco I. Nacido en una familia opulenta y políticamente conectada, La Boétie escapó del analfabetismo, de la miseria y de la enfermedad que afectaban a la mayoría de sus compatriotas. El hambre era algo tan común que los hombres tallaban cruces sobre el pan recién horneado para simbolizar la santidad de la comida. Las plagas aparecían repetidamente. Mientras que el campesino luchaba por sobrevivir, los impuestos estatales consumían un tercio o más de sus ingresos, con los diezmos de la iglesia absorbiendo otro décimo. Bandas errantes de soldados robaban alimentos a su antojo y secuestraban a los hijos jóvenes para cubrir sus filas. No obstante ello, la Francia del siglo 16, con una población estimada de 16 millones de habitantes, era la nación más rica, más civilizada y más populosa en Europa.
Francia era también una monarquía, lo que significaba que el poder nacional no se encontraba distribuido entre los parlamentos o las autoridades locales sino que reposaba solamente en el rey. A fin de recaudar dinero para la guerra, Francisco le vendía títulos a los “nouveaux riche” quienes formaban una nueva aristocracia. Mientras tanto, las legiones de abogados aumentaban a medida que se dedicaban a administrar al estado creciente.
¿Qué papel desempeñaba el hombre común? Su obediencia era esencial para la autoridad estatal, pero existían varios reclamos sobre su lealtad. Dios exigía obediencia pero el monarca absoluto era ungido por Dios y bendecido por la Iglesia Católica. El surgimiento de los protestantes en Francia—llamados hugonotes–implicaba que un segmento creciente de la sociedad no reconocía a la autoridad divina del rey. Existían también lealtades provinciales. La mayoría de los franceses le brindaban primariamente lealtad a la provincia de su nacimiento antes que a la nación o al rey, y las provincias diferían ampliamente en costumbres, practicas religiosas, y lenguaje. El rey temía que las potencias extranjeras se aliasen con las provincias rebeldes, especialmente aquellas con una tendencia hacia el protestantismo.
La obediencia se volvió más difícil de procurar con la invención de la imprenta, la cual puso a disposición del hombre común a las opiniones disidentes. A medida que las publicaciones se difundían, también lo hicieron los intentos de censura. En 1559, fue publicada la primera lista papal de libros prohibidos.
El Discourse fue muy probablemente escrito mientras La Boétie era un estudiante de abogacía en la Universidad de Orleáns, destacada por su actividad hugonota. De hecho, uno de sus profesores sería más tarde quemado en la hoguera por hereje. El ensayo fue en respuesta a un evento especifico—la Revuelta de la Gabela en Bordeaux. La gabela era un impuesto muy impopular sobre la sal, la cual no solamente era una necesidad humana sino también un monopolio gubernamental. Los manifestantes asesinaron al director general de la gabela junto a dos de sus oficiales. En represalia, 140 plebeyos fueron muertos, muchos otros fueron azotados, y se impusieron multas exorbitantes.
La Boétie era un observador perspicaz de las demandas concurrentes sobre la obediencia del pueblo. Cuando los individuos finalmente se rebelaban, observaba y se preguntaba porqué el estado parecía ser capaz de hacer cualquier cosa que deseaba, sin importan cuan tiránica ella fuese. ¿Por qué la gente no se levantaba nuevamente, esta vez en masa? Como resultado de tal especulación, La Boétie escribió lo que el historiador francés Pierre Mesnard ha llamado “la solución humanista al problema de la autoridad.”
El discurso sobre la servidumbre voluntaria
¿Por qué los individuos gustosamente consienten su propia esclavitud? Para La Boétie, la obediencia colectiva de la sociedad se origina en “un vicio para el cual ningún termino puede ser hallado lo suficientemente ruin, de cuya naturaleza en sí misma se reniega y al que nuestras lenguas se rehúsan a mencionar.” La Boétie denominaba a este vicio monstruoso la “servidumbre voluntaria.”
