Rafael del Barco Carreras
19-07-10. Tras varios artículos contracorriente sobre Baltasar Garzón, esperé. Su progresista parapeto le convertía en invulnerable, y quienes le atacaran despreciables fascistas. Pero no me cabía duda, al igual que cualquier presunto delincuente habría repetido su “palo” (la forma y tipo de delito) que ante el temor de su Poder nadie se atrevería denunciar. Y así ha sido, si el Banco de Santander pagó, los demás grupos empresariales atrapados en su juzgado, también pagarían. Los cursos en Nueva York ya ascienden a un millón de euros… y subiendo. Y su fortuna, la sabida, no baja de 10 millones. Noticia de hace unas semanas:
Luis del Olmo: "Pongo mis manos y mi vida por Baltasar Garzón"
El periodista acudió este sábado a La Noria, para disfrutar de una almibarada hora de elogios y halagos de contertulios como María Antonia Iglesias o Jimmy Jiménez Arnau. Del Olmo aprovechó para exhibir sectarismo: "España le debe mucho a Baltasar Garzón, yo pongo mis manos y mi vida" aseguró.
Dos personajes que desde hace muchos años me huelen mal. Uno, el juez, por su estrellato, tan parecido en sus inicios al del juez Luis Pascual Estevill (el azote de la burguesía catalana y por desgracia antes mi abogado), aunque más sibilino y prudente, y otro, el periodista, propagandista o publicitario, por la connivencia en su estrellato mediático con la Gran Corrupción. Una connivencia que se demuestra al participar en sus tertulias durante años un juez, Adolfo Fernández Oubiña (que me juzgara en el caso Consorcio), muy conocidas sus “curiosidades” por el “todo Barcelona”, y hasta su amistad y asociación de “intereses” con Juan Piqué Vidal. Ver en www.lagrancorrupcion.com o www.lagrancorrupcion.blogspot.com las hazañas de Fernández Oubiña.
Del Olmo y Garzón, vidas entregadas al Poder y éxito, supeditando la Ética. Y si los débiles esperan defensa ante los atropellos de los poderosos del llamado Cuarto Poder, en cuanto a Del Olmo ¡van daos! Hasta Tip y Coll dejaron de hacerme gracia cuando “Protagonistas” contribuía a rescribir la historia de Cataluña y España a favor de los corruptos. Y callar, sabiendo, es encubrir, participar. Jamás un comentario crítico sobre Juan Piqué Vidal, en su momento y ¿ahora? el más truculento y poderoso bufete de Barcelona (especialista en chantajes y maletín), y sobre Javier de la Rosa, a toro muy pasado, y después de haber contribuido a la creación de su mito y mentiras, corrupción en la que participó TODA LA GRAN PRENSA espléndidamente retribuida.
El escritor y periodista JESÚS CACHO, que de corrupciones desde hace 30 años las sabe todas, aunque las adapte a sus guiones, quitando y acentuando, escribe en EL CONFIDENCIAL:
Jesús Cacho - 18/07/2010“…También el episodio protagonizado por Baltasar Garzón con la financiación de unos cursos en la Universidad de Nueva York, años 2005 y 2006, ha ido cogiendo excremento conforme se han ido conociendo los detalles de un “trinque” que ya va por el millón de euros. Toda nueva aportación noticiosa hace crecer el nivel de detritus que envuelve el entero episodio y que amenaza con pringar a mucha gente. Esta semana han declarado ante el juez del Supremo Manuel Marchena, que instruye la causa por presunto cohecho y prevaricación en este caso, los representantes de Endesa (con su ex presidente Manuel Pizarro a la cabeza); de BBVA (Francisco González en carne mortal), y de Telefónica (un par de mandaos). Prodigio praeter naturam: ninguno sabe nada; todos escurren el bulto, pero todos soltaron religiosamente la pasta que pidió el malandrín.
¿No se le ocurrió al orondo juez de Jaén pedir pasta a dos gigantes del petróleo como Exxon y Chevron?
Sabemos ya que a los 302.000 dólares que el Banco Santander regaló al interfecto para financiar unos cursos del Centro Rey Juan Carlos de la citada Universidad, hay que sumar los 625.000 aportados por Cepsa, Endesa, Telefónica y BBVA. En concreto, Telefónica y BBVA colaboraron con 200.000 dólares cada una en el patrocinio de una serie de conferencias sobre terrorismo organizadas en el Centro de Derecho y Seguridad de la citada Universidad, mientras CEPSA aportó 100.000 y Endesa otros 125.000 dólares. Y en los alrededores de la Audiencia Nacional (AN) hay quien asegura que la cifra real ronda los 3 millones de euros, 500 millones de las antiguas pesetas. Pues bien, ¿es el terrorismo un problema exclusivamente español que hay que estudiar precisamente en Nueva York? No parece. Entonces, ¿por qué solo aportaron financiación las grandes empresas españolas? ¿Cuánto puso, por ejemplo, la Fundación Rockefeller? ¿No se le ocurrió al orondo juez de Jaén pedir pasta a dos gigantes del petróleo como Exxon y Chevron, que todos los años invierten ingentes sumas en proteger sus instalaciones y pozos de eventuales ataques terroristas? ¿Cuánto donó la gran banca americana? ¿Golpeó Garzón con el mazo la puerta de Citibank, implorando el conocido dame argo, payo?