¿Pero por qué esta servidumbre voluntaria es un vicio en lugar de ser una virtud? Debido a que la misma contradice a la naturaleza, explicaba La Boétie. A cada hombre le es dada su propia capacidad de razonar, y la virtud radica en cultivar su propia independencia innata. Incluso dentro de los animales inferiores, existe un fuerte y natural impulso a la libertad. Los animales que han probado la libertad se resisten al cautiverio, aunque eso pudiese costarles incluso la vida. Exclamaba La Boétie,
Dado que las propias bestias, aun las hechas para el servicio del hombre, no pueden acostumbrarse al control sin protestar, ¿qué maligno designio ha desnaturalizado tanto al hombre que él, la única criatura realmente nacida para ser libre, carece de la memoria de su condición original y del deseo de retornar a ella?
La libertad del hombre exigía la muerte de la tiranía. El defender el tiranicidio contra un gobernante que ha quebrantado las leyes de Dios no era nada novedoso en la teoría europea, pero La Boétie tenía un enfoque diferente: la manera de “matar” a un tirano era destruyendo su poder a través de la resistencia no-violenta. De esa forma, el pueblo mataba no a un hombre sino a la propia tiranía. La libertad requería solamente que un número suficiente de individuos le retirasen su consentimiento y cooperación.
Después de todo,
el que de ese modo gobierna tiránicamente sobre ustedes, posee solamente dos ojos, solamente dos manos, solamente un cuerpo…; en verdad no posee nada más que el poder que ustedes le confieren para destruirlos. ¿Dónde ha adquirido él ojos suficientes como para espiarlos, si ustedes no se los proveen por sí mismos? ¿Cómo puede tener él tantos brazos con los cuales golpearlos, si no los toma prestados de ustedes? Los pies que pisotean vuestras ciudades, ¿de dónde los obtiene si no son los vuestros?
Sin embargo los agricultores continuaban sembrando cultivos que eran confiscados. La gente acumulaba bienes para que los soldados los saquearan y criaban hijas para que ellos las violaran. Observaban como los hijos eran secuestrados para integrar las fuerzas armadas y morían peleando las batallas de otros. La Boétie se refería al campesino,
Ustedes entregan vuestros cuerpos al trabajo duro a efectos de que él [el tirano o el estado] pueda dedicarse a sus gustos y revolcarse en sus obscenos placeres; se debilitan a sí mismos a fin de que el más fuerte y el más poderoso los tengan a raya.
Para comprender porqué la gente consentía su propia esclavitud, La Boétie consideró primero el lado frívolo de la cuestión: la psicología del tirano.
La psicología del tirano
La teoría política tradicional definía a la tiranía haciendo referencia a la fuente del poder del gobernante. Es decir, ¿alcanzó el gobernante su posición mediante el nacimiento–la “consagración de Dios”–o de algún otro modo “legítimo”? Si así ocurrió, se consideraba que el rey podía gobernar justamente incluso si lo hacía malamente.
En contraste, La Boétie declaraba que el origen del poder era irrelevante para la definición de tiranía. Si un hombre gobernaba justamente era legítimo; si lo hacía de mala manera, era un tirano.
Los tiranos caen dentro de tres categorías: aquellos elegidos para mandar; aquellos que heredaron el poder; y aquellos que lo detentaban por la fuerza. La Boétie se rehusaba a darle importancia a los medios por los cuales los tiranos alcanzaban el poder debido a que su método de gobierno parecía ser el mismo.
Pero a La Boétie le interesaba particularmente la psicología de los gobernantes elegidos, debido a que parecía que un gobernante cuyo poder provenía del pueblo debía ser “más soportable” que el de los otros. Debía ser agradecido o al menos reconocer su dependencia de la voluntad del pueblo. Sin embargo, cuando el gobernante elegido prueba el poder, “planea jamás renunciar a su cargo.” El truco consistía en generar el consentimiento futuro del pueblo a efectos de asegurarse su continuidad en el poder. ¿Pero cómo?
La Boétie exploró las formas principales por las que un gobernante creaba el consentimiento.
El comienzo del mandato de un tirano era el periodo más dificultoso debido a que aquellos que no habían consentido su gobierno serían renuentes a obedecer, y la fuerza bruta podía ser necesaria. La fuerza bruta podía sofocar al disenso en el corto plazo, pero la misma nunca fue una buena opción. La violencia engendraba mártires, incrementaba la resistencia popular contra la autoridad, y evidenciaba la cara desagradable del poder de manera demasiado rotunda.
Pero a medida que transcurría el tiempo, la tarea del tirano se veía facilitaba. A través del condicionamiento y del entrenamiento, las generaciones futuras aceptarían pasivamente a la autoridad y obedecerían de manera automática. La Boétie observaba,
Es increíble cuan pronto el pueblo se vuelve súbdito, como de forma tan súbita cae en un descuido tan completo de su libertad que la misma difícilmente pueda ser reavivada al punto de volverla a obtener, obedeciendo tan fácil y tan voluntariamente que uno es llevado a afirmar, al percibir dicha situación, que este pueblo en verdad no ha perdido su libertad sino que se ha ganado su esclavitud.
Generaciones que nacieron “bajo la servidumbre y que luego se nutrieron y criaron en la esclavitud” aceptaban su condición como algo natural. De esta manera, La Boétie veía a la “costumbre” como la primera explicación de la servidumbre voluntaria. La gente consideraba que la vida siempre había sido de esta manera, que la vida siempre sería de esta manera; y, por lo tanto, se necesitaba de un gran esfuerzo para introducir una nueva visión.
El pensador del Renacimiento Francés Michel de Montaigne, quien era el mejor amigo de La Boétie, dramatizaba el increíble poder de la tradición en su ensayo intitulado “Of Custom.” El mismo se inicia con estas palabras
Él pareciera haber tenido una percepción correcta y verdadera del poder de la costumbre, fue quien por vez primera ideó el relato de una compatriota que, habiéndose acostumbrado a jugar con y a cargar en sus brazos a un becerro joven, y que continuó haciéndolo de manera cotidiana a medida que el mismo crecía, logró mediante esta costumbre, que, cuando el mismo creció y se volvió un gran buey, ella seguía siendo capaz de levantarlo.
Pero, sostiene La Boétie, unos pocos tratan siempre de deshacerse del “peso de la servidumbre,” quizás debido a que “recuerdan a sus ancestros y a sus situaciones anteriores.” Conscientes de la historia, comparan al pasado con el presente y se atreven a anhelar un futuro mejor:
Estos son quienes, poseyendo buenas mentes, las han entrenado adicionalmente mediante el estudio y el aprendizaje. Incluso si la libertad desapareciese por completo de la tierra, tales hombres la inventarían.
El control de la información
Después de que la mayoría se hubiese acostumbrado a la obediencia automática, el principal desafío del tirano era el de reducir la disidencia. Existían dos medios básicos para hacerlo: controlar a la prensa y monopolizar la educación, en razón de que los “libros y la enseñanza, más que cualquier otra cosa, le brindan a los hombres el juicio para comprender su propia naturaleza y para aborrecer la tiranía.” De este modo, el tirano evitaba que el pueblo comparase al pasado con el presente; y controlaba que lo que la gente creyera fuese posible en el futuro.
Además, con el control de la información, el tirano podía “educar” al pueblo en la creencia de que actuaba solamente para favorecer el bienestar público. Él podía inculcar el dogma de que su administración era una personificación viviente de conceptos tales como la justicia, la tradición, el patriotismo, la ley y el orden, o el bien público. Así, oponerse al tirano se torna equivalente a oponerse a dichos conceptos.
El tirano reforzaba esta imagen de perpetuidad mediante un proceso de mistificación: es decir, procuraba aparecer como algo más grande de lo que un mero ser humano es. Así, el gobernante alineado con la religión, juraba hacer respetar la ley de la tierra, recurrir a la autoridad de una constitución o de un documento fundacional, etcétera. Presidía sobre las exhibiciones de pompa, vestía a sus agentes en uniformes, construía monumentos, participaba en rituales del cargo, y alojaba a las autoridades de sus tribunales y de otras instituciones en costosos e impresionantes edificios.
Este era un segundo motivo que explica porqué los individuos le rendían obediencia automática–una prensa regulada y un sistema escolar los había convencido de que la autoridad del gobernante era legitima. La mistificación de su poder los llevaba un paso más adelante: se volvían atemorizados por él y lo veían como algo más que un mero ser humano, tan falible como ellos mismos.
El soborno
Los individuos que no podían ser atemorizados bien podían ser comprados. Y, de esa manera, el gobernante se involucraba también en dadivas.