Ybarra y el caso de las cuentas secretas en Jersey
Pues no. La razón es sencilla: esas grandes corporaciones yanquis quedan fuera del área de influencia de Garzón, no son potenciales justiciables en manos de la criatura. Es decir, no tienen por qué tenerle miedo. Porque esas entregas de dinero, y alguna más que irá saliendo, están generalmente ligadas a algún procedimiento judicial en marcha que, oh casualidad, siempre suele caer en su juzgado. En el caso del Santander, fue una denuncia contra la cúpula del banco, un coletazo del famoso caso de las “cesiones de crédito”, que el magistrado archivó al regresar de su año sabático neoyorquino en lugar de haberse inhibido motu proprio, como era su obligación tras el obsequio recibido. Garzón no dijo la verdad al ocultar la relación que mantenía con el banco. Esta es la clave del arco de este escándalo. En el caso más reciente del BBVA, mientras el aludido sentaba en el banquillo a la cúpula saliente del BBV, encabezada por Emilio Ybarra, con una mano, con la otra pedía dinero a la entrante -ya BBVA-, con un González al frente que directamente se benefició del estallido del escándalo de las cuentas secretas en Jersey y Liechtenstein. Difícil imaginar al de Chantada negando los 200.000 dólares que pedía el andoba. La evocación del caso del juez Estevill resulta inevitable.
La línea de defensa de Garzón ha consistido en argumentar en el caso del Santander que nunca cobró de los fondos aportados por el banco a la Universidad. Es cierto, lo hizo de ese “pool” del millón de euros ya conocido, abrevadero que sufragó también los gastos de su hija -un curso de inglés- y de la propia secretaria judicial o aide de chambre que le acompañó en su año sabático. Por eso resulta tan llamativo que el ex director de Comunicación del BBVA argumentara esta semana que se aseguró de que ni un céntimo del dinero de su banco fuera a parar a los bolsillos de Don Baltasar. Excusatio non petita. Es la mejor prueba de la materia que aquí se trata. ¿Qué impediría reconocer que parte de esos fondos se destinó a pagar a Garzón? Que ello implicaría asumir la relación directa entre los pagos y la causa penal abierta en el Juzgado de Instrucción número 5 de la AN contra Ybarra y otros. El BBVA ha querido evitar que la justicia establezca una relación causa-efecto entre ese dinero y el pago de un servicio. No reconocer, en suma, que se trataba de una transacción comercial entre el banco y la sociedad Garzón S.L.
Es la siciliana ley de la omertá, genuina representación de ese miedo a hablar, que caracteriza a las democracias de medio pelo
“Aunque parezca mentira, nosotros nos hemos salvado”, aseguran en otra gran empresa, “seguramente porque estamos lejos de su ámbito de influencia y no tenemos líos en la AN”. Naturalmente que no toda la culpa de este escándalo recae sobre el juez o jueces que utilizan para sus fines dinero ajeno. “¿Necesitas pasta para montar algo…? Pues date un paseo por las cinco o seis empresas de costumbre y pide lo que necesites”, asegura un alto cargo madrileño. “Claro que no se la soltamos a cualquiera. El que pide tiene que presentar avales, poder, influencia y relaciones bastantes”. La responsabilidad de los banqueros y empresarios que, abducidos o atemorizados por garzas y garzones, aceptan este tipo de prácticas, es innegable. Cediendo a las presiones, primero, y amparándolo con su silencio, después. Llamados por el juez Marchena del TS, ninguno -ni Pizarro, ni Paco González- se acuerda de lo ocurrido. Es la siciliana ley de la omertá, genuina representación de ese miedo a hablar, a decir la verdad, a denunciar la corrupción, que caracteriza a las democracias de medio pelo. Mejor callar a cumplir con nuestra obligación. Con tan pedestre filosofía, nuestras grandes empresas vienen sosteniendo con respiración asistida ideas sin sentido y proyectos ruinosos, muchos de ellos en prensa, que tendrían que cerrar sin el oxigeno de la banca. Así, los supuestos apóstoles del libre mercado son los que menos creen en el mercado, rehenes de la servidumbre del “hoy por ti mañana por mí” y “mejor estar a bien con fulano o mengano, no vaya a ser que…” La cuenta corre a cargo de los accionistas, sobre todo de los pequeños, y de los consumidores, que al final pagan las comisiones bancarias más abusivas, los teléfonos más caros y el recibo de la luz más elevado.