La Boétie señalaba que los “juegos, farsas, espectáculos, gladiadores, bestias extrañas, medallas, cuadros, y otros de tales narcóticos” patrocinados por el estado eran utilizados por los “pueblos antiguos.” Estas distracciones eran “el señuelo hacia la esclavitud.” El pueblo se fascinaba tanto por sus placeres que no se percataban de su esclavitud. En otras épocas, los gobernantes literalmente alimentaban al pueblo mediante la distribución de raciones de alimentos. “Y entonces todos vergonzosamente gritarían, ‘Larga vida al Rey!’” destacaba desdeñosamente La Boétie. “Los tontos no se percataban de que meramente estaban recuperando una porción de su propia propiedad, y de que su gobernante no podría haberles dado lo que se encontraban recibiendo sin primero habérselo quitado a ellos.” Al proveer pan y circo—bienestar estatal y distracciones populares—el pueblo era sobornado para que entregara su libertad.
Este soborno directo empalidecía en significación, no obstante, junto a una forma indirecta a la que La Boétie denominaba “la causa principal y el secreto de la dominación, el apoyo y el basamento de la tiranía.” Este era el soborno institucionalizado mediante el cual millones de personas eran empleadas en puestos públicos y recibían fondos financiados con impuestos a fin de poder pagar sus cuentas. Estos empleados estatales “se aferraban al tirano” y le ofrecían su lealtad. Algunos empleados estatales, tales como los oficiales de policía, se convertían en las manos del estado, alcanzando a toda la sociedad para implementar leyes y políticas. Los intelectuales apoyados mediante los impuestos, tales como los profesores universitarios y los beneficiarios de becas gubernamentales, se volvían la voz del estado, defendiendo su legitimidad. Aún otros, desempeñándose como oficinistas o agentes menores, hacían que la maquinaria diaria del estado rechinase.
Durante generaciones, una basta nueva clase de individuos emergía dentro de la sociedad: individuos que servían al estado a cambio de un salario financiado con impuestos. Estos empleados estatales voluntariamente destruían su propia libertad y la de sus vecinos. Y lo hacían sin pensarlo debido a que la fuerza de la costumbre los llevaba a creer que las cosas siempre habían sido de esta manera y que siempre lo serían.
La solución de La Boétie para la servidumbre voluntaria
Retire su consentimiento, quite su cooperación. Le aconsejaba La Boétie al hombre común,
No les pido que coloquen las manos sobre el tirano para derribarlo, sino simplemente que ya no lo apoyen más; entonces lo verán, como un gran Coloso, cuyo pedestal ha sido apartado, caer por su propio peso y romperse en pedazos.
Por ofrecer este consejo, Gene Sharp, autor de la obra definitiva sobre la no-violencia, The Politics of Nonviolence, comentaba,
El Discourse de La Boétie es un ensayo altamente significativo sobre la fuente última del poder político, los orígenes de la dictadura, y los medios por los cuales los individuos pueden evitar la esclavitud política y liberarse.
Este fue el legado del Discourse. ¿Pero qué hay del hombre real? A la temprana edad de 33 años, La Boétie murió en los brazos de su amigo Montaigne, quien por este suceso se vio motivado a escribir su famoso ensayo “On Friendship.” El ensayo retrataba a la relación entre ellos como a una “unión de almas.” Y fue fundamentalmente a través de este ensayo que un mundo más amplio conoce a Étienne de La Boétie.

Es solamente en los círculos políticos que son celebrados los puntos de vista de La Boétie sobre la psicología de la tiranía y de la obediencia. Allí es reconocido como una de las primeras voces en favor de la desobediencia civil y de la resistencia no-violenta contra la autoridad.
Si La Boétie está en lo correcto, si la libertad es un impulso humano natural, entonces la propia naturaleza apoya la lógica de no cooperar con la tiranía. Existe algo dentro del hombre y de la beshttp://www.blogger.com/img/blank.giftia que resiste la tensión de una correa.
En vez de romper la tensión atacando a aquellos que detentan las riendas, La Boétie le decía a la gente que dejasen que la tensión aminore. Los individuos deberían rechazar tanto a la violencia como a la sumisión. Simplemente deberían decir NO.
En esa palabra, yace la libertad.

Fuente: ANARQUISTA 101

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