Una fortuna cercana a los 10 millones de euros
Curioso, por ello, resulta constatar la supervivencia en nuestro país de tanto tunante como sigue viviendo gracias a la venta de literatura relativa al “buen gobierno corporativo”, la “responsabilidad social” y demás hojarasca teorizante. Curioso, también, el silencio que los titiriteros que apoyan la causa garzonita han mantenido esta semana. Las evidencias admiten escasa réplica: “El patrocinio empezó con una llamada que me hizo Garzón” (caso BBVA); “Hablé con el juez Garzón y juntos hicimos el borrador del convenio” (Telefónica). Es decir, que quien pedía la pasta, querido Emilio, era el propio juez, ello acorde con los escasos escrúpulos que se le conocen a un personaje cuya fortuna estiman en los aledaños de la AN cercana a los 10 millones de euros, unos 1.600 millones de las antiguas pesetas, que ya decía el albañil antes aludido que lo difícil es hacer el primer millón, porque luego la cosa coge excremento. Poco importa, con todo, la cuantía de esa fortuna, seguramente lograda en buena lid, sino las eventuales responsabilidades penales de las tres causas que contra él se siguen: la obligación de inhibirse en la querella interpuesta contra el Santander; la apertura de procedimiento judicial contra una serie de notorios fallecidos (entre ellos un tal Franco), estando vigente una Ley de Amnistía, y la decisión de grabar en la cárcel las conversaciones entre unos encausados y sus abogados.
Mientras tanto y según sus escoltas -que seguimos pagando-, el señorito apenas ha pisado un par de veces La Haya, sede del Tribunal Penal Internacional, donde su amigo, el fiscal argentino Ocampo, le ha buscado acomodo temporal. Dicen en la Audiencia que dos gallos no caben en un mismo corral, sobre todo cuando Ocampo sabe de sobra que la verdadera ambición de Garzón es llegar a ocupar su puesto en La Haya. Su actual empeño, como es lógico, se centra en preparar concienzudamente su defensa en Madrid. Su fiel guardia de corps, con ex fiscal Carlos Jiménez Villarejo al frente, trabaja al tiempo activamente tratando de cerrar el arribo a Madrid de una serie de celebrities que, bien como testigos de la defensa o, en su caso, como “observadores internacionales”, asistirían a los juicios abiertos contra el Campeador. Se habla de varios premios Nobel de la Paz. Incluso se ha establecido contacto con Nelson Mandela, a pesar de su delicado estado de salud. Sin duda, el mayor espectáculo que vieron los siglos. Para mantener su caché, el sujeto acaba de viajar a la Argentina de los Kirchner, fieles devotos del Estado de Derecho como todo el mundo sabe, para recibir un homenaje. Y dijo Garzón: “desde que las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo entraron a mi despacho, la vida cambió en mí y en España”. Otrosí dijo el cursi: “No puede un país construirse sobre el olvido”. Ni sobre la soberbia de sentirse por encima de la Ley”.
Y añado yo, no podía faltar el fiscal Carlos Jiménez Villarejo, que en Barcelona, al decir de Jordi Pujol, le ponía los grandes peces al Juez Luis Pascual Estevill como a Franco los atunes. Villarejo, Pascual o Garzón, tal para cual anteponiendo su brillo en el estrellato a la Justicia, seleccionando casos y víctimas a beneficio de su ego, ¿o del bolsillo?, que a efectos es lo mismo. Prensa y estrellato. Yo te cuento, y tú me escribes, así creamos, alimentamos y dirigimos la “alarma social”. Y publícame esta foto y mi labor por los indios de Perú.
Estos días en que en el proceso a la corrupción de Hacienda de Barcelona me identifico como una de las víctimas de ese entender la Justicia, no puedo por menos de citar una y otra vez a los personajes clave que por acción u omisión tanto han contribuido a la Gran Corrupción.
LOS DOS JUECES COMPONÍAN EL TRIBUNAL QUE ME JUZGÓ POR EL CASO CONSORCIO, MAYO.1983. JOSÉ LUIS BARRERA COGOLLOS SERÍA NOMBRADO PRESIDENTE DE LA AUDIENCIA DE BARCELONA Y ADOLFO FERNÁNDEZ OUBIÑA, TRAS SU JUBILACIÓN, JEFE DEL DEPARTAMENTO DE "FAUNA" ¿¿¿??? DEL BUFETE PIQUÉ VIDAL.
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